Elvio
Romero, a 12 años de su partida
El poeta que se desprende como palabra
y la cigarra que se desnuda para cantar
"El hombre, al nacer, será una palabra
que se pone de pie y se yergue hasta
lograr su estatura plenamente humana.
Bartomeu Meliá(Filosofía guaraní)
Con
el poeta Elvio Romero se cumple a plenitud la creencia de sus
ancestros guaraníes, que sostienen que la voz o la palabra es el
fundamento mismo del ser y del alma, que el cuerpo es apenas un
soporte o instrumento transitorio para perfeccionar el ser, es decir,
para pulir la palabra que es el verdadero sinónimo de la vida y del
ser, en el cambiante transcurrir y devenir de la existencia. El
hombre, según estos "profetas de la selva", llegado
el momento de madurez desprende su palabra del cascarón, "ojehekýi" en guaraní, como se
desprende un fruto maduro del árbol, o como la cigarra que
necesita deshacerse del ropaje para liberar su ser que es su
canto.
De
la misma forma, el poeta Elvio Romero quebró su instrumento
una vez prorrumpido el canto, usó de trampolín su cuerpo para
elevar la voz, sembrar su palabra, cosechar su poesía, establecer su
escritura y estampar su alma contra los embates del tiempo. El
mismo poeta se definió a sí mismo como palabra hecho poesías y
libros, anticipando que trascenderá a su encarnadura y brillará
siempre por su presencia activa, a través de su palabra-alma
compañera: “He pretendido que mis libros respirasen como los
hombres; que contuviesen el aliento de nuestra naturaleza encendida
por su vasto espacio verde y por el verano; por eso los poblé de
personajes y de árboles que cantan y de gente cuyo oficio era
sentarse en mitad de la luz del mediodía o del fulgor de la luna, de
guitarreros demorados bajo las ventanas para entonar sus endechas;
quise que esos libros invitasen a los viajeros a detenerse y a
contemplar la magia de nuestra región escarlata, y los he imaginado
saliendo a las calles y andando con esos vecinos en cuyos hombros
descansan las golondrinas después de un largo vuelo. Resumiendo:
quise que mi libro oliese a huerta con azahares en flor, a
valle perdido entre las colinas, a bosque o a persona trashumante, y
que sus páginas tuvieran un color de banderas sobre los techos
solitarios de los pueblos. Al fin y al cabo, yo había salido del
silencio de esos pueblos y no podía vivir sino con la costumbre de
llevarlos conmigo”.
I
El
genial poeta,
un
común entre los hombres
"Hijo
distante, me pregunto a veces
por
qué te escribo este cantar, si dejas
un
áspero dolor en mis recuerdos,
Padre
inquietante.
(...),
canto
el
gesto libre que te hará dichoso;
te
imagino también con poncho de alba,
padre
purpúreo, Paraguay profundo,
Padre
de fuego."
Elvio
Romero
Uno
de los mejores ensayos sobre la obra de Elvio lo escribió
el poeta y ensayista argentino Ricardo Rubio, “Elvio Romero, la
fuerza de la realidad” y "Elvio Romero-De la tierra intensa",
junto a los memorables escritos reivindicativos de Rafael Alberti,
Pablo Neruda, Miguel Ángel Asturias, Gabriela Mistral, Carlos
Villagra Marsal, Armando Almada Roche y José Vicente Peiró Barco, por
citar a los principales referentes sobre la enjundiosa producción
poética de nuestro vate nacido en Yegros, Departamento de Caazapá,
Paraguay.
Para matizar un poco la presentación de su obra en Buenos Aires, le escuché decir a Rubio en la ocasión una anécdota que retrata de cuerpo y alma al mayor poeta paraguayo: “Tenía el firme propósito de escribir sobre la portentosa obra y figura gigantesca de Elvio Romero. Después de saberme casi de memoria toda la obra, le comencé a seguir los pasos y asistía a todas las actividades donde se anunciaba su presencia.
Para matizar un poco la presentación de su obra en Buenos Aires, le escuché decir a Rubio en la ocasión una anécdota que retrata de cuerpo y alma al mayor poeta paraguayo: “Tenía el firme propósito de escribir sobre la portentosa obra y figura gigantesca de Elvio Romero. Después de saberme casi de memoria toda la obra, le comencé a seguir los pasos y asistía a todas las actividades donde se anunciaba su presencia.
Hasta
que llegué al contacto personal y le saqué un encuentro. De verle
junto a Rafael Alberti, Lima Quintana, Tejada Gómez, Horacio
Salas, Alfredo Carlino y otros renombrados poetas, un día me
cita en un bar en donde iba tener un encuentro con muchas
personalidades, según entendí yo y fui llegando al citado
lugar del barrio de Once. Al momento me presentó a la ronda de
amigos como un escritor y no sé cuántos adjetivos favorables a mi
modesta condición de poeta y pretendido ensayista. Asentí gustoso y
emocionado por tan fervorosa presentación. Seguidamente,
sin cambiar de tono ni ceremonia, me presentó a los otros invitados.
