viernes, 10 de octubre de 2014

Memorial de la Causa Comunera


Memorial de la Causa Comunera

“Quien controla el pasado controla el futuro. 
Quien controla el presente controla el pasado.”
  George Orwell 

EL GRITO DE ANTEQUERA de Gilberto Ramírez Santacruz

Por Roxana Gardes de Fernández*

El Grito de Antequera  o Memorial de la Causa Comunera– 2014- instala en el marco de la creación narrativa una nueva forma de novela histórica. Se trata de una proyección poético-ficcional de discursos históricos: memoriales, crónicas e informes.
  La extensa relación es presentada por un figurado relator actual como la transcripción del Memorial de Antonio López Carvallo. ex secretario auxiliar del Cabildo de Asunción y  privado del Dr. José de Antequera y Castro. El texto original si bien se traslada a una versión actualizada, conserva la forma en el capitulado y el contenido ideológico de un relato abrumado de citas y transcripciones.  Por otra parte la versión actual se ubica en el contexto del Siglo XVIII y en las proyecciones de los hechos y en ese  trasfondo de la historia de lo esencial humano: la búsqueda y la expresión de la libertad.
La novedosa estructura –un juego de círculos o de capas superpuestas- es además una  articulación en dialéctica por la confrontación de aspectos diversos. En efecto, hay relatos de acontecimientos y relatos de discursos: se narran los hechos y lo que se dijo sobre los hechos.  Se dispone entonces un juego de puntos de vista y multiplicidad de voces, discursos sobre discursos en alternancia de niveles que instalan una metáfora o parábola del memorial de base- hipotexto- estructura profunda y motivación primera.
La articulación externa esboza los marcos del relato: un juego de círculos dentro de círculos, en un ir de lo externo a lo interno. El marco más amplio- el discurso del relator actual, define  un receptor desde la dedicatoria, dirigida “A los que dieron y ofrecen su vida por la libertad.” Ese marco se inicia en el “Pretexto”, que  discurre sobre  la transcripción  del memorial, y culmina o se cierra en el “Colofón”,  un metadiscurso de emisores intercambiables.
 El “Pretexto”  instala también una segunda dialéctica: el juego en el plano semántico  de dos ejes: 1) el de la lucha comunera  como  pasión inquebrantable por la liberación y 2) el conflicto que en las  instituciones se da entre los principios de origen  y la tergiversación posterior de esos mismos principios.
 Y en este discurso inicial, el relator opone también  a la dramática situación descripta como contexto, el mensaje esperanzado acerca de una nueva doctrina que proclama la fe y la justicia en el eje de la misión de Cristo.
Dentro de este primer marco, un segundo marco discursivo  rodea al relato propiamente dicho: “El grito de Antequera”  o  “Memorial de la causa comunera”.  El emisor López Carvallo, secretario de Antequera y testigo de los hechos, expone:
1.  la “Proclama de José de Antequera y Castro”, 2. un “Epígrafe”- cita en latín de la Eneida de Virgilio, 3. el “Exordio” con 4. otro “Epígrafe” –una cita, también en latín de la Metamorfosis de Ovidio.
 La “Proclama” ese llamamiento de José de Antequera” al pueblo de Asunción el 12 de Agosto de 1724 instituye el eje semántico del “Memorial” y de la “Relación”: “Ayudadme, nobles paraguayos, ayudadme en esta facción que emprendo, no por interés propio mío, sino para provecho vuestro, (…) el (…) veros remediados y libertados de la tiranía de los teatinos (jesuitas),(…) porque a la defensa de vuestras justas causas he sacrificado mi propia vida, y si tuviera otras mil todas las perdería gustoso por aseguraros vuestras conveniencias, movido sólo del justo sentimiento que me causan las sinrazones de los jesuitas y del amor entrañable que os he cobrado y os profeso. Por tanto, nobles e invictos héroes, pelead como valerosos, leales y honrados patriotas contra estos miles de bárbaros e infieles guaraníes de los jesuitas, y obrad de manera que no dejéis a la posteridad la nota infame de cobardes y vamos a vencer o morir en defensa de la patria…” (P.15)
El “Exordio” presenta la temática del memorial oponiéndola en la dialéctica: verdadero/falso.  Esta es la verdadera historia de la revolución comunera frente a  testimonios falsos.
Consideremos algunos rasgos de la original y acertadísima estructura. ¿Por qué los epígrafes? ¿Qué función cumplen los epígrafes de Virgilio -poeta latino del S.-I y I?  Los dos epígrafes en latín y traducidos por el relator –el epígrafe que precede al “Pretexto” y el que antecede al “Memorial”- son citas del libro II  de la Eneida , fragmentos del relato que hace  Eneas a Dido  sobre  la tragedia de la destrucción de Troya  y el posterior  peregrinaje de Eneas en ese itinerario para fundar  una nueva Troya.  Entonces, los epígrafes instalan para el lector actual el absurdo tremendo y atemporal de la guerra: ese accionar del hombre contra sí mismo, del hombre juguete de los dioses o de esas proyecciones abstractas que se inventan para juzgar sus miserias.
En el “Memorial”  el drama humano se ubica con Antequera legista en Lima, oidor de la Audiencia de Charcas, pesquisidor en Asunción, Jefe de los comuneros paraguayos, prisionero en la cárcel del palacio de la Inquisición, y condenado al cadalso.
El relato, por quien compartió el destino de persecuciones e injusticias y fue testigo de su fortaleza, adquiere en esta transcripción por el relator actual, el tono exaltado y la articulación retórica de oratoria que a la manera de Cicerón y en la necesidad de persuadir traslada los hechos a la historia universal.  Así hay amplificaciones en los dos planos – el de los acontecimientos y el de los discursos.
En el plano de los acontecimientos el pensar de Antequera, su grito y la posterior acción de Fernando de Mompox en Asunción se proyecta a otras manifestaciones en América: “El Grito de la Vecindad de Corrientes”, “El Grito de los vegueros de Cuba y de los barrios de Quito”, “El Grito de los Tupac Amaru”, “El Grito de José Antonio Galán”, “El Grito de Tupac Catari”, “El Grito de los Centauros del Tucumán”.
