viernes, 1 de noviembre de 2024

La Venezuela Comunera

 Origen y trayectoria de la Venezuela Libre

EL GRITO DE ANTEQUERA(Memorial de la Causa Comunera)*
(Fragmentos)


     162.- LA LLAMA COMUNERA INCENDIA LOS ANDES VENEZOLANOS. Y así también, pareciera reencarnarse en Galán aquel espíritu rebelde y lejano de la Cartagena de Biohó que por entonces guarecía  al temeroso y cobarde Visitador Piñeres,  recorrió la rebelión comunera gran parte del territorio neogranadino, que del Socorro y Tunja surgida hasta la capital virreinal de Santafé de Bogotá, como gran parte de la hoya del río Magdalena, Antioquía, el Choco, el Valle del Cauca hasta Popayán, llegando aún con fuerza hasta los Andes venezolanos, de San Cristóbal hasta Mérida donde recibió apoyo mayoritario de negros, indígenas y criollos; el envión rebelde de Nueva Granada se reprodujo con inaudito coraje entre los comuneros de Venezuela, liderado por Juan José García de Hevia, que tomaron a la fuerza los caudales del Estanco del Tabaco y de  la Real Hacienda, al tiempo de desconocer y apresar a las autoridades reales  en San Cristóbal, Mérida y otras ciudades.  Pero la tradición de lucha comunitaria de los venezolanos debe buscarse su origen  en los años 1730 y 1733 en que un movimiento popular levantado por el zambo Andrés López del Rosario contra la tiranía comercial y política de la Real Compañía Guipuzcoana, creada en 1728 por el rey Felipe V para competir con la Compañía Guinea de los franceses y Compañía de Asiento de los ingleses que comerciaban en lo principal la venta de esclavos negros en la región, a favor de unos privilegiados comerciantes vascos para que la empresa fuese la única autorizada tanto a la importación y comercialización de toda clase de mercancías europeas en las provincias de Venezuela, Cumaná, Maracaibo y Trinidad  como a la fijación de precios y compra de los bienes producidos en Venezuela y su comercialización en España, al grito de consignas que eran comunes a los rebeldes de Paraguay y Cuba  se desarrolló una insurrección importante que abarcó todo el valle de Yaracuy, que tuvo mucho apoyo del pueblo y cuyo objeto principal era combatir el monopolio económico de dicha Compañía que condenaba a la miseria a los pequeños comerciantes, hacendados, artesanos y la plebe en general que dependía de su oficio o comercio particular. Años más tarde, el 4 de enero de 1741, se produjo otro levantamiento conocido como el Motín de San Felipe que fustigaba al Mal Gobierno de la provincia, por un descontento generalizado que provocó el nombramiento de un teniente y justicia mayor de San Felipe llamado Ignacio de Basazábal, por parte del gobernador  Gabriel de Zuloaga para cuidar fundamentalmente los intereses comerciales de la Compañía Guipuzcoana y perseguir a sus competidores locales y extranjeros que recurrían al contrabando de las mercancías, logrando la rebelión destituir al teniente nombrado y entregar el mando de la provincia a los capitulares, con una población armada que estaba dispuesta a resistir cualquier intento de pacificación violenta y obligando al gobernador Zuloaga a aceptar las condiciones de los rebeldes. Pero en 1744 hubo otro alzamiento que pasó a la historia como la Rebelión de El Tocuyo, con claro objetivo de oponerse al tutelaje de la Compañía Guipuzcoana, resistieron la disposición del gobernador Gabriel de Zuloaga de integrar una comisión de 200 soldados españoles y criollos con 150 indios flecheros para marchar en defensa del Puerto Cabello, uno de los dos puertos junto a La Guaira utilizados por la Compañía para embarcar y desembarcar sus productos, con la excusa de que el lugar era poco apacible para la salud pero, en realidad, se negaron a formar parte de una fuerza que iba a custodiar el negocio monopólico de los empresarios vascos. Ya era unánime la disconformidad con la todopoderosa Compañía Guipuzcoana por su arbitrariedad y angurria comercial, cuando en 1749 estalló la Rebelión de Juan Francisco de León, un Teniente cabo de guerra y juez de comisos, al ponerse al frente de 800 amotinados de Panaquire y se presentaron luego armados en la Plaza de la Candelaria de Caracas, exigiendo de una buena vez la expulsión de la Compañía de Venezuela, uniéndosele más 8000 lugareños en dicha plaza que se convertiría con el tiempo en la cuna de la libertad de la provincia y capitanía, y aunque fueran derrotados su gesta será faro en décadas posteriores. Sobre estos quemantes y esplendorosos antecedentes de luchas comunitarias llegaron soplando los vientos de rebelión de Nueva Granada en mayo de 1781,  la Rebelión de los Comuneros de los Andes  surgida esencialmente contra la gravosa política fiscal de la Corona borbónica que desde Caracas ejecutaba sin piedad contra la provincia el intendente José de Ábalos, provocando una insurrección casi generalizada con firmes consignas contra el mal gobierno y los elevados impuestos, logrando los rebeldes apoderarse de importantes ciudades como San Cristóbal, Lobatera, La Grita, Mérida y otros estratégicos lugares, todos ellos encabezados por el célebre caudillo comunero Juan José García de Hevia. Precisamente, en los pasquines de La Grita, fijados en distintas paredes y muros de la ciudad que reflejaban el espíritu revolucionario insuflado desde el Perú a Nueva Granda y Venezuela, proclamaban con todas las letras el alcance ideológico de la Insurrección: Los principales lugares de este reino, cansados de sufrir las continuas presiones con que el mal gobierno de España nos oprime, con la esperanza de ir a peor según noticia, hemos resuelto sacudir tan pesado yugo y seguir otro partido para vivir con alivio.


 *Fragmentos extraídos del libro El Grito de Antequera I(Memorial de la Causa Comunera) El Grito de Antequera II(Documentos históricos y literarios), de Gilberto Ramírez Santacruz, editado en 2014 por la Editorial Arandurâ de Asunción, Paraguay.

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