Origen y trayectoria de la Venezuela Libre
162.- LA LLAMA
COMUNERA INCENDIA LOS ANDES VENEZOLANOS. Y así también, pareciera reencarnarse en Galán aquel espíritu rebelde
y lejano de la Cartagena de Biohó que por entonces guarecía al temeroso y cobarde Visitador Piñeres, recorrió la rebelión comunera gran parte del
territorio neogranadino, que del Socorro y Tunja surgida hasta la capital
virreinal de Santafé de Bogotá, como gran parte de la hoya del río Magdalena,
Antioquía, el Choco, el Valle del Cauca hasta Popayán, llegando aún con fuerza hasta
los Andes venezolanos, de San Cristóbal hasta Mérida donde recibió apoyo
mayoritario de negros, indígenas y criollos; el envión rebelde de Nueva Granada
se reprodujo con inaudito coraje entre los comuneros de Venezuela, liderado por
Juan José García de Hevia, que tomaron a la fuerza los caudales del Estanco del
Tabaco y de la Real Hacienda, al tiempo
de desconocer y apresar a las autoridades reales en San Cristóbal, Mérida y otras ciudades. Pero la tradición de lucha comunitaria de los
venezolanos debe buscarse su origen en
los años 1730 y 1733 en que un movimiento popular levantado por el zambo Andrés
López del Rosario contra la tiranía comercial y política de la Real Compañía
Guipuzcoana, creada en 1728 por el rey Felipe V para competir con la Compañía
Guinea de los franceses y Compañía de Asiento de los ingleses que comerciaban
en lo principal la venta de esclavos negros en la región, a favor de unos
privilegiados comerciantes vascos para que la empresa fuese la única autorizada tanto a la
importación y comercialización de toda clase de mercancías europeas en las
provincias de Venezuela, Cumaná, Maracaibo y Trinidad como a la fijación de precios y compra de los
bienes producidos en Venezuela y su comercialización en España, al grito de
consignas que eran comunes a los rebeldes de Paraguay y Cuba se desarrolló una insurrección importante que
abarcó todo el valle de Yaracuy, que tuvo mucho apoyo del pueblo y cuyo objeto
principal era combatir el monopolio económico de dicha Compañía que condenaba a
la miseria a los pequeños comerciantes, hacendados, artesanos y la plebe en general
que dependía de su oficio o comercio particular. Años más tarde, el 4 de enero
de 1741, se produjo otro levantamiento conocido como el Motín de San Felipe que fustigaba al Mal Gobierno de la provincia,
por un descontento generalizado que provocó el nombramiento de un teniente y
justicia mayor de San Felipe llamado Ignacio de Basazábal, por parte del
gobernador Gabriel de Zuloaga para cuidar fundamentalmente los intereses
comerciales de la Compañía Guipuzcoana y perseguir a sus competidores locales y
extranjeros que recurrían al contrabando de las mercancías, logrando la
rebelión destituir al teniente nombrado y entregar el mando de la provincia a
los capitulares, con una población armada que estaba dispuesta a resistir
cualquier intento de pacificación violenta y obligando al gobernador Zuloaga a
aceptar las condiciones de los rebeldes. Pero en 1744 hubo otro alzamiento que
pasó a la historia como la Rebelión de El
Tocuyo, con claro objetivo de oponerse al tutelaje de la Compañía
Guipuzcoana, resistieron la disposición del gobernador Gabriel de Zuloaga de
integrar una comisión de 200 soldados españoles y criollos con 150 indios
flecheros para marchar en defensa del Puerto Cabello, uno de los dos puertos
junto a La Guaira utilizados por la Compañía para embarcar y desembarcar sus
productos, con la excusa de que el lugar era poco apacible para la salud pero,
en realidad, se negaron a formar parte de una fuerza que iba a custodiar el
negocio monopólico de los empresarios vascos. Ya era unánime la disconformidad
con la todopoderosa Compañía Guipuzcoana por su arbitrariedad y angurria
comercial, cuando en 1749 estalló la Rebelión
de Juan Francisco de León, un Teniente cabo de guerra y juez de comisos, al
ponerse al frente de 800 amotinados de Panaquire y se presentaron luego armados
en la Plaza de la Candelaria de Caracas, exigiendo de una buena vez la
expulsión de la Compañía de Venezuela, uniéndosele más 8000 lugareños en dicha
plaza que se convertiría con el tiempo en la cuna de la libertad de la provincia
y capitanía, y aunque fueran derrotados su gesta será faro en décadas
posteriores. Sobre estos quemantes y esplendorosos antecedentes de luchas
comunitarias llegaron soplando los vientos de rebelión de Nueva Granada en mayo
de 1781, la Rebelión de los Comuneros de los Andes surgida esencialmente contra la gravosa
política fiscal de la Corona borbónica que desde Caracas ejecutaba sin piedad
contra la provincia el intendente José de Ábalos, provocando una insurrección
casi generalizada con firmes consignas contra el mal gobierno y los elevados
impuestos, logrando los rebeldes apoderarse de importantes ciudades como San
Cristóbal, Lobatera, La Grita, Mérida y otros estratégicos lugares, todos ellos
encabezados por el célebre caudillo comunero Juan José García de Hevia.
Precisamente, en los pasquines de La
Grita, fijados en distintas paredes y muros de la ciudad que reflejaban el
espíritu revolucionario insuflado desde el Perú a Nueva Granda y Venezuela,
proclamaban con todas las letras el alcance ideológico de la Insurrección: Los
principales lugares de este reino, cansados de sufrir las continuas presiones
con que el mal gobierno de España nos oprime, con la esperanza de ir a peor
según noticia, hemos resuelto sacudir tan pesado yugo y seguir otro partido para
vivir con alivio.