El Nuevo Rumbo exige coraje y honestidad*
El viejo rumbo del
bilateralismo transitado ya por Alfredo Stroessner durante décadas que hoy sacan a relucir como
discurso nuevo los asesores del flamante presidente electo, y cuyo entreguismo
al Brasil el dictador llamó “marcha hacia el este” y nos dejó con el cepo al
cuello manejándose el afloje y apriete desde Itamaratî, por un lado nos habían
obligado a aceptar el perenne Tratado leonino de Itaipú que conlleva
articulados con visos de humillación y traición a la patria, pero para empeorar
nuestro socio beneficiado resulta que ante cualquier duda e inestabilidad del
Paraguay el gobierno brasileño cada
tanto nos viene exhibiendo sus envalentonadas
fuerzas militares en las narices, como
recordando a Pulgarcito(Pychaichî) su condición de Gigante(Matungo). Asimismo,
la misma política de bilateralismo a ultranza le llevó al dictador Stroessner
aceptar otro Tratado no menos leonino como el de Yacyretá que no nos permite
disponer de energía ociosa y, por la lógica de su parición y progenitores, se
convertiría pronto en “un monumento a la corrupción”, reconocido por el
presidente Menem del propio país beneficiado y que nos condenan a lamentar de por
vida por tan injusta integración y cooperación entre pueblos y gobiernos
latinoamericanos.
No hablaremos aquí de las
cifras siderales que costaron las dos obras, gran parte de ellos insumidos y
consumidos por la corrupción, como tampoco de la paradójica lección económica y
comercial que dejan las dos represas, consideradas de las más grandes del
mundo, al mostrar y demostrar que es posible producir, con su energía como
caída del cielo, milagrosa y subsidiada revolución industrial tanto en el Brasil como en la
Argentina para luego recibir el Paraguay la rendición de que las deudas de las
mismas habían aumentado, ecuaciones e inecuaciones mediante, algebraicamente y
las ganancias han bajado, gracias a los variables que ofrecen la Teoría de los
números, aritméticamente. Es decir, teniendo en cuenta la cantidad de
electricidad que produce nuestro país como socio directo de 50% en Itaipú y
Yacyretâ, puede considerarse tranquilamente como el Hawai de la
hidroelectricidad en Sudamérica pero no
el Paraguay que, según indican los datos comprobables de la realidad, pordiosea
lastimeramente las migajas de su porcentaje real a los padrinos que heredó de
la Triple Alianza de 1870.
Entonces, ante semejante
carga como rémora y encandilante panorama actual, el presidente Cartes si
orienta sus pasos políticos hacia el bilateralismo anunciado sólo desandará el
viejo rumbo recorrido por los “liberales” hacia la Argentina y los “colorados”
hacia el Brasil, pero el Nuevo Rumbo prometido en la campaña electoral y que
despertó buena expectativa en el electorado como se demostró en las urnas,
deberá retomar, necesariamente, con claridad y coraje la senda de integración
trazada en el Tratado de Asunción en 1991 que creó el Mercosur, más acá del
“juicio político” aceptable o no que destituyó al presidente Lugo y más allá de
los “errores” cometidos por los otros miembros que confundieron al
vicepresidente Federico Franco con el mismo Paraguay, errores aprovechados por
Brasil, Argentina y Uruguay para firmar sendos tratados bilaterales con China y
lanzar contra natura a Venezuela dentro del Mercosur.
Por lo tanto, Horacio Cartes
tiene en sus manos la oportunidad histórica de reencauzar al Paraguay por la
senda correcta y asumir el compromiso, como había prometido en la campaña de
que iba salvaguardar sólo los intereses
del país y de ningún negocio particular y a lo que él públicamente renunció
como empresario mientras dure su mandato, y que era volver al seno del Mercosur
y pelear allí los derechos del Paraguay como miembro fundador y parte insustituible
del Tratado que creó el organismo multilateral, sin dejarse embarullar por los falsos
agoreros que le pintan maravillas por la Comunidad Europea como la Alianza del
Pacífico y le facilitan los trámites para engañarle con espejitos de colores y
para luego disponer del territorio paraguayo
para otros fines, como ya dispone del territorio colombiano Estados
Unidos para todos servicios y necesidades, como está también ya en tratativas
la legalización de la presencia y cooperación de la misma OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte),
a los cuales vendría como un anillo al dedo y les saldría baratito económica y
políticamente, apenas con condonaciones de deudas en organismos
internacionales, algunas que otras donaciones para “combatir el subdesarrollo”
y hacernos olfatear el alcanfor ideológico del supuesto bolivarismo
expansionista que sigue agitando Chávez desde el cielo, versión infantil del
terrorismo internacional actual que había cambiado el viejo cuco del comunismo
internacional por vetusto y obsoleto, que el Paraguay rompa con el Mercosur y
comience su peregrinaje de paria errante por los cuatro vientos, que le promete
desarrollo de primer mundo y felicidad celestial en “paraísos” democráticos que de tanto gustan jactarse los países centrales, heroicos bombardeadores con aviones no tripulados de
los pueblos del Tercer mundo.
Horacio Cartes,¿tendrá
claridad sobre el Nuevo Rumbo? ¿Tendrá coraje para decir no a Estados Unidos
que le está queriendo llevar por un túnel del tiempo pasado? ¿Querrá de verdad
convertir al Paraguay en un país moderno como fue en su tiempo con los
López, sin sacrificar un ápice de su
soberanía? ¿Podrá aquietar a los dinosaurios feudales y fósiles políticos
nativos, de la recontraultraderecha de los terratenientes malhabidos,
empresarios de frontera móviles y veloces, narcocontrabandistas exitosos dueños
de Ciudad del Este y aledaños? Las preguntas son muchas, pero la respuesta
puede ser una: Cartes, no mires tan lejos, allende el mar por el Viejo Mundo ni
las cordilleras por la Alianza del Pacífico, el camino más largo se empieza con
el primer paso y el último se pisa después de haber mirado el suelo,
atentamente, durante todo el trayecto.
Gilberto Ramírez Santacruz
*Nota publicada en el periódico Ñane Retâ de Buenos Aires, Agosto del 2013.-
No hay comentarios:
Publicar un comentario