En el plano discursivo, si los nombres de gobernadores oidores y virreyes, son hitos de la realidad histórica del Paraguay y de América, la articulación reenvía no sólo a crónicas o relatos sobre los acontecimientos, sino también a la producción literaria: a Virgilio- Siglo-I /I,  a Esquilo –IV,  a Platón-V,  y hace retroceder el acontecimiento al mito de Prometeo, el titán que conmovido por las limitaciones del hombre robó a Hefaistos una chispa de fuego y la dio a los hombres. El castigo por Zeus a Prometeo- el ser encadenado a la roca de una montaña y corroído eternamente por un buitre-  traza el eje de la injusticia, que se proyecta a Cristo en su misión de revelar la espiritualidad a los hombres, la libertad en la trascendencia.
Entonces, del mito a los grandes maestros de la cristiandad, por un lado y frente al propósito de la magna misión espiritual; las acciones de destrucción del hombre por el poder. Desde otro tiempo y otra geografía  Nicolás Maquiavelo y sus consejos de crímenes y asesinatos dados al príncipe para retener el poder. Sobre esta semántica profunda, el relato de acontecimientos actualiza las acciones de la conquista: el encuentro de las razas y la reducción de culturas. Los errores por una óptica limitada como la de José Cardiel en Breve relación de las misiones del Paraguay y costumbres de los guaraníes o la del Padre José Eusebio Nïeremberg en el libro: De la diferencia entre lo temporal y lo eterno  impreso en 1705 en la Reducción de Santa María la mayor. Un accionar configurado también desde la ironía de Voltaire en Cándido o por  la descripción de Schiller en El gobierno jesuítico en Paraguay en ese juego de universalización que autentifica legitima esta circunstancia histórica. 
  En la articulación discursiva de la semántica, juega, en contraste  una página ética: la “Carta de José de Antequera y Castro”  escrita desde la cárcel de Lima al obispo José de Palos, en 1727 en la soledad e injusticia de un destierro que se compara con el de Ovidio en Tomos.
“ (…) Y si endulzar píldoras en lo político no es otra cosa que valerse de la simulación y del engaño, representando las cosas no como son en sí, sino como conviene fingirlas para cuando es la falacia el medio de conseguirlo; se ve, que el endulzarme V.S. Ilustrísima la píldora (como dice) en la conversación de la Chacarilla, sería querer corresponder a mis cortesanos y obsequiosos rendimientos, practicando conmigo aquella máxima política de V.S. Ilustrísima (…) que enseña, que el Príncipe, o Superior, para acertar en su gobierno ha de faltar en algunos casos a la verdad. Máxima por cierto que no se puede gloriar V.S.Ilma de haber sido su inventor porque es tan antigua en el mundo, (…) Bien antiguo fue Polibio, y ya en su tiempo había no uno, sino muchos Machiavelos que enseñaban, que el manejo de las cosas públicas era imposible sin dolo y alevosías (…) El centro de la doctrina de Maquiavelo viene a estar colocado en esa maldita máxima suya (…): ‘la simulación de la virtud aprovecha; la misma virtud estorba.’ De este punto sale, por líneas rectas, el veneno a toda la circunferencia de aquel dañado sistema (…) Aquel depravado ingenio enseñó en sus escritos lo mismo que él había estudiado en los hombres. El mundo era el mismo antes de Maquiavelo que es ahora; y se engañan mucho los que piensan que los siglos se fueron maleando así como se fueron sucediendo.” (Pp. 411-413)    
Así se va delineando desde un espacio discursivo externo- el de las citas: epígrafes y otros textos- y en el juego dialéctico de los dos ejes, el de la dominación y el de la libertad buscada, un trasfondo del alto ideario, desde una visión del hombre en lo más excelso del patriotismo, del heroísmo.
Entonces el discurso del Relator incluye el discurso del testigo y éste a su vez refiere las acciones y argumenta lo narrado con los discursos del personaje  histórico, sus proclamas, sus cartas, sus arengas. Así,  el pensamiento filosófico - trasfondo del accionar- es reproducido por citas textuales y narrativizado, transportado al marco de la historia. La suma de voces adquiere dimensiones diversas. Por un lado se distinguen las expresiones  de Antequera con la marca precisa de la cursiva, en estilo directo, configurando  al ideólogo en la dimensión de su lenguaje, y actualizando el contexto de su lucha por las citas de cláusulas del Rey, de informes de los pesquisidores o –en cita textual el discurso de bienvenida pronunciado por Juan de Mena y Velazco en Asunción para recibir a Antequera. Por otro lado se proyecta y amplifica el ideal  del común amalgamando una suma de voces en una misma expresión. Ante la indefinición de emisores surge el planteo: ¿quién piensa, quién expone esta idea? ¿De quién es este pensamiento?  Y la respuesta, borra los límites, los emisores son intercambiables porque  en las expresiones del lenguaje se superponen el pensar de Antequera, el pensar del testigo, su secretario y escriba en el contexto del Siglo XVIII y el pensar del Relator actual que transcribe.  Se trata de un discurso sin marcas sobre el emisor. Y al borrarse los límites entre  las fuentes de emisión la expresión es de Antequera transportada al marco de la historia, la expresión es también del secretario escriba personaje histórico y  figurado en este relato y es expresión del Relator actual. Son emisores de un mismo ideal humanista. Entonces, en este juego de marcos en que el relator transcribe el “Memorial” del secretario que copia los documentos de Antequera -cartas, arengas, etc;  se traza  un eje de  pensamiento en un discurso que expresa las mismas ideas  sumando circunstancias espacios y tiempos.
Y este artilugio de escritura  –que en teoría literaria se denomina “discurso o estilo indirecto libre”-  es el mejor recurso para expresar el movimiento de un pensar que abarca hechos/acontecimientos, las causas mezquinas los discursos falsos, pero abarca también  el ideal del humanismo o las imágenes de quienes configuraron el mundo cultural en las vicisitudes.
En una articulación peculiar el relator legitima el universo del “Memorial” configurado –en torno del ideario de Antequera- da valor de verdad al testimonio del secretario privado y quita  autenticidad a otros discursos.  

