miércoles, 24 de agosto de 2016

¡El lector en su día...!

El lector

El lector cree que todo está escrito, 
Resultado de imagen para dios como lector, hombr eleyendo eluniversomira el universo con gran angular 
como si fuera un libro abierto, 
que se abre para quien quiera leer,
está siempre hojeándose al viento,
ilustrado de estrellas y ovejitas de nube,
a veces trazado por relámpagos y centellas,
otras, sacudido por truenos y terremotos,
pero como si fuese un libro para leer de paso,
venido del más acá y camino al más allá.

El lector cree que todo esta escrito,
piensa que lo que no está escrito no existe,
pero cuando se abre un libro la noche parpadea
y vuelan espantados de sus pliegues los murciélagos
y se vela y se corta la película de las pesadillas.

El lector cree que todo está escrito,
que todas las personas son libros andantes,
cada hombre que pasa lleva un libro sin escribir
y cada libro escrito, el mucho vivir de los hombres.

Borges imagina el Paraíso como una biblioteca,
para Bradbury el Infierno es una Alejandría en llamas;
para Barrett el libro es una lima para cortar cadenas
y Heine decía, en memoria de las piras inquisitoriales,
donde se queman libros también se queman  personas.

Aunque el lector tiene por laberinto a la biblioteca,
como un minotauro que escudriña entre las páginas
para rescatar a las musas como Ariadnas perdidas
y las arranca de los libros como flores robadas
y las saca a pasear por la vida en cada lectura.

El lector cree que todo está escrito,
cada hombre sin saber escribe día a día su vida
pero sin sospechar siquiera de que Dios es analfabeto
y que aborrece sobremanera de los libros de quejas. 

*Del libro inédito "Poemas de hoy en día" de G.R.S.

lunes, 15 de agosto de 2016

Antequera, el Primer Grito Republicano en América

“El grito republicano en la Hispanoamérica del Siglo XVIII.
Antequera y la metáfora del memorial por Gilberto Ramírez Santacruz”

