jueves, 10 de julio de 2014

CINE PARAGUAYO:¡Película "7CAJAS" en Buenos Aires!

CINE › TANA SCHEMBORI, LALI GONZALEZ Y NICO GARCIA, ANTE EL ESTRENO DE 7 CAJAS

“Hoy hay una primavera del cine paraguayo”

La codirectora y dos de los protagonistas del film que se estrena hoy en Buenos Aires coinciden en que el secreto del éxito que tuvo en su país está en que “los paraguayos se han sentido reflejados en el humor, en cómo nos reímos de nosotros mismos”.
 Por Oscar Ranzani



Schémbori, González y García vinieron a presentar
 el film. Hoy habrá función con debate en Bama Cine Arte.

El Mercado 4 ocupa ocho manzanas de la ciudad de Asunción (Paraguay). Allí viven unas quinientas personas, pero circulan diariamente otras dos mil. Es un ámbito donde se vende de todo, tanto de manera legal como ilegal: desde frutas y verduras hasta productos electrónicos, celulares y ropa. Y con sus laberínticos pasillos, el Mercado 4 es un espacio donde conviven personas de diferentes culturas: coreanos, chinos, árabes, judíos y, lógicamente, paraguayos. Allí es donde los cineastas Juan Carlos Maneglia y Tana Schémbori filmaron 7 cajas, la película más vista en la historia del cine paraguayo, que hoy se estrena comercialmente en Buenos ires. 

