viernes, 1 de noviembre de 2013

El Gran Tony del Deportivo Paraguayo



DIARIO POPULAR  
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Buenos Aires, 1 de noviembre de 2013.-HOY

Ramírez Acuña, reflejo del esfuerzo en el ascenso

Desde Parque Avellaneda viaja todas las mañanas hasta el predio de Villa Scasso para después trasladarse a Constitución para cumplir sus labores. Tres veces por semana cursa Trabajo Social.
Ramírez Acuña, reflejo del esfuerzo en el ascenso
El fútbol reúne mil y una historias. Muchas de ellas estallan en cada televisor, en cada página de un diario o una revista, en cada minuto de radio aunque las estrellas mediáticas son las que suelen ocupar, en muchos casos injustificadamente, esos espacios. Pero hay otras, anónimas, silenciosas, enriquecedoras, protagonizadas por héroes de la vida misma. No se mueven en autos de alta gama, tampoco son presas del flash de los papparazzi. Ellos son luchadores como cualquier laburante. Sueñan, se golpean, pero son felices con lo que hacen. Leonardo Adrián Ramírez Acuña (26 años), jugador del Deportivo Paraguayo es un paradigma de la realidad del futbolista del Ascenso. Se calza los cortos en el equipo que milita en la Primera D, pero también trabaja y estudia. Y todo lo hace desde la pasión por lo que hace.
Su familia, que reside en Parque Avellaneda, se integra con su padre Gilberto (paraguayo), su madre Nadua Beatriz (también paraguaya, pero descendiente de sirios libaneses), y sus dos hermanos Pablo (28) y Lenin (7). Es defensor-volante, lo que se dice un polifuncional. Pero no sólo lo es en la cancha, también lo es en la vida. Es que, además de la actividad en el fútbol, Leo Ramírez Acuña le suma su trabajo en una marroquinería en Constitución, y la carrera de Licenciatura en Trabajo Social que estudia en la Universidad Popular de Madres de Plaza de Mayo.
"Mi día arranca a las 7, una hora después tomo el 180 rápido hasta el kilómetro 29, de allí una combi hasta el predio de Villa Scasso. Me entreno con el plantel desde las 9.30 hasta las 11.30 y de allí al trabajo, en Constitución, en donde estoy de 14 a 20. Y en la facultad cursó lunes, martes y viernes, hasta las 22", relata con la humildad a flor de piel.
Pasional
Todo el esfuerzo que realiza tiene como marca indeleble el amor por lo que hace. "Uno por el fútbol hace cualquier cosa y no me arrepiento de nada", subraya como una declaración de principios. "Mis raíces son paraguayas y latinoamericanas. Por caso, el club es un espacio de construcción de identidad. Es que yo construyo mi identidad en el Deportivo Paraguayo, en donde soy feliz", avisa mientras su orgullo se confunde con sus ilusiones de seguir en la huella.
Para Ramírez Acuña no es Boca, ni River, no es amigo de las luminarias, prefiere el olor a potrero, a barrio, en donde el juego no se contamina con las especulaciones del a veces mal ponderado éxito. "Para mí el fútbol es sentimiento. Mi incentivo es moral, no es económico. Por eso me siento pleno haciendo lo que hago. Y esto es ir en contra de lo que te marca la sociedad, que sólo mide el éxito por resultados. Por eso soy hincha del Deportivo Paraguayo, donde todos apuntamos a serle útil al compañero", sostiene.
No sólo lleva el esfuerzo como estandarte, también rompe con ciertos paradigmas vivientes en la sociedad. Es un futbolista que juega en el Ascenso y tiene clara una filosofía de vida, en la que pensar y reflexionar no se negocia. "Siempre digo que se construye con el otro, porque el de al lado es mi hermano, y quiero ser parte de un todo, ya que sólo no hago nada", define el defensor del Tricolor, quien parece haber instalado la polifuncionalidad en la entidad guaraní.

Tricolor, más allá de la desafiliación del club.

La historia de Leonardo Adrián Ramírez Acuña con el Deportivo Paraguayo nace de sus raíces paternas. Es que todo arrancó con su padre, quien se afincó en Buenos Aires en 1974, trabajó como periodista de la comunidad. Así se acercó al club Deportivo Paraguayo y con ello les transmitió ese amor a los colores blanco, rojo y azul a sus hijos. "Desde chico me llevaba a ver al Deportivo y así me hice hincha de Paraguayo. Quería jugar al fútbol, a los 7 años ingresé en los infantiles, aunque primero iba para acompañar a mi hermano mayor", recuerda
De ese modo, siguió en las inferiores, hasta que en 2003 el club quedó desafiliado, entonces recaló en las inferiores de All Boys y luego volvió al club. Debutó en Primera en febrero de 2006 ante Liniers, en Villegas ("entré en el segundo tiempo cuando el DT era Simón Feldman").
Experiencia internacional
Luego fue a probar suerte al fútbol paraguayo. Integró el plantel de primera de 12 de Octubre, más tarde llegó a Cerro Porteño, ya que había convenios entre esos clubes para prestar juveniles. "Ese año 2007, volví para las fiestas, extrañaba mucho y me quedé. En enero de 2008, me apareció una chance para ir a Central Córdoba de Rosario. Hice una prueba y el DT de ese momento, el Bocha Forgués me quería, pero nunca mandaron el transfer desde Paraguay y me quedé con las ganas", comenta. De allí, partió a Tacuarí de Paraguay, en donde jugó con Víctor Amarilla, un referente del fútbol guaraní, pero como no le pagaban muy seguido decidió pegar la vuelta.
"Ahí comencé a trabajar en la marroquinería y le debo agradecer siempre a Sergio Micieli, quien era en ese momento, técnico de Yupanqui (luego tuvo dos pasos por Paraguayo) que me hizo un lugar. Y en 2009 volví a al Deportivo Paraguayo de donde ya no me fui más", rememora y establece que el amor es más fuerte: "A pesar de no haber estado, siempre seguí al equipo. Es que aquí viví muchas cosas", afirma.

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