Por Roxana Gardes de Fernández*
  
El grito de Antequera -2014- es una extensa relación presentada por un figurado relator actual como la transcripción del Memorial de Antonio López Carvallo, ex secretario auxiliar del Cabildo de Asunción y privado del Dr. José de Antequera y Castro. El texto conserva la forma, el capitulado y el contenido ideológico explanado en citas y en la transcripción de documentos del Siglo XVIII.
El acontecimiento histórico
La revolución de los comuneros en Asunción- 1717-1735- logró que una Asamblea popular designara una junta gubernativa y en 1730 el primer presidente en Hispanoamérica,  acontecimientos que exponen profundas reflexiones acerca de la legitimidad del poder del Rey y el ideal de libertad de los pueblos. “Los hombres no nacen esclavos, sino libres (…) El príncipe no puede instituir leyes que no miren al bien común (…)” (Fray Francisco de Vitoria);   el pacto social es el origen del poder, ningún Rey tiene potestad recibida de Dios. “El pueblo ha transferido la potestad en el príncipe bajo la obligación y peso de mirar por la República y administrar justicia (Francisco Suárez).[i] En la organización gubernamental (institucional) del Río de La Plata la Real Cédula del 12 de setiembre de 1537 es el documento clave. Esta Cédula otorga el derecho de designar gobernante en la emergencia de muerte o ausencia del gobernador. En la interpretación del prescripto real el pueblo de Asunción se arrogó el derecho de deponerlos. Sobre esa base designan gobernador a Domingo Martínez de Irala, en 1541 transforman la fortaleza-Casa Fuerte- de Asunción en ciudad con un orden civil no admitido por las Capitulaciones en el Río de la Plata, y deponen al Segundo Adelantado Álvar Núñez Cabeza de Vaca. En torno a Martínez de Irala se instituye una organiza-ción propia, un cuerpo político integrado por  los mancebos de la tierra que actúa en defensa de las libertades del común. Ese cuerpo deliberativo de “comuneros” aceptaba o no a los gobernadores designados por el Virrey de Lima. El texto de Ramírez Santacruz  asedia un acontecimiento de principios del Siglo XVIII, cuando frente al rechazo del gobernador Reyes Balmaceda  la Audiencia de Charcas envía como juez pesquisidor al prestigioso abogado panameño y legislador notable: el  Dr.José de Antequera y Castro. Antequera llegó a Asunción en 1721. Comprendió y apoyó la causa comunera. Pero el Virrey del Perú condenó su actuar. No obstante el común con el ideario de Antequera sostenido por la oratoria de Fernando de Mompox impuso un gobierno propio en 1724, y años después- en1730- en tumultuosa Asamblea se constituyó una Junta gubernativa y se designó al Alcalde de primer voto José Luis Barreiro como primer Presidente. Este sistema se mantiene en la inestabilidad de enfrentamientos constantes hasta que el Gobernador de Buenos Aires Bruno de Zabala venció a los comuneros en Tabapy el 14 de marzo de 1735. Asunción fue sometida a una durísima ley del vencedor: destierros, condenas a muerte, ahorcamientos en público.
El texto del “Memorial” es presentado como la relación de este acontecimiento histórico por un testigo-cronista. La intención marcadamente referencial y la función de testimonio lo hacen corresponder a modelos conceptuales de la historiografía. Pero este texto excede las reglas y restricciones que rigen los tipos ideales o géneros.  
Se trata de una  expresión textual que excede las marcas convencionales de  las definiciones esencialistas de género. Un enfoque pragmático define a los géneros como reglas o normas: modelos ideales  –que conceptualizados- orientan  la configuración del artefacto textual. En la recepción –comprensión comunicativa-  son un conjunto de conocimientos asociados a un concepto, concepto que al leer se despliega en inferencias articuladoras de los nodos semánticos y los aspectos formales. El planteo teórico surge cuando el concepto  que rotula el texto es tan extenso, tan inclusivo de rasgos diversos  que desplaza el texto a los márgenes disciplinares.
 Nuestro estudio  postula revisar la lógica de las clasificaciones genéricas,  asediando  la dimensión épica de las crónicas. Las convenciones marcadoras de clase [ii] focalizan   la expresión de una actitud,  o la configuración de mundos, o  las construcciones verbales y/o   los efectos previsibles en los lectores.