Ambos trabajan juntos desde hace veinticuatro años y son referentes de la industria audiovisual de su país: realizaron series televisivas, publicidades, unitarios y cortos. Schémbori viajó junto a dos de los actores del film, Nico García y Lali González, y hoy a las 20.50 los tres estarán en la función especial en Bama Cine Arte (Diagonal Norte 1150) y tras la proyección de 7 cajas debatirán con el público en la sala.
La idea de 7 cajas fue de Maneglia, quien quedó fascinado con el Mercado 4 cuando en 1992 fue junto a Schémbori a realizar un informe periodístico para un programa de investigación que se llamaba El ojo, y que después de la dictadura fue un ciclo televisivo de denuncia. Schémbori recuerda que con Maneglia estaban grabando a los trabajadores de la noche y su colega le comentó: “¡Qué alucinante este lugar!”. “Ya conocíamos el mercado porque es un lugar donde todo el mundo va: hasta si necesitás un botón te vas a un puesto porque son ocho cuadras donde hay de todo”, comenta Schémbori en la entrevista con Página/12, de la que también participan García y González. Recién veinte años después pudieron estrenar la película que Maneglia había pensado. “En 2004 Juanca me dijo que quería hacer una película de un carretillero. Después, se robaron el guión con el auto de Juanca porque él escribía en fichas, no en computadora. Recuperó el auto, pero no el guión y tuvo que volver a escribir todo. Y en 2009 empezamos la preproducción, en 2010 grabamos. Se tenía que estrenar en 2011, pero nos quedamos sin plata. La presentamos en Cine en Construcción en San Sebastián y ganamos. Por primera vez en Cine en Construcción ganó un proyecto por unanimidad del jurado. Y nos abrió muchas puertas”, recuerda Schémbori.
7 cajas comienza mostrando la competencia que hay entre los carretilleros por llevar los productos que compran los clientes. Uno de ellos, un joven de unos diecisiete años llamado Víctor (Celso Franco) busca ganar un poco de dinero para poder subsistir. Hasta que un carnicero que pertenece a una banda criminal que comanda un tal Luis (Nico García) le ofrece transportar siete cajas pero no le dice qué contienen. Y ése es uno de los secretos de la película. A cambio le entregará la otra mitad del billete de cien dólares que le dio. Pero Víctor no sabe que está lidiando con gente pesada y atravesará el Mercado 4 con la compañía de Liz (Lali González), una adolescente que parece tener los pies más firmes en la tierra. Juntos padecerán todo tipo de inconvenientes antes de que la “mercadería” llegue a destino.
–¿Con qué creen que se identificó el pueblo paraguayo para convertir a 7 cajas en la película más vista en la historia del cine de su país?
Nico García: –Yo creo que se han sentido reflejados en el humor, en cómo nosotros llevamos las desgracias, en cómo nos reímos de nosotros mismos. Fueron a ver una película en la que los personajes hablaban como ellos. Ese fue realmente el gran detonante.
Lali González: –También fue la primera película que rompió en taquilla y una las razones radica en que los paraguayos estábamos muy acostumbrados a ver cine de autor, un cine más independiente, más lento. Entonces, el público tenía cierto rechazo al cine paraguayo. Una vez que se estrenó 7 cajas empezó a gustarles a quienes la vieron y se produjo un boca en boca. Incluso cuando se estrenó en Asunción se generó el secreto de que nadie te contara lo que había en las siete cajas. Era impresionante cómo no se contaba aunque eso no era el detonante de la historia. Y se generó una linda conexión entre nosotros y fue lo que dio esperanzas al público y a los que trabajamos del otro lado del cine a seguir haciendo películas.
–¿Buscaron una combinación entre el thriller y la crítica social de las condiciones en que viven muchas personas en Paraguay?
Tana Schémbori: –Yo lo creo así. Cuando leí el guión, le dije a Juanca que me había gustado eso. Había dos lecturas: el público se iba a entretener y el espectador más crítico iba a darse cuenta de que debajo de la superficie había algo.
–Aun así, la película tiene su dosis de comedia. ¿Por qué pensaron esa combinación entre el humor y el drama?
T. S.: –En principio, porque es una forma de contar que nos gusta. Juanca me decía que quería hacer una película “yanqui” pero que, en vez de usar autos, se usaran carretillas. Era también una manera de llegar al público.
L. G.: –Además es importante resaltar que por más que parezca que tenga pizcas de humor, el paraguayo tiene esa personalidad. El que te roba el celular es capaz de contarte dónde está. De repente, el paraguayo cae en lo absurdo. Por eso es que nos reímos tanto al ver la película porque lo que se muestra es así.
–¿Y qué creen que atrajo en el extranjero, en especial en los festivales internacionales, de una película con tanto sabor local?
T. S.: –Es lo que nos preguntábamos siempre con Juanca. Logramos el objetivo en Paraguay, pero el estreno mundial fue en el Festival de Toronto. La gente salía maravillada. Había cosas universales de las cuales se reían todos. Y yo le preguntaba a Juanca cuál era el secreto. Y él me decía: “Yo creo que son personajes queribles”. Porque en Japón, en la India, en Cuba, la película terminaba y la gente siempre aplaudía. Creo que pasa por ahí.
–¿El ambiente del Mercado 4 es en realidad tan hostil y competitivo como se muestra en la película?
