domingo, 12 de julio de 2015

MI PAPA PERSONAL, FRANCISCO EN EL PARAGUAY

DIARIO LA NACION, ASUNCION, 12 DE JULIO DE 2015

Mi Papa personal: de cura de mi barrio 
a Francisco I del Vaticano

Por Gilberto Ramírez Santacruz. 
Escritor paraguayo residente en Buenos Aires, Argentina.

Ocasión de la visita de monseñor Jorge Mario Bergoglio a la Villa 21, en Buenos Aires.

“Cada muerte de obispo” o “el día que el cura de mi barrio se haga papa”, dicen las expresiones populares para connotar algo lejano y difícil de ocurrir o realizarse. En mi caso para ser posible y conformar un Papa personal con el cura Bergoglio de mi barrio, luego el obispo de Flores, posteriormente arzobispo de Buenos Aires que visitaba asiduamente la Parroquia de Caacupé de los paraguayos de Villa Barracas y en la actualidad pontífice Francisco I del Vaticano, se demostró que la realidad a veces es más creativa que la imaginación o el ingenio de muchas ficciones; rompiendo así con más de 500 años de tradición jesuítica para instalar en Roma un soldado y discípulo de Loyola, honrando inesperadamente con el nombre emblemático del compromiso cristiano del Pobre de Asís, a quien Dios había pedido que reconstruyera su iglesia.
Y pareciera que Bergoglio obedeció al mismo mandato por el esfuerzo que lleva adelante por devolver el orden y la santidad a la Casa del Padre. Así como yo tengo mi Papa personal, por vivir en el mismo barrio, frecuentar la misma iglesia, de llevar a mis hijos al mismo colegio donde estudiara Bergoglio, colegio Nuestra Señora de la Misericordia, y recibir la confirmación de él mismo, el papa Francisco también tiene su Paraguay personal.
Lo tiene por haber heredado la inquietud social de la gran Esther Ballestrino de Careaga, médica paraguaya que fue fundadora de las Madres de Plaza de Mayo y desaparecida por la dictadura argentina, y quien fuera su jefa en un laboratorio de cuando trabajaba Bergoglio en su profesión de químico antes de tomar los hábitos y de participar y propiciar la creación del Equipo Pastoral Paraguayo en la Argentina (EPPA), a instancia del padre Oliva en la década de 1970, al ser expulsado por la dictadura del Paraguay, quedando la representación de la iglesia paraguaya en manos de exiliados laicos que hasta la actualidad cumple un papel preponderante entre los paraguayos que no han podido regresar y los que siguen llegando en busca de mejores oportunidades de vida.
CERCANÍA CON PARAGUAYOS
La cercanía de Bergoglio a los paraguayos de la Argentina se demostró por décadas, con su acompañamiento y habitual disposición para recibir la inquietud de la colectividad y a los visitantes de las misiones pastorales que cada año envía la iglesia paraguaya para celebrar el Caacupe’i de Buenos Aires, que reúne a cientos de miles de paraguayos en cada edición. Tanto afecto hacia los paraguayos demostró una vez más en diciembre del 2010, al ofrecer como arzobispo de Buenos Aires la misma Catedral Metropolitana y su propia presencia para celebrar el Caacupe’i, donde pronunciara su célebre homilía, al recibir una imagen de la Virgen de Caacupé por parte de la colectividad paraguaya de la Argentina: “Hoy la Virgen viene con documento paraguayo, ella es paraguaya, de Caacupé, y no hay paraguayo que no la quiera. Y se sabe, en toda América la mujer paraguaya, la más gloriosa, no por haber estudiado más que otras, sino porque supo asumir un país derrotado por la injusticia y los intereses internacionales. La mujer paraguaya es la mujer más heroica de América, y ante esa derrota llevó adelante la patria. Después de la guerra quedaban ocho mujeres por hombre, fueron las salvadoras de una cultura e hizo esa gran opción de tener hijos. Todo para salvar la patria, la lengua, la cultura y la fe. Y entonces, la Virgen al tomar la ciudadanía paraguaya, tomó la lengua (guaraní), la cultura y la fe también. Por eso es doblemente gloriosa, por ser madre de Dios y por ser paraguaya”.
PREMIO NOBEL
Posteriormente, ya instalado en el Vaticano, en febrero del 2014, en ocasión de recibir como Pontífice a dos compatriotas argentinos exiliados en Suecia y descendientes de paraguayos: “Yo desearía que algún día el Comité del Premio Nobel, le otorgara el Premio Nobel ¡a la mujer paraguaya! Por haber salvado la cultura, la patria, la lengua y la fe… ¡heroica! ¡La propongo!”.
Pero con su visita Jorge Bergoglio en su condición de papa Francisco conocerá por estos días el Paraguay real, con su pueblo orgulloso de su historia y cultura, asimismo su fe y esperanza en el Cristo Redentor y su iglesia que lo acompaña, hablará con sus autoridades, escuchará los reclamos de los más necesitados como los indígenas, campesinos y pobres de la periferia de Asunción, interpondrá ante los datos y conflictos de la realidad paraguaya, como es su costumbre ya, su autoridad moral que obtuvo con tanta humildad y vocación de servicio como coraje, demostrada en el mundo al ofrecerse como instrumento o prenda de paz en conflictos seculares como el de Estados Unidos y Cuba, Israel y Palestina, las guerras interminables entre árabes y musulmanes y Occidente, o defendiendo a capa y espada a los inmigrantes desesperados de África que arriban a la costa europea.
GUIADO POR SAN FRANCISCO
Sin embargo, no hay mejor descripción para definir a la figura pastoral y protagonismo histórico del papa Francisco que los mismos versos consagrados de San Francisco de Asís, que parecieran guiar sus pasos en su largo peregrinaje por el mundo y que está de visita en Paraguay, para sembrar la nueva concordia entre los paraguayos y plantar también las nuevas semillas que defenderán y oxigenarán la vida y la esperanza en el planeta, según reza su encíclica “Laudato Si” en defensa de la Casa Común, la Tierra: “Señor, haz de mí un instrumento de tu paz. Que allá donde hay odio, yo ponga el amor. Que allá donde hay ofensa, yo ponga el perdón. Que allá donde hay discordia, yo ponga la unión. Que allá donde hay error, yo ponga la verdad. Que allá donde hay duda, yo ponga la fe. Que allá donde hay desesperación, yo ponga la esperanza. Que allá donde hay tinieblas, yo ponga la luz. Que allá donde hay tristeza, yo ponga la alegría”.

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