En el enfoque expresivo que analiza la relación particular entre la página escrita y el modo en que el autor concibe la vida, distinguimos el modo épico.. Un modo que expone un principio y la realización de ese principio en la dialéctica  “yo” / “mundo”   y desde su ethos o particular forma de situarse en el mundo. La actitud ética, la visión del autor se expresa en una presentación y se representa en un mundo.[iii]
En el enfoque mimético de los mundos según el cual la literatura, que es un orden de palabras, imita el orden de una naturaleza del arte regida por modelos de imaginación, señalamos que en esos mundos siempre es posible diferenciar dianoia y mito. Esto es: el ideario o eje de pensamiento y el argumento que lo desarrolla en una secuencia de sucesos hipotéticos. [iv] Y si bien el elemento que predomina determina los centros de anclaje de modo que las obras sobre mitos se centran en la ficción interna del protagonista y  las obras temáticas subrayan la relación entre el escritor y la sociedad estableciendo  una especie de ficción externa al mito; la épica, en su articulación, alterna en dialéctica  los dos aspectos  porque las figuras hipotéticas se esbozan como núcleos éticos.  Y es que  su génesis desde una visión esperanzada proyecta  un mundo altamente deseable. Entonces  los objetos de imitación son hombres superiores y los argumentos del  modo épico se categorizan como expresión de una alta mimética.
Al focalizar la articulación verbal de la mímesis en la ficción narrativa, el narrador se evidencia como una función central de la narración. Y en la épica siempre se expone en una perspectiva dual. Hay informe y auto-referencia, hay inventario y una visión ética. Si bien el narrador no opina directamente  y crea sujetos que opinan, y si los “sucesos objetivos”  se producen en la mente de un personaje, siempre hay una perspectiva exterior a la subjetividad de los personajes. El narrador narra a los personajes y cita lo que piensan los personajes,[v]  pero el nodo de la articulación épica es el planteo de una presentación ideológica –un eje- que se proyecta a una representación figural y escénica de los personajes, de la acción y del contexto histórico.
Consideremos la actitud, el mundo creado, la articulación verbal del artefacto.
Situado en el contexto de las democracias hispanoamericanas confiscadas con una 
preocupación social de base ética, desde un hipotexto  que es el Memorial comunero y el conjunto de documentos reunidos en el Tomo II, Gilberto Ramírez Santacruz articula magistralmente un acontecimiento actualizando testimonios pasados y presentes en un juego de voces y visiones en perspectiva.
El mundo del texto: La dianoia el eje de pensamiento sobre la legitimidad del poder y el derecho de la libertad da coherencia absoluta al texto de  complejísima estructura. El eje temático se expone en la dedicatoria, que implica al lector en la valoración de la libertad;  en el “Pretexto” y en el “Colofón” delineando el marco más amplio de la articulación. Ya en el “Pretexto” - presentación de una actitud ética frente a la historia- el mundo representado se delinea en una dialéctica: un juego en el plano semántico  de dos ejes: 1) el de la lucha comunera  como  pasión inquebrantable por la liberación y 2) el conflicto que en las  instituciones se da entre los principios de origen  y la tergiversación posterior de esos mismos principios.
En el “Memorial”  el drama humano se ubica con Antequera legista en Lima, oidor de la Audiencia de Charcas, pesquisidor en Asunción, Jefe de los comuneros paraguayos, prisionero en la cárcel del palacio de la Inquisición, y condenado al cadalso. Veamos  su Informe sobre el Gobernador Reyes Balmaceda:
El primero capítulo: Porque faltando a la fidelidad y religión del juramento, luego que entró a dicho gobierno, había movido guerra contra los indios infieles de la nación payaguá, que estaban en paz y avecindados (…) El tercero capítulo se redujo al de trato y contrato contra las Leyes Reales, perjudicando gravísimamente al comercio de aquella provincia, (…) El sexto capítulo fue tener cerrado el comercio de aquella Provincia con las demás, sin permitir ni la correspondencia de cartas, teniendo puestos guardias en todos los caminos, para que las que saliesen de aquella ciudad, las registrase primero dicho gobernador, y las que entrasen, se las llevasen las guardias a casa de dicho gobernador, en donde sólo repartía las cartas que le parecía, a fin de impedir los recursos a los tribunales superiores (…) (Pp.107- 110)

