A
propósito de “Donde el río me lleve”
de
Milia Gayoso Manzur
Las ideas poéticas más difundidas y aceptadas para
definir al Paraguay son aquellas que nos hablan de una “Isla rodeada de
tierra”, en una metáfora de Augusto Roa Bastos, y “La isla sin mar”, en el
título de una novela de Juan Bautista Rivarola Matto, además de la
historiografía en general que nos reseña al Paraguay aislado, primero en los
siglos XVII y XVIII por las revoluciones intermitentes de los comuneros; pero
yo diría más bien en este caso, el Paraguay arrinconado por el pujante y avasallante poder religioso,
político y económico de las Misiones Jesuíticas; luego de la Independencia Nacional
de 1811 y con los gobiernos de Rodríguez de Francia y los López el Paraguay,
por su radical defensa de la soberanía, su modelo de desarrollo económico sui generis y la socialización de sus tierras
y riquezas, llevados a cabo contra la corriente de la revolución liberal que
recorría el mundo entonces, por cuyas características extraordinarias el
Paraguay sería considerado como un país auto aislado por política de defensa y llevarían a los célebres
viajeros que lo visitaron sostener una teoría desfavorable al describirlo como
“la incógnita del Paraguay”, como resultado de una incomprensión absoluta de la
razón de ser de una pequeña nación y su desarrollo ejemplar contra viento y
marea de su tiempo político.
Sin embargo, como dijera aquel poeta “los ríos son
caminos que andan”, el mismo nombre Paraguay, remite su etimología en guaraní,
igual que el Paraná, a “aguas que van al mar” o ”aguas que llevan al mar”, de
ahí la asociación inmediata con la novela de Milia Gayoso Manzur, “Donde el río
me lleve”, el río como camino que anda y que es capaz de llevarnos tan lejos como a nuestro propio destino. Y
como dijera tan bellamente el poeta y dramaturgo Julio Correa, en su libro
“Cuerpo y Alma”:
El río es un gran poeta
que va cantando su
ensueño
de amor y de libertad
en la guitarra del
viento.
El río es un gran poeta
que dice un poema inmenso
en el lenguaje de Dios.
Pero éste mismo río había traído a dos contingentes
de 500 criollos paraguayos cada uno, como voluntarios combatientes, durante las
dos invasiones inglesas, pocos años antes de la Revolución de Mayo de 1810, de
entre los cuales había salido el soldado libertador junto al general San Martín
el coronel José Félix Bogado. Asimismo, desde finales de la Guerra del Paraguay
contra la Triple Alianza en 1870 y hasta la fecha, por motivos políticos o
económicos en general, este mismo río sigue llevando y trayendo como un
verdadero camino que anda a cientos de miles de paraguayos en busca del mar o
mejores horizontes para su destino. Configurando para el paraguayo el destierro
como una verdadera tragedia para su ser y su identidad, que muchos extranjeros
notaron el apego existencial a su tierra de los paraguayos y dejaron escrito en
su crónicas de viaje. Incluso ubo alguien que, al parecer fue Félix de Azara,
arriesgó la idea de que “el paraguayo no sobrevive fuera de su tierra, porque
su sangre está compuesta de la misma sustancia de la tierra”. Pero el poeta
Hérib Campos Cervera describió su doloroso exilio y desconsuelo en el poema “Un
puñado de tierra” como:
Un puñado de tierra,
con el cariño simple de sus sales
y su desamparada dulzura de raíces.
Estás en mí con todas tus banderas,
con tus honestas manos labradoras
y tu pequeña luna irremediable.
Un puñado de tierra:
Eso quise de Ti
y eso
tengo de Ti.
En el mismo sentido, el Roa Bastos poeta dice en sus
versos denominados “Los hombres”: “Tan
tierra son los hombres de mi tierra… Tan tierra son que son ellos la tierra…” Pero los embates del destino arrancan a los
hombres y mujeres de cuajo de su tierra, los echan a andar como camalotes y jangadas por
“Donde el río los lleve”. Para luego escalar en esta generosa tierra que nos
permitió no solo sobrevivir a la tragedia del destierro sino, además de
fortalecer nuestro fraternal vínculo con la tierra añorada, ayudamos con el
trabajo y sueños irrenunciables a engrandecerla como nación. A esta altura de
la historia de las inmigraciones en la Argentina, los paraguayos constituyen la
colectividad más numerosa de entre los extranjeros que residen legalmente.
Conformamos para el Paraguay, como se dice siempre, en Buenos Aires la ciudad
más poblada de paraguayos, que Milia Gayoso Manzur en su paso por la Feria del
Libro del 2011 y recorrida por el centro de Buenso Aires, aquella vez en su
condición de periodista retrató a los compatriotas y sus descendientes que
vivimos en la Argentina como “Los hijos del techaga’u”, “Los hijos de la
añoranza”, con una caracterización impecable que quiero compartir con ustedes:
“¿Es paraguaya?”, preguntó un joven cartonero en la
avenida Florida. “Mi madre también”, dijo, agregando un gentil piropo. Por las
calles, en los centros comerciales, en el subte a la hora del regreso a la
casa, luego de largas horas trabajando en las obras, en los comercios, en las
casas particulares… miles de paraguayos reconocen la tonada de los visitantes y
se hacen conocer. En cualquier parte del mundo, es maravilloso encontrar un
compatriota que te traiga el aroma de la tierra, porque el techaga`u es la peor enfermedad que ataca a los paraguayos que han
emigrado.”
Gilberto
Ramírez Santacruz
Buenos Aires, 29 de agosto de 2014.-
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