sábado, 3 de mayo de 2014

Mario Rubén Álvarez en el IX Festival Internacional de Poesía de Buenos Aires

IX Festival Internacional de Poesía de Buenos Aires

El Festival Internacional de Poesía de Buenos Aires abre su novena edición para recibir a poetas argentinos y de distintas partes del mundo como Canadá, España, Italia, Francia, Japón y Suiza. También están quienes nos visitan por primera vez como Sudáfrica, India, Croacia, y de Latinoamérica, Paraguay, México, Colombia, Chile, Cuba, Costa Rica, Panamá, Ecuador y Brasil cuya ciudad, Sao Paulo, es la invitada de honor de esta Feria número 40. La poesía es siempre aquella que nos da la posibilidad de salir antes, de no esperar, de elegir escribir poemas ridículos a no escribir nada como dice Wislaba Szymborska. La que nos permite mirar el instante y cambiar la mirada en otro mismo instante. Es mágico que la Ciudad se abra como un gran ventanal para escribir el cielo con un gran poema en todas estas lenguas; y también con el color de nuestras provincias y regiones. La ciudad se abre, la ciudad es un poema o un poema es una ciudad.

Nuestro propósito es llevar la poesía a los lugares donde el tiempo es vertiginoso, el rostro una máscara, y allí entonces instalarnos e intentar que por una milésima de segundo, la mujer, el hombre, los niños, se detengan y sueñen. La poesía es desafiante y provocadora, han pasado siglos y a pesar de las tinieblas jamás se rinde. En este momento la poesía ha logrado, a través de los festivales que crecen cada día, captar más lectores. La poesía es la que batalla como Don Quijote ante molinos de viento y siempre construye enfrentando la inmensa soledad y dolor del mundo con un lenguaje sin concesiones, porque si algo tiene la poesía es libertad. Durante la revuelta estudiantil de Mayo del ‘68, en París (esa revuelta que fue el punto culminante de un año en que la juventud marcó al mundo como nunca antes), un eficaz medio para la difusión de las ideas fueron los muros de la ciudad. Algunas de las frases de esos graffiti las conocemos hasta hoy, porque han quedado en la memoria colectiva como signo de esperanza, de voluntad libertaria, de energía y a eso aspiramos. Que en esta Feria del Libro y en la ciudad de Buenos Aires, planteemos una lucha poética por un mundo mejor, un sueño, un imposible, y para eso lo mejor es recordar que como un graffiti del mayo francés nosotros escribimos No hay ciudad sin poesía.


COMPAÑEROS

Traigo
de mi tierra
su viejo dolor
sus rojos declives
sus amanecidas canciones
su nueva esperanza de cosechas
el musical guaraní de sus hombres.

Están hechos
con flor de jazmines
rosas abiertas
serenatas errantes
sonrisas descalzas
fogatas de mimbre.

Allá en el norte
verdes, ilimitadas
se yerguen las sementeras

los montes, azules
altivos en su horario
de nubes y aguaceros.

Pájaros, brisas,
guitarra, sequías,
tabacales, aguadas,
alcohol, mujeres, cántaros,
ranchos humildes
puñales desenvainados
vienen conmigo,
se hospedan en mi sangre.

Y no puedo abrirme las venas.
Porque soy de ellos
y ellos son míos también.

CANTO POPULAR

Quiero un canto popular para tu boca,
una melodía fresca y dura desde tu garganta.

Un canto popular para tu boca.
Que resbale desde el sur hacia el poniente.

Hecho de guitarras con memoria de jazmín,
con añoranzas prendidas al sudor de la cosecha.

Con todas las angustias hermanas de la espera.
Con el molde atribulado del llanto vespertino.

Llevando a cuestas, a un paso de las heridas y cicatrices,
todas las alegrías y esperanzas de los hombres.

Un canto popular para tu boca.
Como rocío, como tormenta, como luz.

Borrando silencios y germinando gritos,
quiero un canto popular para tu boca.

YVY'Ỹ CIELITO

Mamo piko nde Cielito
oime ore yvyrã ohopa,
aretémango tesaýpe
juku'ápe romuña.

Ha'etéku sapy'ánte
roguahẽtamava chupe
ha ore póguima Cielito
oveve jey orehegui.

Oréko ro'e Cielito
Ñandejára jepeve
hesaraiha mboriahúgui,
ore añóko ropyta.

Umi ore ruguy oipytéva
Paraguaýgui, mombyry,
ore sãso ndoipotáiva
Cielito oiko ore nupã.

Iñapysẽmárõ hína
roha'ãrõva arete
oúma mbokapu ore ári,
ore juka, ore mosẽ.

Kogatyrã rohekáva
ndaikatúi rohupity:
umi heta oguerekóva
oipota ha oipotave.

Ore avei roñotỹséva
anduvi ha avati,
rojuhuse yvotytýpe
ovevérõ panambi.

Araka'épa Cielito
oguéta oréve pytũ
hasypeve rohechávo
ore yvy teépe ko'ẽ.

Cielito de los sin tierra

Dónde, querido Cielito,
está la tierra prometida
hace infinitos siglos
que perdemos el aliento tras ella.

Como un espejismo, a veces,
ya está en la punta de los ojos
y ya atrapada en nuestras manos
escapa una vez más.

Tenemos por cierto, Cielito,
que hasta Dios ya olvidó
a los más pobres de los pobres,
solos mordemos la soledad.

Los que amparan las cadenas
en Asunción, muy lejos,
los que amparan las cadenas,
Cielito, nos entierran a golpes.

Cuando ya asoma
la cabecera de nuestro sueño
ya retumban las balas
la muerte nos arrea de nuevo.

El Paraíso para la siembra
es un territorio imposible
los que se hartan de tierra
solo quieren más hectáreas.

Nosotros que amamos
la fiesta del maíz y del maní
queremos alas de mariposas
en nuestro propio jardín.

Cuándo, cuándo Cielito
quedará denucada la noche
al ver, después de tanto,
el alba en nuestra tierra. **


                                         Mario Rubén Álvarez*

*Nacido en Potrero Ybaté en 1954. Poeta y periodista. Cursó la carrera de Comunicaciones en la Universidad Católica y estudió guaraní en el Instituto de Lingüística Guaraní. Tiene una extensa trayectoria como periodista de medios radiales y escritos. Integró el Taller de Poesía Manuel Ortiz Guerrero y sus primeras publicaciones integraron los poemarios colectivos del grupo: ...Y ahora la palabra (1979), Poesía Taller (1982) y Poesía Itinerante (1984). Posteriormente publicó los poemarios La sangre insurrecta (1992) y Ñe’ẽ apytere / A flor de ausencia (2007). Como investigador del arte popular ha publicado la colección Las voces de la memoria y el libro Folklore paraguayo. Ha traducido al guaraní obras de reconocidos autores paraguayos.

**La traducción al castellano corresponde al autor.


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