El relato, por quien compartió el destino de persecuciones e injusticias y fue testigo de su fortaleza, adquiere en algunos fragmentos de esta transcripción por el relator actual, el tono exaltado y la articulación retórica de la oratoria que a la manera de Cicerón y en la necesidad de persuadir traslada los hechos a la historia universal.
Era Fernando de Mompox un brillante orador (…) sostenía que ‘por derecho natural la potestad soberana, cuyo origen viene de Dios, pertenece a la Comuni-dad’ (…) ‘todos los hombres son libres y naturalmente iguales’ (…) ‘el reino no es del Rey; sino de la comunidad y el mismo poder real es por derecho natural de la comunidad y no del rey; y por tanto no puede la comunidad absolutamente abdicar este poder’ (…)  el ideal comunero [de Antequera] conminaba a que, necesariamen-te entre el Gobernador surgido de la potestad comunitaria, el Cabildo Abierto inte-grado por regidores electos por la plebe y el Pueblo Común (…) forjarían el autén-tico gobierno del Paraguay (…) (Pp.241-242)     

Así hay amplificaciones en los dos planos, en el de los acontecimientos y en el de los discursos.
En el plano de los acontecimientos el pensar de Antequera, su grito y la posterior acción de Fernando de Mompox en Asunción se proyecta a otras manifestaciones en América: “El Grito de la Vecindad de Corrientes”, “El Grito de los vegueros de Cuba y de los barrios de Quito”, “El Grito de los Tupac Amaru”, “El Grito de José Antonio Galán”, “El Grito de Tupac Catari”, “El Grito de los Centauros del Tucumán”.     Y si los nombres de gobernadores oidores y virreyes, son hitos de la realidad histórica del Paraguay y de América y figuras ficcionales representativas,   la articulación reenvía no sólo a crónicas o relatos sobre los acontecimientos, sino también a la producción lite-raria: a Virgilio- Siglo-I /I,  a Esquilo –IV,  a Platón-V,  y hace retroceder el aconteci-miento al mito de Prometeo y a la dianoia eje del mito: el hombre en sus limitaciones.  Entonces, del mito a los grandes ideólogos de la humanidad por un lado y frente al propósito de la magna misión espiritual del hombre en su espacio; las acciones de destrucción del hombre por el poder. Desde otro tiempo y otra geografía  Nicolás Maquiavelo y sus consejos de crímenes y asesinatos dados al príncipe para retener el poder. Sobre esta semántica profunda, el relato de acontecimientos actualiza las acciones de la conquista: el encuentro de las razas y la reducción de culturas. Los errores por una óptica limitada como la de José Cardiel en Breve relación de las misiones del Paraguay y costumbres de los guaraníes o la del Padre José Eusebio Nïeremberg en el libro: De la diferencia entre lo temporal y lo eterno  impreso en 1705 en la Reducción de Santa María la mayor. Un accionar configurado también desde la ironía de Voltaire en Cándido o por  la descripción de Schiller en El gobierno jesuítico en Paraguay en ese juego de universalización que (autentifica) legitima esta circunstancia histórica. En contraste dialéctico: en la articulación discursiva de la semántica, juegan, las páginas éticas: las proclamas de Fernando de Mompox, o  la “Carta de José de Antequera y Castro”  escrita desde la cárcel de Lima al obispo José de Palos, en 1727:  ‘(…) sólo quisiera poner en la gran consideración de V.S. Ilma., que mis operaciones,(…), dimanaron de atender a la utilidad pública, y no a la particular mía, porque aquélla es la suprema de las Leyes, como lo enseñan las de las 12 Tablas en el Derecho: Utilitas publica suprema lex est (Beneficio público es la ley suprema) (…)”   (Pp.47-48).
La novedosa estructura –un juego de círculos o de capas superpuestas- es además una  articulación en dialéctica por la confrontación de aspectos diversos. En efecto, hay relatos de acontecimientos y relatos de discursos: se narran los hechos y lo que se dijo sobre los hechos.  Se dispone entonces un juego de puntos de vista y multiplicidad de voces, discursos sobre discursos en alternancia de niveles que instalan una  parábola del memorial de base- hipotexto- estructura profunda y motivación primera.
La articulación externa esboza los marcos del relato, en un desplazamiento de lo externo a lo interno. Dentro de un primer marco, un segundo marco discursivo  rodea al relato propiamente dicho: “El grito de Antequera”  o  “Memorial de la causa comunera”.  El emisor López Carvallo, secretario de Antequera y testigo de los hechos, expone:
