miércoles, 30 de diciembre de 2009

El nuevo año y su quimera







La quimera



Yo quiero un mundo,
un mundo donde los niños jueguen a la paz
y donde todos olviden el significado de la guerra
y donde la vida sea el principio y el fin de todo.

Yo quiero un mundo,
un mundo poblado por millones de adultos sonrientes
y donde todos recuerden que el hambre está programado
y donde el pan y el canto deben ser logros de lucha.

Yo quiero un mundo,
un mundo como página en blanco, sin rayas ni márgenes
y donde el trabajo se justifique sólo por la felicidad
y donde el valor de los hombres no tenga precio.

Yo quiero un mundo,
un mundo sembrado de trigos multiplicables
y donde la herramienta se empuñe para dignificar
y donde el pensamiento halle su vivero de libertad.

Yo quiero un mundo,
un mundo creado a la medida de los sueños infantiles
y donde las alas de la imaginación ignoren límites
y donde todos los caminos conduzcan a la humanización.

Yo quiero un mundo,
un mundo trazado en vuelo por palomas pacificadoras;
un mundo pintado por niños de manos temblorosas;
un mundo urdido con aguja de mujeres incansables.

Yo quiero un mundo,
un mundo construido sólo y exclusivamente para vivir.


Gilberto Ramírez Santacruz

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