Las
plumas del águila
al
sueño de paz de Colombia
como
todos los días desde hace más de 50 años,
pero
hoy un certero tiro fijo lo desplumó derribándole,
de
su cobarde altura donde tenía su atalaya
y
de donde rapaz pergeñaba ataques y rapiñas,
sobre
la inocencia y rebeldía de los pueblos.
El
tiro fijo se alojó en el corazón de la violencia,
madre
de tantos demonios e indecibles dolores,
cobrando
la sangre y sueño sembrados por Gaitán,
venciendo
con la paz al imperio de las guerras,
desarmando
de dudas y miedos a la resignación
y
salvando blancas palomas de gavilanes colorados.
Aunque los pactos y acuerdos no sean santos de devoción,
en una lucha revolucionaria la batalla final por la paz
es la más crucial de todas para un revolucionario,
porque empuñar el arma y su dejación son sólo gestos,
pero el objetivo último de toda revolución verdadera
es la alegría que da la justicia y la igualdad, el amor.
Aunque los pactos y acuerdos no sean santos de devoción,
en una lucha revolucionaria la batalla final por la paz
es la más crucial de todas para un revolucionario,
porque empuñar el arma y su dejación son sólo gestos,
pero el objetivo último de toda revolución verdadera
es la alegría que da la justicia y la igualdad, el amor.
Aunque tampoco las plumas esparcidas del ave maldito
que toman
los escribas malagüeros para oponer la guerra
a
los que nunca ahorraron la vida contra la muerte,
ni
cejaron en buscar la libertad bajo los bombardeos
o
prefirieron morir de pie que vivir arrodillados
o
esperar íntegro el día señalado al pie del cañón.
quizás
llevadas de Macondo a Cartagena para la ocasión,
luego
ya aparecieron las mariposas de Mauricio Babilonia,
para
delatar la presencia insoslayable del inmortal Gabo,
que
solamente él, con sus ojos de niño y realismo mágico,
pudo
haber imaginado una paz posible para la Gran Colombia.
Gilberto Ramírez Santacruz
Cartagena de Indias, 26 de septiembre de 2016.
No hay comentarios:
Publicar un comentario