1. La “Proclama de José de Antequera y Castro”, 2. un “Epígrafe”- cita en latín de la Eneida de Virgilio, 3. el “Exordio”  y 4. otro “Epígrafe” –una cita, también en latín de la Metamorfosis de Ovidio. El exordio presenta la temática del memorial en una oposición dialéctica. Es la verdadera historia de la revolución comunera frente a testimonios falsos. Hay un trayecto de la idea a la imagen. El narrador se mueve hacia la historia como un relator, o  testigo-narrador o protagonista-narrador. Y si sólo la visión panorámica del narrador omnisciente puede cubrir la extensión de los acontecimientos que abarcan las crónicas, por determinados procedimientos  técnicos que resaltan la índole de artefacto literario, el autor esboza figuras en una representación de omnisciencia selectiva múltiple. Se dramatizan  imágenes en reflejos. Pensamientos, percepciones, sentimientos  en el interior de una conciencia, nodo de la articulación figural.  El ojo que ve, el pensamiento, la idea pertenecen a alguien en el libro; pero, de hecho, hay dos cerebros en la idea, detrás del ojo y uno de ellos es el del autor que adopta y comparte la posición del relator, el testigo, la figura del personaje histórico.
Entonces el discurso del Relator incluye la representación del testigo, su discurso que refiere las acciones y argumenta lo narrado con los discursos de la figura –personaje-  histórico, sus proclamas, sus cartas, sus arengas. Así,  el pensamiento filosófico - trasfondo del accionar- es reproducido por citas textuales y narrativizado, transportado al marco de las figuras. La suma de voces adquiere dimensiones diversas. Por un lado se distinguen las expresiones  de Antequera con la marca precisa de la cursiva, en estilo directo, configurando  al ideólogo en la dimensión de su lenguaje, y actualizando el contexto de su lucha por las citas de cláusulas del Rey, de informes de los pesquisi-dores o –en cita textual- el discurso de bienvenida pronunciado por Juan de Mena y Velazco en Asunción para recibir a Antequera. Por otro lado se proyecta y amplifica el ideal  del común amalgamando una suma de voces en una misma expresión. Por la indefinición de emisores intercambiables en las expresiones del lenguaje se superponen el pensar de Antequera, el pensar del testigo, su secretario y escriba en el contexto del Siglo XVIII, el pensar de Mompox y el del Relator actual que transcribe.  En esta omnisciencia selectiva múltiple el discurso indirecto libre borra las marcas del emisor. Y al borrarse los límites entre  las fuentes de emisión, la expresión es de Antequera transportada al marco de la historia, la expresión es también del secretario escriba personaje histórico y  figurado en este relato y es expresión del Relator actual que transcribe. Son emisores de un mismo ideal humanista. El eje de pensamiento atraviesa los marcos abarca hechos/acontecimientos, sumando circunstancias espacios y tiempos. El Relator –Gilberto Ramírez Santacruz - configura este universo interno, propio del texto,   inscribiendo los motivos de la historia de Paraguay  en la historia del mundo:
    DE VILLALAR A TABAPY. Sin tapujos ni miramientos, entraron las fuerzas al Paraguay y arrasaron con todo signo de vida que encontraron a su paso, (…) Sin embargo el pueblo paraguayo nunca renunció a su destino (…) Como aquéllos héroes de Castilla que murieron luchando y fusilados en Villalar, los comuneros paraguayos tuvieron su fin provisorio en la Batalla de Tabapy (…) (P.329
El acontecimiento que se ubica en un tiempo puntual y en un espacio se amplifica universal, absolutamente. El eje metadiscursivo instalado en los epígrafes se cierra en un Colofón  por emisores que se desplazan. “He escrito” –dice el secretario de Antequera - entre los años 1726/1792 y en Asunción,  Córdoba, Chuquisaca, Potosí, Lima; “he escrito”,  dice el figurado Relator actual  que situado en “el Caos de la vida, y la accidentada existencia de Gea” (P. 586), en el  “nepotismo enquistado” de nuestras democracias se implica en  la apropiación del ideal arcádico de  Virgilio, anticipado en los epígrafes con citas de la Eneida sobre el peregrinar de Eneas y sintetizado en la expresión de Títiro en la Égloga Ilibertas quae sera tamen”. En esta épica novelada (novela épica, según Carpentier) el efecto en el lector es la implicación en una exigencia de desplazamiento hacia la dimensión épica. Y desde ese horizonte, en el tiempo aion del ethos,  en la apropiación de la metáfora del grito- sentimiento de libertad hecho palabra-  pueda instalarse en el símbolo* del nous arcádico: la organización armónica de la vida en el suelo propio.
 
