sábado, 7 de marzo de 2015

¡La mujer paraguaya...!

La paraguaya, entre todas las mujeres*


178.  EL “ANIMUS” DE LAS HEROÍNAS, “ALMUS MATER” DE LA PATRIA AMERICANA. En honor y homenaje de tantos caballeros revolucionarios al servicio de la causa comunera, entre los que me cuento, yo, Manuel López Carvallo, resulta también oportuno elevar al “pódium”(estrado principal) el ejemplo moral de las heroínas que compartieron a su tiempo la misma causa y con idéntico coraje defendieron el honor en el campo de batallas o en el patíbulo ante los sanguinarios tiranuelos de turno, tanto la india Juliana en el Paraguay al comandar sus tribus sublevadas ante el dogmático represor Alvar Núñez Cabeza de Vaca, la Micaela Cañete Sánchez de Vera y Aragón de José de Antequera como la Micaela Bastidas Puyocahua de Gabriel Túpac Amaru II, como también la no menos heroica india Bartolina Sisa de Julián Túpac Catarí y su memorable sitio con 30 mil indios en 1781 a Chuquiabo o Pueblo Nuevo de Nuestra Señora de la Paz, asimismo la “Heroína del Pueblo” de la Villa del Socorro de Nueva Granada, la tendera María Beltrán, que rebelara a todo el mercado del pueblo rompiendo los edictos y bandos en las narices de las autoridades coloniales, y como la valiente paraguaya Rosa María de Mena, hija del patriota comunero Juan de Mena, el alguacil mayor que fuera también ajusticiado en Lima en julio de 1731, acusado de ser amigo, compañero y cómplice en el fomento del delito sustanciado en la causa cabecera por sedición contra Antequera; esta valiente y admirable mujer asuncena, Dña. Rosa María de Mena y de las Llanas, esposa del ex gobernador interino Ramón de las Llanas, uno de los comandantes militares, junto al maestre de campo D. Sebastián Fernández Montiel, que derrotara en la Batalla de Tebicuary al brazo armado de los jesuitas y del virrey Castelfuerte, teniente de rey Baltazar García Ros en 1724 y que fuera asesinado de las Llanas posteriormente por las fuerzas del gobernador de Buenos Aires, Mauricio Bruno de Zabala, después de la toma sin resistencia armada del sitio de Asunción en 1725, que una vez secuestrado y estando como rehén, por negarse a traicionar la entrañable Causa del Común y por la que ofrendaría la vida, y cuya viuda entonces vestía un riguroso luto por el marido, pero cuando llegó la noticia de la muerte de su padre y del máximo líder comunero, José de Antequera, como las matronas de Lacedemonia que en vez de llorar la muerte prefirieron dar las gracias a los dioses al saber que sus hijos murieron en una batalla por Esparta, de la misma forma la heroína paraguaya se desprendió altiva de sus negras vestiduras y las trocó al momento por un vestido blanco y se presentó jubilosa al Común, con el que se sentía en plenitud identificada, y como una auténtica heroína, digna de los tiempos aciagos pero también de los leyendarios, como una perfecta heredera de “la leona de Castilla, como se la conocía en su época a María Pacheco, la viuda de Juan de Padilla, líder de la milicias toledanas de España, ella que había tomado el mando de los comuneros una vez que fueron fusilados sus cabecillas en Villalar, y dejaría así la hija de Juan de Mena su alegato y arenga a la posteridad, “ad futúram rei memóriam (como recuerdo perenne), perpetuamente grabada en la memoria de los pueblos y sus luchadores populares, dirigida aquella soleada mañana a los propios y a los extraños, también de la Asunción levantisca, como de la América de sangre del Común y de la España de herencia comunera, al decir: “No debe lamentarse la muerte gloriosamente sufrida en servicio de la patria y de la libertad. De ahí que me vestiré de blanco y me presentaré al pueblo, de modo que hoy y siempre represente el blanco la gloria de los héroes”.

*En Homenaje a la Mujer, se reproducen fragmentos de la novela El Grito de Antequera(Memorial de la Causa Comunera), de Gilberto Ramírez Santacruz.

No hay comentarios:

Publicar un comentario