 Entonces desde un texto de base que es el “Memorial comunero” y el conjunto de documentos reunidos en el Tomo II;  Gilberto Ramírez Santacruz articula magistralmente un acontecimiento actualizando  testimonios pasados y presentes en un juego de voces y visiones en perspectiva, el acontecimiento: la historia del Paraguay que se ubica en un tiempo puntual y en un espacio se amplifica universal, absolutamente.                                                                                                                          
   Y si el Relator –Gilberto Ramírez Santacruz - configura este universo interno, propio del texto,  universalizando, mezclando dominios: el mundo mitológico y el mundo cristiano e inscribe los motivos de la historia de Paraguay en la del Virreinato y en la historia del mundo, y da coherencia a ese universo tan   heterogéneo en un movimiento en todas las dimensiones de tiempo; el pensar y el sentir de Antequera se actualizan  hoy donde la dominación por el cruce de poderes no es sólo la del espacio o de las instituciones, sino la del individuo y del pensar propio.    
El “Colofón” cierra el texto. Un discurso en otro nivel recorre lo escrito. “He escrito –dice el secretario de Antequera - entre los años 1726/1792 y en Asunción,  Córdoba, Chuquisaca, Potosí, Lima; he escrito-dice el figurado -Relator actual- presente oponiendo  a esa literatura  del siglo XVIII y su ideal de representar el mundo en el orden de Arcadia, oponiendo a esa armonía helénica refigurada por Virgilio, una literatura que expresa desde el sentimiento “el Caos de la vida, y la accidentada existencia de Gea.” (P. 586)

Este texto de Gilberto Ramírez Santacruz-  una metáfora del “Memorial”, una parábola de la proclama de José de Antequera es un suceso de la historia, es el acontecimiento. El tiempo del ethos en un hoy rescata el pasado hacia un futuro y  el universo descripto en esa suma de tiempos puede coincidir totalmente con el conflictivo universo real, entonces no habría salida, pero en esas “Tierras conquistadas (…) por los adelantados (…) la cultura guaraní envolvió a sus conquistadores y engendró una nación-patria de legendarios guerreros y de poetas-profetas (…)”.(P.58) Entonces, concluyo,   en “el grito –el sentimiento hecho palabra- convoca, en el ideal, el destino de América”.       

*Palabras pronunciadas por la doctora Roxana Gardes en la Biblioteca Nacional, el pasado 24 de septiembre del corriente año, durante la presentación de El Grito de Antequera de  Gilberto Ramírez Santacruz. La autora es Catedrática de la Universidad Católica Argentina y especialista en literatura latinoamericana del Centro de Estudios de Narratología(CEN).

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