martes, 5 de abril de 2011

¡No llores si me amas...!

No llores si me amas.

¡Si conocieras el don de Dios y lo que es el Cielo! ¡Si pudieras oir el cántico de los Ángeles y verme en medio de ellos!

¡Si pudieras ver desarrollarse ante tus ojos los horizontes, los campos eternos y los nuevos senderos que atravieso!

¡Si por un instante pudieras contemplar, como yo, la belleza ante la cual todas las bellezas palidecen!

¡Cómo!¿Tú me has visto, me has amado en el país de las sombras y no te resignas a verme y amarme en el país de las inmutables realidades?

Creedme:cuando la muerte venga a romper las ligaduras, como ha roto las que a mí me encadenaban, y cuando un día, que Dios ha fijado y conoce, tu alma venga a este Cielo en que te ha precedido la mía, ese día volverás a ver a aquella que te amaba y que siempre te ama, y encontrarás tu corazón con todas sus ternuras purificadas.

Volverás a verme,pero transfigurado, extático y feliz, no ya esperando la muerte, sino avanzando contigo, que me llevarás de la mano por los senderos nuevos de la luz y de la vida, bebiendo con embriaguez a los pies de Dios un néctar del cual nadie se saciará jamás.

Enjuga tu llanto y no llores si me amas.

San Agustín de Hipona
"El hijo de las lágrimas de su madre"

Puedo escribir los versos mas tristes de mi vida...

Perdón, Neruda,
hoy puedo escribir los versos más tristes de mi vida...

Escribir, por ejemplo,
se apagó la poderosa llama de mi madre como un débil candil,
dejando en su lugar todo el esplendor de su paradojal vida,
la enseñanza que legó con su didáctica de amor y entrega,
maestra en el arte de dar y siempre reticente en el de recibir.

Gracias, Neruda,
tu poema es una herramienta para segar este mundo de dolor.

Y escribir, por ejemplo,
inabarcable resulta el campo que sembró mi madre de alegría,
multiplicados el pan y el alfabeto que repartió en sus aulas,
inagotable el amor que volcó en sus innumerables hijos,
aquellos que surgieron de la fragua de su sangre y espíritu.

Posdata, Neruda,
ya escribí los versos más tristes de mi vida...

Sin embargo, no alcanzan para enjugar el mar de nuestras lágrimas,
dejado por mi madre al partir con su mágica alegría a toda prueba,
pero serán luces que nos guiarán en los túneles oscuros de la vida
y será poco el tiempo para llorar su muerte y gozar sus recuerdos.

Gilberto Ramírez Santacruz
Buenos Aires, 5 de abril de 2011.-

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