Oda a la Curva de la Muerte*
una intersección más entre tantas
de bacheadas calles y locas velocidades,
pero en ese lugar hace oficina la Parca,
donde atiende solícita los desenfrenos
como las ansiedades nocturnas
y registra los fatales volantazos,
allí en la Curva de la Muerte.
Esquina
y punto de atracciones parece,
para los automóviles veloces
y los furiosos raudales,
allí donde la fatalidad reina
y se vuelve un peligro el desliz
como una cintura de mujer,
la Curva de la Muerte.
Vórtice
y desembocadura de vientos
como de tormentas diluviales,
donde todo se embebe en dolor,
lágrimas, alcohol y pérdidas,
donde el luto teje sus negras vestiduras
y la suerte prueba su mejor y último traje,
allí en la Curva de la Muerte.
Parador
de ebrios, macateros y rameras,
donde la vida cotiza en cuotas
y la muerte cobra al contado,
una frontera precisa del más allá
y para el más acá, un límite claro;
pero nadie cruza gratis y sin peaje
por la Curva de la Muerte.
Terminal
de penas y desengañados,
habitat de musas y amantes
como de mariposas de la noche,
que disfrazados de amor y besos
ofertan cielos en un suburbio asunceno
y embaucan así a los transeúntes
de la Curva de la Muerte.
*Fragmentos del libro "Poemas de hoy en día", de G.R.S.
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