viernes, 26 de septiembre de 2014

¡MIlia Gayoso Manzur y su novela en clave de ríos...!

A propósito de “Donde el río me lleve”
de Milia Gayoso Manzur

Las ideas poéticas más difundidas y aceptadas para definir al Paraguay son aquellas que nos hablan de una “Isla rodeada de tierra”, en una metáfora de Augusto Roa Bastos, y “La isla sin mar”, en el título de una novela de Juan Bautista Rivarola Matto, además de la historiografía en general que nos reseña al Paraguay aislado, primero en los siglos XVII y XVIII por las revoluciones intermitentes de los comuneros; pero yo diría más bien en este caso, el Paraguay arrinconado  por el pujante y avasallante poder religioso, político y económico de las Misiones Jesuíticas; luego de la Independencia Nacional de 1811 y con los gobiernos de Rodríguez de Francia y los López el Paraguay, por su radical defensa de la soberanía, su modelo de desarrollo económico  sui generis y la socialización de sus tierras y riquezas, llevados a cabo contra la corriente de la revolución liberal que recorría el mundo entonces, por cuyas características extraordinarias el Paraguay sería considerado como un país auto aislado por política  de defensa y llevarían a los célebres viajeros que lo visitaron sostener una teoría desfavorable al describirlo como “la incógnita del Paraguay”, como resultado de una incomprensión absoluta de la razón de ser de una pequeña nación y su desarrollo ejemplar contra viento y marea de su tiempo político.
Sin embargo, como dijera aquel poeta “los ríos son caminos que andan”, el mismo nombre Paraguay, remite su etimología en guaraní, igual que el Paraná, a “aguas que van al mar” o ”aguas que llevan al mar”, de ahí la asociación inmediata con la novela de Milia Gayoso Manzur, “Donde el río me lleve”, el río como camino que anda y que es capaz de llevarnos  tan lejos como a nuestro propio destino. Y como dijera tan bellamente el poeta y dramaturgo Julio Correa, en su libro “Cuerpo y Alma”:
                 El río es un gran poeta 
                 que va cantando su ensueño
                 de amor y de libertad
                 en la guitarra del viento.
                 El río es un gran poeta
                 que dice un poema inmenso
                 en el lenguaje de Dios.

Pero éste mismo río había traído a dos contingentes de 500 criollos paraguayos cada uno, como voluntarios combatientes, durante las dos invasiones inglesas, pocos años antes de la Revolución de Mayo de 1810, de entre los cuales había salido el soldado libertador junto al general San Martín el coronel José Félix Bogado. Asimismo, desde finales de la Guerra del Paraguay contra la Triple Alianza en 1870 y hasta la fecha, por motivos políticos o económicos en general, este mismo río sigue llevando y trayendo como un verdadero camino que anda a cientos de miles de paraguayos en busca del mar o mejores horizontes para su destino. Configurando para el paraguayo el destierro como una verdadera tragedia para su ser y su identidad, que muchos extranjeros notaron el apego existencial a su tierra de los paraguayos y dejaron escrito en su crónicas de viaje. Incluso ubo alguien que, al parecer fue Félix de Azara, arriesgó la idea de que “el paraguayo no sobrevive fuera de su tierra, porque su sangre está compuesta de la misma sustancia de la tierra”. Pero el poeta Hérib Campos Cervera describió su doloroso exilio y desconsuelo en el poema “Un puñado de tierra” como:
            Un puñado de tierra,
            con el cariño simple de sus sales
            y su desamparada dulzura de raíces.
            Estás en mí con todas tus banderas,
            con tus honestas manos labradoras
            y tu pequeña luna irremediable.
            Un puñado de tierra:
            Eso quise de Ti
            y eso tengo de Ti.

En el mismo sentido, el Roa Bastos poeta dice en sus versos denominados “Los hombres”: “Tan tierra son los hombres de mi tierra… Tan tierra son que son ellos la tierra…”  Pero los embates del destino arrancan a los hombres y mujeres de cuajo de su tierra, los echan a andar como camalotes y jangadas por “Donde el río los lleve”. Para luego escalar en esta generosa tierra que nos permitió no solo sobrevivir a la tragedia del destierro sino, además de fortalecer nuestro fraternal vínculo con la tierra añorada, ayudamos con el trabajo y sueños irrenunciables a engrandecerla como nación. A esta altura de la historia de las inmigraciones en la Argentina, los paraguayos constituyen la colectividad más numerosa de entre los extranjeros que residen legalmente. Conformamos para el Paraguay, como se dice siempre, en Buenos Aires la ciudad más poblada de paraguayos, que Milia Gayoso Manzur en su paso por la Feria del Libro del 2011 y recorrida por el centro de Buenso Aires, aquella vez en su condición de periodista retrató a los compatriotas y sus descendientes que vivimos en la Argentina como “Los hijos del techaga’u”, “Los hijos de la añoranza”, con una caracterización impecable que quiero compartir con ustedes: “¿Es paraguaya?”, preguntó un joven cartonero en la avenida Florida. “Mi madre también”, dijo, agregando un gentil piropo. Por las calles, en los centros comerciales, en el subte a la hora del regreso a la casa, luego de largas horas trabajando en las obras, en los comercios, en las casas particulares… miles de paraguayos reconocen la tonada de los visitantes y se hacen conocer. En cualquier parte del mundo, es maravilloso encontrar un compatriota que te traiga el aroma de la tierra, porque el techaga`u es la peor enfermedad que ataca a los paraguayos que han emigrado.”

Gilberto Ramírez Santacruz
Buenos Aires, 29 de agosto de 2014.-

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