viernes, 26 de mayo de 2017

Requiem por unas vías muertas...!

réquiem por unas vías muertas

¡mucha gente poca plata! ¡mucha gente poca plata!
¡sobra guarda raja falta! ¡sobra guarda raja falta!
                                             
todavía hoy marcan la mirada de mis recuerdos
tus plateados trazos que se hundían en el horizonte
como espadas infinitas y brillantes contra el destino
que parecían a lo lejos unir su paralelo al cielo
señalando el futuro a soñadores y enamorados
y alargando la espera del tren cansino que nunca llegaba
o estirando la despedida del pueblo que lloraba un hijo
                                            
hoy cubiertas por espesas gramillas y pastizales
como lágrimas frescas sobre viejas fotografías
enterradas por el olvido junto a los durmientes
que a mí me duelen como seres queridos muertos
y me dan ganas de cavar el tiempo de mi infancia
para recuperar la alegría sencilla de una estación
a la hora de llegada de aquél tren de mi pueblo
                                          
aún recuerdo la historia contada por mis mayores
de aquel tren con banderas repleto de soldados
que marchaban entusiastas a las trincheras del chaco
blandiendo machetes y algunos que otros fusiles
pero todos cantando y jurando a la patria querida
y que ofrendaban sus vidas como pruebas de amor
y clamaban "vencer o morir" como la consigna  a seguir

al final de la contienda el tren volvió aún más cargado
traía además de los victoriosos soldados campesinos
una contingencia desarrapada de prisioneros bolivianos
prolongarán a trabajo forzado algunos kilómetros de vías
y regresarán a su patria un día doblemente vencidos
pero tren de tan pesado parecía un carguero al llegar
y era que traía también las almas de los patriotas muertos
                                          
¡poca gente menos plata! ¡poca gente menos plata!
¡salta brasa sobra plaza! ¡salta brasa sobra plaza!

luego el mismo tren alborotado de revolucionarios
marchaba sobre asunción el año cuarenta y siete
sumando adherentes en cada estación y paradas
el viaje era una fiesta popular de sueños imparables
hasta que las fuerzas del tirano sanguinario
los devolvió a sangre y fuego al punto de partida
elegir la tragedia de morir o partir al destierro

pero cuántas historias más se perderán para siempre
quedarán bajo tierra como las vías que hoy lamento
con el tren se ha ido todo lo memorable del pueblo
ya no habrán encuentros ni adioses a los apurones
al sonar el silbato o la campanita del jefe de estación
los niños saltando y trepándose por los últimos vagones
y el tren comenzaba a moverse como un pesado ciempiés
                                        
en la vida  aprendimos a caminar derecho sobre rieles
desplegábamos los brazos como queriendo volar
pero la lección de equilibrio aparecía con el tiempo
pero  lográbamos a andar hasta con los ojos cerrados
de tanto desear a emprender alguna vez un viaje
como acostumbrábamos ver partir a los compueblanos
cada semana que el tren viboreaba hacia asunción

cuántas travesuras inocentes enternecen mis recuerdos
viajar jugando colgado del último furgón de carga
despedirse de la supuesta amada y llorar a lágrimas
como hacían los auténticos amantes al partir de verdad
el sueño de descarrilar la formación con finas agujas
y monedas de níquel colocadas a escondidas sobre las vías
delante del tren que llevaba un amor que podía ser nuestro

¡gente sube gente baja! ¡gente sube gente baja!
¡guarda pasa nadie paga! ¡guarda pasa nadie paga!
                                        
hoy la estación es apenas una olvidada tapera derruida
un caserón habitado todavía por ajetreados fantasmas
que guardan el dolor de una  novia al perder su corazón
o la imagen imborrable de un enamorado en la ventanilla
con sus ojos inconsolables mirando a la amada
o la voz quebrada de una madre aconsejando
por última vez al hijo que tal vez no volverá nunca
                                           
cuando el tren llegaba traía noticias y forasteros
pero cuando partía se llevaba los coches y vagones
cargados de sueños y esperanzas de vida mejor
aunque a veces devolvía cartas de dolor y tristeza
pero casi nadie ha vuelto en vida al terruño
y más de uno su retorno fue para el campo santo
y esperar seguro el sueño eterno bajo tierra

si pudiera levantar los años como paladas de tierra
resucitar los durmientes crucificados por el tiempo
que perpetúan las trochas angostas medias y anchas
cuando la nostalgia pretende viajar en primera
y olvidar el descarrilamiento  que truncó su sueño
poco antes de que los últimos furgones de la esperanza
se desprendieran del viejo tren que olvidó el regreso

todavía me abriga como ayer tu aliento de brasa
y me enceguecen tus chispas que saltan a los ojos
recuerdo que llorábamos al escuchar tu adiós de sirena
y no podíamos ir a despedirte como a un amigo
entonces imaginábamos tu aceitado esfuerzo al partir
tus brazos de hércules en medio del asfixiante humo
y sentíamos de lejos tu asmático y monstruoso respirar
                                       
¡lenta marcha  nadie paga! ¡ lenta marcha nadie paga!
¡cola larga mucho tarda! ¡cola larga mucho tarda!

senda querida del primer ferrocarril de sudamérica
huellas perdidas del último convoy del mundo
orgullo de progreso del paraguay de los lópez
vergüenza de dejadez de los gobiernos posteriores
lanzas que atraviesan la geografía de mi pecho
cuando sueño volver y mi tren quedó sin vías
justo a la hora que mi gente se reunía en la estación
                                      
quisiera de pronto desenterrar los caminos andados
redescubrir las huellas de mis pies descalzos
sobre los rieles dormidos para siempre en el olvido
atizar en la caldera del tiempo los leños del recuerdo
donde hace combustión el sueño del hijo pródigo
que apenas sobrevive en la ingrata distancia
y que no ha podido desandar el itinerario de su tren

sigo viendo a ese niño que acompañaba corriendo el tren
sabiendo de antemano que lo haría sólo hasta el cansancio
para luego volver a la estación como negándose a quedar
o al otro niño tirado sobre los tibios rieles recién pisados
auscultando en la distancia al tren que llevaba su ilusión
y que hoy estos versos le tienden sus manos en el tiempo
al niño que corría y levanta al otro que en el suelo escuchaba

pero vaya éste réquiem de regreso a casa de mi pueblo
que llegue como un murmullo más a la estación
suene la pitada al llegar los furgones cargados
que saluden los familiares a los añorados parientes
los niños alegres que éramos reciban a los adultos
que regresan fantasmalmente a través de estos versos
removiendo las vías transitadas por la larga ausencia 

¡chupa agua fuma raja! ¡chupa agua fuma raja!
¡el tren para dice basta! ¡el tren para dice basta!     

*Versos extraídos del libro "Poemas entre el amor y el olvido" de G.R.S.

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