N. G.: –Nosotros exacerbamos un poquito el tema de la violencia y también lo de esa oscuridad y ese miedo que te da la noche ahí. Son ocho manzanas y a la noche sí es un poco más complicado. Pero en esencia es así, tiene la energía que se muestra en la noche.
L. G.: –Viene a ser como La Salada acá en Buenos Aires: un mercado grande que es peligroso de noche, sobre todo si andás solo.
–Y también tiene un cruce importante de culturas, ¿no?
L. G.: –También: están los coreanos, los chinos, los japoneses, los paraguayos, los árabes, cada uno con sus locales, y son muy territoriales.
N. G.: –Y se falsifica de todo. Lo curioso que pasó con esta película es que nadie vendió copias truchas de 7 cajas. Se prohibió e hicieron un movimiento entre todos y pusieron carteles de que allí no se vendía. De tanto cariño que pegamos con la gente, ellos mismos, los del mercado, hicieron una campaña para que no se vendieran DVD truchos.
–¿Los carretilleros son personajes queribles en el mercado o son mal vistos en la sociedad paraguaya?
T. S.: –No, son queribles y hay de todas las edades. Es cierto que algunos son pesados. Hay de todo, pero son muy necesarios porque la gente compra cualquier cantidad de mercadería. Entonces, los carretilleros están para transportar las cajas de frutas, verduras y demás.
–¿Por qué la película transcurre prácticamente de noche? ¿Cómo incidió esta decisión en el rodaje?
T. S.: –Fue el sueño de Juanca: le encantó esa imagen que tenía el mercado de noche. Y porque era más controlable. De día, hay una invasión de personas y filmar iba a ser imposible. Aparte, se le ocurrió que toda la historia transcurriera en doce horas. Empieza a la tarde y termina al otro día. Pero más que nada fue por esa magia que tiene el mercado de noche.
–¿Que buena parte esté hablada en guaraní fue para mantener la cultura del lugar en la pantalla o tuvo otro objetivo por parte de ustedes?
T. S.: –No, es como habla la mayoría de la gente que trabaja allí. Buscamos respetar la manera de hablar que tiene el carretillero. Incluso dentro del mercado hay dialectos especiales.
–Lali, ¿su personaje es una combinación entre la niña y la mujer?
L. G.: –Sí, totalmente. Es también un homenaje a la mujer paraguaya porque la mujer paraguaya tiene mucho de Liz: su carácter, está siempre atrás del hombre, lo salva, lo impulsa. Y es quisquillosa, insistente, un poco intensa. Yo tenía veintitrés años y tenía que interpretar a una nena de quince. Entonces, evidentemente se siente esa fusión de interpretar a alguien muy joven, pero yo tenía a la verdadera Liz al lado, que estaba siempre con nosotros, y eso fue una ventaja. Tampoco me podía desprender del todo de lo que yo había vivido. Pero me ayudó muchísimo que mi casa estuviera a pasos del Mercado 4 y que ella estuviera en el rodaje siempre con nosotros porque me permitía rescatar su humor a pesar de todo lo que vivió, porque sufrió abusos, maltratos, vivía sola en una pieza. Entonces, traté de rescatar esa felicidad y esa humanidad que ella transmitía con su sonrisa. Eso me ayudó un poquito a la hora de construir mi personaje.
–Yendo a algo más general, ¿cómo es hacer cine en Paraguay?
T. S.: –Paraguay no tiene en toda su historia más de veinticinco películas. No teníamos una tradición cinematográfica. Tenemos los legados de la producción argentina como, por ejemplo, Armando Bo. Netamente películas paraguayas hay muy pocas, hay algunas coproducciones con Brasil. Y siempre se empezaba y no había una continuidad. Pero en los ’80, Juan Carlos Maneglia y un grupo de gente empezaron a hacer cortos en video, en VHS, porque no había fílmico. Y a partir de entonces se logró una mayor continuidad con los cortos. Y recién todo empezó a florecer en 2003, 2004, cuando nosotros empezamos a hacer series en la tele y se estrenaron largos, hechos en digital para el cine. Hamaca paraguaya, que se hizo en 35 mm, fue la gran sorpresa porque estuvo en el Festival de Cannes. Ahí hubo una continuidad. Y después vino 7 cajas. Tras el estreno, se creó la Universidad del Cine. Ahora hay también una Academia de Cine. 7 cajas despertó algo en la gente. Y ahora hay más de seis películas por rodarse. Hay una primavera del cine paraguayo.
–¿Y al público paraguayo le gusta el cine de su país o es una dificultad llenar las salas con una producción nacional?
L. G.: –Después de 7 cajas, le gusta y está esperando ansioso el cine paraguayo. ¿Por qué? Porque anteriormente, como decíamos hace un rato, estaban más acostumbrados al cine de autor o documental. De hecho, el público paraguayo no está acostumbrado a ir a ver una película al cine. Convengamos que estamos invadidos por la piratería y no tenemos la cultura de ir al cine. Después vino el suceso de Libertad, que fue una película previa a 7 cajas, con 40 mil espectadores, que significó un número record. Y luego llegó 7 cajas, con 400 mil espectadores, que dobló a Titanic. Y es ahí donde nosotros descubrimos que el paraguayo sí quiere ver cine paraguayo. Y ahora con el rodaje de varias películas todos están expectantes. Y lo interesante es que no sólo en Asunción se están rodando películas, sino en otras ciudades como, por ejemplo, Ciudad del Este.
FUENTE: DIARIO PAGINA/12, BUENOS AIRES, 17 DE JULIO DE 2012.-
CINE › UNA PELICULA CON MULTIPLES VALORES CINEMATOGRAFICOS