Rubén Larramendia, un gran pintor de brocha gorda y compañero
solidario. Pedro Villalba, excelente plomero y amigo de las letras.
Luis Riveros, lustrador de muebles y militante popular. Gilberto
Ramírez, zapatero y tallador de poemas. Todos ellos amigos,
compatriotas, luchadores y compartimos la causa sagrada de nuestro
pueblo, dijo el mayor poeta paraguayo con naturalidad y sin vueltas.
Así
fue y es el Elvio Romero que yo investigué y conocí, un
grande a la hora de crear y un hombre sencillo y común a la
hora sentir; un dignísimo vocero del Paraguay entrañable de la
historia latinoamericana, del Paraguay profundo de las luchas
legendarias contra la Triple Alianza como en la Guerra del Chaco y
revoluciones interminables, y del Paraguay glorioso de sus héroes
como Rodríguez de Francia y el mariscal Francisco Solano López, y
de artistas creadores como Agustín “Mangoré Barrios, José
Asunción Flores, Augusto Roa Bastos y por qué no, el propio Elvio
Romero.”
II
El
poeta de los innombrables
Sin duda alguna, en vida Elvio este homenaje jamás hubiera permitido, no por descortés ni falsa modestia sino por principios éticos y la convicción invariable de sentirse y ser sólo parte y no el todo de su pueblo. En toda su obra puede observarse que hasta el “yo poético” que utilizaba era de tal pluralidad y desprendimiento que abarcaba más al otro, al próximo, antes que a su propio ser.
Nunca
le gustaron los elogios grandilocuentes ni las disquisiciones
caprichosas de los críticos literarios cuando estaba presente. En
eso podemos coincidir todos, es como se debe hacer y obrar con un
verdadero amigo, criticarlo de frente y en su propia presencia con el
mayor sentido reparador y edificante, y mucho menos mezquinar a la
hora de elogiarlo ya sea a sus espaldas o ausencia con la generosidad
más saludable y convincente.
Sin
embargo, Elvio no pudo escapar a la elocuencia y reconocimiento de
los grandes poetas y escritores de su tiempo, que dejaron valiosos
testimonios de gran admiración por su descomunal obra poética. Sólo
por citar a algunos más memorables, como Miguel Ángel Asturias que
definió como “poesía invadida por la vida, por el juego y el
fuego de la vida”. El gran Pablo Neruda no dudó en decir: “poesía
llena de fuerza y follaje”. La misma Gabriela Mistral le escribió
en una carta: “pocas veces, Elvio Romero, muy pocas, he sentido la
tierra como acostada sobre un libro”. Rafael Alberti que tituló
premonitoriamente una poesía incomparable “Elvio Romero. Poeta
paraguayo”, para que no haya duda de que era un título ganado
desde el vamos y que lo llevó hasta el final con gran talento y
dignidad. Asimismo, Nicolás Guillén le dedicó un sentido poema en
el que le nombraba como “Elvio Romero, mi hermano”. La no menos
grande Josefina Plá que captó su poesía donde se puede “escuchar
la voz de un pueblo reclamando su lugar en el coro de la libertad”.
Y
así podríamos enumerar muchos más testimonios y elogios de grandes
personalidades sobre la figura y obra de Elvio Romero, a quien esta
noche, entre todos, familiares, amigos y compañeros, en este “puñado
de tierra” de la patria, valga la expresión de su admirado maestro
Hérib Campos Cervera, enclavada en esta Buenos Aires que acogió y
cristalizó tantos sueños de los más grandes artistas del Paraguay,
y la esperanza de mejor vida de millones de paraguayos dispersados
por la Argentina y el mundo llevando más de un siglo de
migración constante.
Y
nada más acertado que homenajear a Elvio en esta Embajada del
Paraguay en Buenos Aires, donde cumplió acabadamente su trabajo y
misión cultural. El hombre y el trabajo, por un lado. El poeta y su
obra, por el otro. Pero juntos conforman la emblema de un Paraguay
que cae y se levanta con el sueño y la lucha de su pueblo. La figura
de Elvio Romero sigue orgullosa como bandera y guía de los
luchadores por la libertad y los humildes de nuestro pueblo. Estrella
y horizonte su obra para los artistas y pensadores. Sus imágenes y
metáforas aún alumbran las raíces de nuestro dolor y dispara
amaneceres en el Paraguay profundo.