*Ponencia pronunciada por la doctora Roxana Gardes de Fernández en el VIII Simposio Internacional de Narratología, llevado a cabo los días 27, 28 y 29 de julio de 2016, en la sede de la Universidad El Salvador de Buenos Aires, Argentina. 




[i] Fray Francisco de Vitoria en sus Relecciones: “cada uno de los hombres es solamente para Dios y para sí mismo. Los hombres no nacen esclavos, sino libres (…) El príncipe no puede instituir leyes que no miren al bien común (…)” (Relecciones teológicas profesadas en Salamanca entre 1526 y 1541). El Padre  Francisco Suárez propone la teoría del pacto social como origen del poder. Ningún Rey tiene potestad recibida de Dios. “El pueblo ha transferido la potestad en el príncipe bajo la obligación y peso de mirar por la República y administrar justicia; y el príncipe ha aceptado así la potestad como la condición. Si el rey cambiase en tiranía su potestad justa, abusando de ella para el daño manifiesto de la ciudad, podría el pueblo usar su potestad natural para defenderse, porque de ésta nunca se ha privado. La República toda puede deponer al rey, (…) Porque si el rey tiene la potestad recibida del pueblo, siempre depende de él; luego la potestad del pueblo es superior.” Francisco Suárez: Tratado de las leyes y de Dios legislador. Citados por Efraím Cardozo: El Paraguay colonial. Asunción. El lector.1991.P.147.
[ii] Emil Staiger: Grundbegriffe der Poetik. Zurich.1963 (6°edición ampliada); Paul Hernadi: Teoría de los géneros literarios .Barcelona. Antoni Bosch editor.1978; Northrop Frye: Anatomy of Criticism.1957. Nueva York. Atenehum.1968; Paul van Tieghen: “La Question des genres littéraires”. París. Helicon I. 1938; Pierre Kohler: “Contribution a una philosophie des genres”. París. Helicon I. 1938; Walter Mignolo: “Géneros literarios y tipología textual” en Teoría del texto e interpretación de textos. México.UNAM.1986. Costanzo di Girolamo: Teoría crítica de la literatura. Barcelona. Crítica.1982.
[iii] Ernest Bovet: Lyrisme, épopée,drame-1911; Ernst Hirt: Das Formgesetz der epischen, dramatischen und lyrischen Dichtung-1923.
[iv] Northrop Frye: Anatomy of criticism- 1957. Utiliza el término género con dos sentidos. 1. Convenciones sobre la estructura del argumento, 2.características de la estructura verbal. Este autor diferencia el mito como argumento y la dianoia como tema, como eje de pensamiento. Mientras  mito determina el contorno temporal de una obra como la secuencia de sucesos hipotéticos, la dianoia mantiene la obra unida en una configuración de significado casi espacial, simultáneo. El mito despliega la dianoia en argumento.
[v] Wolf Dohrn considera que la percepción épica de un lector comprometido hace que reaccione ante un objeto que tiene integrado al narrador. Paul van Tieghem señala el papel del público y sus expectativas como que inciden al establecer las convenciones. Pierre Kohler en “Contribution a una philosophie des genres” (en Congreso de Lyon-1939 sobre Historia de la literatura) señala que  los géneros son como contratos entre los productores y los consumidores de arte. El escritor observa la disciplina de los géneros para transmitir. Norman Pearson en Formas literarias y tipos- 1941-considera que los géneros son imperativos institucionales que fuerzan y son forzados por el escritor.

BIBLIOGRAFIA:

RÁMÍREZ SANTACRUZ, Gilberto: El grito de Antequera. Memorial de la causa comunera. Asunción randurá. 2014. T. I

RÁMÍREZ SANTACRUZ, Gilberto: El grito de Antequera. Documentos históricos y literarios. Asunción. Arandurá. 2014. T. II

CALVINO, Italo: Una pietra sopra. Torino. Einaudi.1980

CARDOZO, Efraím: El Paraguay colonial. Asunción. El Lector. 1991.

CARPENTIER, Alejo: Tientos y diferencias. Montevideo. Arca.. 1967

DE GIROLAMO, Costanzo: Teoría crítica de la literatura. Barcelona. Crítica. 1982. Cap. VIII “Los géneros del discurso”

HERNADÍ, Paul: Teoría de los géneros literarios. Barcelona. Antony Bosch. 1978

LAGMANOVICH, David: Estudiar literatura. San Miguel de Tucumán. Universidad Nacional de Tucumán.1992.

SERRA,E.; TOMASSINI,G.; COLOMBO,S.M.: Poética del cuento hispanoamericano. Rosario. Universidad Nacional de Rosario. 1994.

SOLÍS  LORRENTE, Ramón: Génesis de una novela histórica. Ceuta. Instituto General de Enseñanza Media. 1964

SPANG, K.; ARELLANO, I.; MATA, C.: La novela histórica. Teoría y comentario. Navarra. Ediciones Universidad de Navarra.1998. 2° edición.

VERDUGO, Iber: El carácter de la literatura hispanoamericana y la novelística de Miguel Ángel Asturias. Guatemala. Universidad de San Carlos de Guatemala. 1984.