La circulación más intensa

El film paraguayo apunta al género, la comedia, a la dinámica física y de cámara y sale por demás airoso: la agitada historia del adolescente Víctor encuentra un contexto ideal en ese abigarrado conjunto de pasillos, transitados por un elenco homogéneo.






 Por Horacio Bernades

De intenso tráfico por festivales internacionales desde el momento de su lanzamiento (agosto de 2012), 7 cajas es el segundo film paraguayo en estrenarse en Argentina, después de la magnífica Hamaca paraguaya (2006). La película de Paz Encina se caracterizaba por su absoluto rigor y despojamiento, expresados en una serie de planos contados, fijos y distantes, sobre un contemplativo matrimonio que charlaba escuetamente. Ganadora del Premio del Jurado Joven en San Sebastián 2012, la ópera prima de Juan Carlos Maneglia y Tana Schémbori apuesta, muy por el contrario, al género, a la comedia, a la dinámica física y de cámara, apelando incluso a algún breve fragmento clipero. En algo coincide, sin embargo, con el film de Encina. Coincide en su rigor, no sólo técnico, sino también narrativo, nacido de un planteamiento específico respecto del tratamiento de las tres unidades cinematográficas básicas: tiempo, espacio, movimiento. Un rigor que, a diferencia del opus uno de Encina, tiene en cuenta el gusto de un público más o menos masivo e internacional.
Aunque parezcan de imposible convivencia, podrían detectarse en 7 cajas huellas tan disímiles como las del neorrealismo, el costumbrismo, el tarantinismo. Y hasta, forzando un poco las cosas, las del documental argentino Hacerme feriante (2010). En el sentido de que éste transcurría íntegramente dentro de la laberíntica y abigarrada inmensidad de la feria de La Salada, y 7 cajas tampoco sale jamás de los límites de una feria de ocho manzanas de extensión, el Mercado 4 de Asunción. Es un viernes de abril de 2005 y hace un calor paraguayo allí en el mercado, donde transpirados carretilleros en musculosa compiten a brazo partido por el transporte de embalajes. Fascinado con el mundo de la tele y el cine, el adolescente Víctor (Celso Franco) queda alucinado cuando ve el celular que una amiga le prestó a su hermana para que lo vendiera. La cifra es astronómica para Víctor, pero las vueltas del azar terminan poniéndolo frente a las cajas del título, por cuyo transporte le prometen 100 dólares. Si llega a destino, claro. Esa es la cuestión, cuando la carga es más escabrosa que legal y por ella disputan feriantes, malandras, intermediarios y la policía.
Los méritos de 7 cajas están a la vista. No sólo un elenco de total homogeneidad –sometido seguramente a largos y exigentes ensayos por parte del dúo de realizadores– y una excelencia técnica que va de una fotografía de colores saturados a unos travellings de vértigo, sino, sobre todo, la estricta apuesta al tiempo real y el decorado único, hecho de kilómetros de pasillos tan superpoblados y ensortijados como los de Chungking, en Hong Kong. A propósito: ¿no habrá que sumar Chungking Express, de Wong Kar Wai, a las posibles influencias de 7 cajas? Vaya a saber. Tiempo real, corridas desesperadas (con carretillas o sin ellas) y gran cantidad de personajes cruzándose sin parar aseguran una dinámica vertiginosa. Maneglia & Schémbori apuestan a ella y ganan. Sobre todo porque la circulación no es sólo de gente y carretillas, sino de objetos, deseos e intereses.
Tanta circulación como en Los guantes mágicos o cualquier película de Martín Rejtman. (¿Otro antecedente? Más vale parar con las especulaciones, antes de que se tornen infinitas.) Circulación de cajas, dinero y celulares. Es 2005, y por el solo hecho de poseer cámara, modelos móviles que hoy parecen paleozoicos son cortejados con asombro casi infantil no sólo por Víctor y su amiga Liz (la eléctrica Lali González), sino por policías que recuerdan un poco al sargento García. Hablando de cortejo, cualquiera se da cuenta de que el constante salir al paso de Víctor por parte de Liz –por más que ésta quiera disimularlo con dureza ligeramente sobreactuada– no es casual. Cualquiera, menos el muy ingenuo Víctor. Pero, vamos, 7 cajas no es la clase de película que no le dé a la larga al espectador lo que el espectador desea.
¿Puntos falsos? Los hay. Por un lado, al no espiralarse, a la deliberada circularidad parecería faltarle una quinta marcha. Un poco como el “toquecito” lateralizado de algunos partidos del Mundial. Por otro, uno de los mayores méritos de la película, el de poner a los protagonistas en el mismo plano de sobrevivientes, que no pueden darse el lujo de lo legal o lo moral (pero no por ello dejan de ser unos tipos cualesquiera) se ve traicionado cuando al final algunos de ellos se ponen a disparar como en un thriller yanqui. Y 7 cajas no es, y se nota que no quiere ser, un thriller yanqui. No por nada se habla tanto o más en guaraní que en castellano, con subtítulos ad hoc. Finalmente, los sueños de Víctor por el mundo de la tele, la fama y la celebridad no sólo son trillados, sino que suenan absolutamente “puestos”, lejos de la mecánica inevitable que anima el resto de la película.
7-7 CAJAS
Paraguay, 2012.
Dirección: Juan Carlos Maneglia y Tana Schembori.
Guión: J. C. Maneglia. Tito Chamorro y T. Schembori.
Fotografía: Richard Careaga.
Música: Fran Villalba.
Duración: 100 minutos.
Intérpretes: Celso Franco, Víctor Sosa, Lali González, Nico García, Paletita.
Estreno exclusivo en BAMA Cine Arte.
FUENTE:DIARIO PAGINA/12, 17 DE JULIO DE 2014.-



Invita al Pre-Estreno (Avant Premiere) de la Multipremiada Película Paraguaya "7 CAJAS"
- Un Film de Juan Carlos Maneglia y Tana Schembori -
Martes 15 de Julio -19 horas - BAMA Cine Arte (Diagonal Norte 1150/56) - Ciudad Autónoma de Buenos Aires

Estarán presentes: Tana Schembori (Co-Directora del Film) y los actores: Lali González y Nico García

Esta presentación se realiza con el auspicio de la Embajada del Paraguay, el Consulado General del Paraguay, 
Empresas diversas, y la adhesión de Instituciones de la Colectividad Paraguaya en Buenos Aires.


Al finalizar la proyección la Casa Paraguaya de Buenos Aires ofrecerá un vino de honor

Acceso por invitación - solicitar a: info@arpaproducciones.com. ar  /  15-5469 2449
 Capacidad Limitada -
 REALIZACIÓN

   

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