Un espía de Dios ante el cielo
en memoria de Nicanor Parra
Dejó atrás Las Cruces
y abandonó Valparaíso
para presentarse al jefe
que preside los cielos
y hace sombras en la tierra.
Como vino al mundo
y sin hoja de parra
pero con su foja de trabajo
golpeó la puerta del más allá
y presentó su carnet poético.
Fue bien recibido
pero enviado al purgatorio
por incrédulo y agnóstico,
allí comprendió a Maiakovski,
"el poeta es un espía de Dios".
Tuvo que morir Nicanor
para dejar de ser un pequeño dios
y humanizar su abominada vaca sagrada,
pero también tuvo su condena y salvación
gracias a sus geniales artefactos y antipoemas.
G.R.S.
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