sábado, 6 de agosto de 2016

Miguel Hernández, un pastor de Orihuela

EL PASTOR DE ORIHUELA


Por Edmundo Moure*

En la cuna del hambre
mi niño estaba.
Con sangre de cebolla
se amamantaba.
Se acaban de conmemorar los 74 años de la muerte física del gran poeta Miguel Hernández Gilabert, quien nació en Orihuela, Alicante, hoy Autonomía de Valencia, el 30 de octubre de 1910, y falleció el 28 de marzo de 1942, en la cárcel de Alicante; debiéramos decir, en una de las perores mazmorras del franquismo, víctima del odio cerril y de la tuberculosis. Lo distingue Dámaso Alonso, como “epígono genial” de la Generación española del 27. Pablo Neruda, que le apoyara generosamente en sus inicios, escribe del Pastor de Orihuela:
"Recordar a Miguel Hernández, que desapareció en la oscuridad y recordarlo a plena luz, es un deber de España, un deber de amor. Pocos poetas tan generosos y luminosos como el muchachón de Orihuela, cuya estatua se levantará algún día entre los azahares de su dormida tierra. No tenía Miguel la luz cenital del Sur como los poetas rectilíneos de Andalucía sino una luz de tierra, de mañana pedregosa, luz espesa de panal despertando. Con esta materia dura como el oro, viva como la sangre, trazó su poesía duradera. ¡Y éste fue el hombre que aquel momento de España desterró a la sombra! ¡Nos toca ahora y siempre sacarlo de su cárcel mortal, iluminarlo con su valentía y su martirio, enseñarlo como ejemplo de corazón purísimo! ¡Darle la luz! ¡Dársela a golpes de recuerdo, a paletadas de claridad que lo revelen, arcángel de una gloria terrestre que cayó en la noche armado con la espada de la luz!"
En mi propio “exilio financiero” en Buenos Aires, entre septiembre de 1989 y diciembre de 1990, conocí al poeta y escritor paraguayo, Elvio Romero, nacido en el pueblo de Yegros, en el interior campesino del Paraguay, en 1926. A fines de la década de los 90, él era director de una editorial bonaerense… Me lo presentó el poeta Aristóteles España, en cuya casa de Lavalle encontré providencial refugio y cálido hogar.
Quizá por semejanza de origen y hermanamiento de sensibilidades estéticas, Elvio Romero era entusiasta admirador y conspicuo estudioso de la poesía de Miguel Hernández. En nuestra segunda reunión, en el café Tortoni, me obsequió su exquisita biografía, Miguel Hernández, Destino y Poesía, que leí con especial regocijo.
El ejemplar, que conservo, es de la primera edición de 1959, con la correspondiente dedicatoria de Elvio, fechada el 30 de noviembre de 1989, en la capital del Plata. Desde el inicio de la lectura se puede apreciar el cariño del autor por el notable poeta-personaje, cuya vida va detallando con amorosa dedicación y certero conocimiento. Nos narra su difícil infancia, la negativa de su padre para que continuara sus estudios, forzándolo a hacerse pastor de ovejas; un hecho común entre los siervos de la tierra, atados a la inmutable rueda de una existencia de expoliación y miseria, en la que los padres solo esperan un relevo o una ayuda material de los hijos, para aliviar la carga insoportable del trabajo rudo, de sol a sol, sin otro descanso que la noche que les abraza en cotidiano y mezquino alivio. El padre suele golpearle de manera brutal, y es posible que allí tengan su origen las atroces cefaleas que sufría el poeta. No obstante, se las arregla para leer en las pausas de su trabajo pastoril, con la devoción de quien se entrega con cuerpo y alma al “vicio impune”.
Un carnívoro cuchillo
de ala dulce y homicida
sostiene un vuelo y un brillo
alrededor de mi vida.
Rayo de metal crispado
fulgentemente caído,
picotea mi costado
y hace en él un triste nido.
Mi sien, florido balcón
de mis edades tempranas,
negra está, y mi corazón,
y mi corazón con canas.
Con veinticuatro años (1934), Miguel deja Orihuela y viaja a Madrid. Sus expectativas son desmesuradas, imagina que será recibido como un poeta consagrado, pero la desilusión no se hará esperar. Salvo el poeta Vicente Aleixandre (Premio Nobel 1977) y el vate chileno Pablo Neruda (Premio Nobel 1971), que le acogen con generosidad y beneplácito, el resto de poetas y escritores, ya célebres, le dispensan la frialdad habitual de ese tipo de cenáculos, donde suelen primar la envidia y la desconfianza. Sus desacuerdos con Federico García Lorca se harían patentes, dejando entrever la distancia generacional que les separaba (Lorca era doce años mayor), y hondas diferencias en la concepción estética y en el compromiso político de la escritura. No obstante, Hernández funda con Aleixandre, quien le acoge en su casa como a un hermano, la revista Caballo Verde para la Poesía.
Quien influirá, ideológica y estéticamente en su poesía, va a ser Pablo Neruda. Las revolucionarias ideas, sociales y estéticas, del vate chileno, impresionarán al joven poeta campesino, alejándolo de su primera intencionalidad católica. Este proceso le llevaría a tomar partido definitivo por la República, transformándose en un rapsoda combatiente, que alternará el fusil con las octavillas poéticas y las arengas libertarias en medio del fragor de las trincheras. Asimismo, colaborará con entusiasmo en las Misiones Pedagógicas, iniciativa inspirada en el gran maestro laico de la República, Giner de los Ríos, con el propósito de instruir al pueblo y acercar la cultura a los sectores más desfavorecidos de la desigual sociedad española.
En medio del fragor de la lucha, se casa con Josefina Manresa, con la que tendrá dos hijos, el primero de los cuales muere en 1938; el segundo, que le sobrevivirá, nace en 1939, a quien dedica desde la cárcel las celebradas Nanas de la Cebolla. Durante la contienda fratricida, publica una serie de poemas en las revistas El Mono Azul, Hora de España y Nueva Cultura, y ofreció numerosos recitales en el frente de combate.
En cuanto a la amistad, esa otra forma del amor, Miguel Hernández la conocerá tempranamente con Ramón Sijé (José Ramón Gutiérrez), tres años menor que él, de familia acomodada y estudios académicos. Ramón supo apreciar el talento de Miguel y lo apoyó con atinados consejos, con el complemento de buenas lecturas y aun mediante contribuciones económicas. Su prematura muerte, producto de una septicemia aguda, ocurrida en diciembre de 1935, constituyó un durísimo golpe para Miguel Hernández, magistralmente volcado en su estremecedora Elegía:
No hay extensión más grande que mi herida,
lloro mi desventura y sus conjuntos
y siento más tu muerte que mi vida.
Ando sobre rastrojos de difuntos,
y sin calor de nadie y sin consuelo
voy de mi corazón a mis asuntos.
El 1 de abril de 1939, Francisco Franco declara finalizada la guerra. Pero la muerte había desbocado sus corceles y la paz oficial hizo de España un gigantesco muro de ejecuciones sumarias. Miguel Hernández trató de cruzar la frontera portuguesa, sin éxito. Estuvo prisionero en Huelva y Sevilla, y luego en la cárcel de Torrijos, en Madrid. Fue liberado sorpresivamente, y desoyendo los consejos de quienes le recomendaban el exilio en Sudamérica, retornó a Orihuela, donde fue detenido y trasladado a Madrid, para ser condenado a muerte. La ejecución no se cumplió, y el poeta fallece a los treinta y dos años de edad, abatido por la enfermedad y la implacable inquina de los conjurados… Se cuenta que no pudieron cerrar sus grandes ojos de “niño yuntero”. Quizá sea su más certera metáfora para el que supo ver y descubrir y desvelar aquello que otros no vieran…
Vuelvo a Elvio, el poeta paraguayo, el amigo que me tendió una mano en los días amargos de Buenos Aires, como lo hicieran también Poli Délano y Carlos Fernández… Elvio Romero me contó de su vida de militante como comunero, cuando antes de cumplir los 21 años debió abandonar esa “profunda tierra” que amaba como a una madre. Buenos Aires se transformó en su hogar definitivo y en una virtual universidad, como lo ha sido para muchos inmigrantes. Pero su patria era parte de una honda saudade que está presente en toda su obra y, sobre todo, en su vibrante poesía, de inequívoco acento guaraní.
Y en el fraternal paralelo que establezco entre poetas de raigambre campesina –y recuerdo tambiéna Efraín Barquero-, les abrazo a ambos, como hermanos de España y de la América morena, unidos en esta “castellana lengua” que heredamos de los “conquistadores torvos”, según escribiera Pablo Neruda, jinetes iracundos que nos dejaron las perdurables “piedrecitas luminosas” del idioma, con las que seguiremos construyendo el edificio infinito y asombroso de las palabras.                                                                                                                                               Marzo 2016
*Edmundo Moure Rojas. Poeta, Escritor y Tenedor de Libros. Nació en Santiago de Chile, el 4 de febrero de 1941, hijo de Cándido Moure Rodríguez, gallego, nacido el 12 de febrero de 1912, en Santa María de Vilaquinte, Carballedo, Lugo; emigrado a Argentina en diciembre de 1924, y, en abril de 1933, definitivamente, a Chile; y de Fresia Rojas Ramírez, chilena, nacida en Valparaíso, Chile, el 31 de diciembre de 1913, descendiente de extremeños. Moure Rojas posee la doble nacionalidad, chilena y española, desde 1992.