Para
concluir, la poesía de Elvio Romero hablará siempre de todos
nosotros, como paraguayos, latinoamericanos y hombres y mujeres
universales, porque representa la voz más honda que ha podido
sondear un poeta. Para señalizar el dolor del pasado y ejemplos de
tantos heroísmos. Para cantar las victorias y honrar las batallas
perdidas. Para obligarnos a diario a responder a las preguntas y
consejos que nos dejó Elvio en uno de sus poemas más conmovedor,
lleno de vitalidad y optimismo, escrito seguramente en uno de esos
momentos mas aciagos de su vida y la de su glorioso pueblo innombrado
e innombrable:
“y
por qué no buscar siempre
lo
que es parada en un camino,
lo
que hay de otoño en un verano,
lo
que hay de ardiente en lo más frío,
lo
que es sonrojo en unos labios,
lo
que es recuerdo en un olvido,
lo
que es pregunta en una respuesta,
lo
que es jadeo en un suspiro,
lo
que es vital de esa alegría,
de
esa tristeza en que vivimos.*
*Palabras
pronunciadas por GRS en el Homenaje por el 82º Aniversario de su
nacimiento en Buenos Aires, diciembre de 2008.
III
El
día antes
"Casi
recién nacida,
lumbre
madura y fuerte,
sabes
más de la muerte
quizás
que de la vida.
Y
tu nombre aromado
huele
más que romero,
a
pólvora, a reguero
de
cuerpo ensangrentado.
Rafael
Alberti(1948)
Hacía
varias semanas que el querido Elvio permanecía internado en el
Hospital Francés de Buenos Aires, después de superar algunos
trances que nos hicieron pensar lo peor, estaba en víspera de
recibir su alta médica pero insistía, a través de su musa y esposa
Élida, para que fuera a verlo antes de salir de su internación. Yo
hubiera querido visitarlo directamente el día siguiente en su casa,
para retomar algunas charlas y debates sobre la encrucijada de la
poesía actual, las etapas de maduración de las condiciones
objetivas y subjetivas de nuestro pueblo en pos de su liberación,
algunas noticias y hechos internacionales del momento, anécdotas
varias y su pregunta infaltable sobre algunos amigos comunes que
últimamente se habían dejado de remitirse.
Pero
el reiterado pedido de Élida me hizo cambiar de parecer y acepté
visitarlo un día antes de retirarse del hospital, me recibió
eufórico como un chico que hacía rato esperaba a su cómplice de
juego y me invitó a observar un programa de televisión en su sala
de internado, que mostraba a Fidel Castro en momento de recibir al
niño Iván que devolvía Estados Unidos a Cuba, después de una
larga controversia diplomática entre los dos países. Me dijo “qué
formidable este Fidel, otra batalla más ganada al imperialismo;
y sabés por qué nunca pierde ninguna batalla, porque todas sus
batallas son de causa noble y a la larga eso se impone siempre sobre
la soberbia y la manipulación de los opresores, en especial de los
yanquis.”
Parecía
que saboreaba en silencio pero sonriente el triunfo diplomático de
Cuba, sin dejar de mirarme y buscando mi aprobación que bien sabía
de antemano que compartíamos el feliz desenlace a favor del niño
para recuperar su familia y su patria. Pero luego saltó del tema y
me llevó hacia Caazapá, departamento del Paraguay, al cual
pertenecen nuestros entrañables pueblos Yegros y Abaí, según
Elvio también junto al Guairá, una de las cunas auténticas
de los mitos y leyendas de los guaraníes como de los “casos”
populares paraguayos. “Siempre me interrogué, me dijo, cómo salí
poeta de ahí, de ese medio tan extraño a la cultura y los libros,
pero sin embargo, muy cercana a las fábulas de la creación misma,
quizás allí radique la clave de nuestro destino. Ahora te sumo a
vos para interrogarte también, que provenís de un pueblo más
fabuloso aún, hasta hace poco no figuraba en ningún mapa del
Paraguay y lo conocíamos sólo por tu referencia y relatos
literarios. ¿O debemos elegir la disyuntiva de Neruda que
hablaba de sí como que fue poeta por bendición o maldición?”
Con
su inquietante teoría me dejó pedaleando en el aire y arriesgué la
idea de que todo se debía al destino, “el destino irremediable”
como escribiera Emiliano R. Fernández en uno de sus canciones más
populares, y que así escribí yo también en un soneto, ser poeta
era un asunto del destino. Pero antes de terminar de pronunciar mi
supuesta aseveración, me acordé de su obra biográfica sobre Miguel
Hernández, cuyo título era “Destino y poesía”, que me
dio pie para responder a su interrogante con sus propias palabras y
celebró mi respuesta. “Es cierto, me dijo muy complacido de hallar
en su propia expresión una respuesta posible, no había pensado en
eso, quizás al definir el destino del poeta y ‘pastor de Orihuela’
definía también mi propio destino y de laguna manera, de todos los
poetas. ¿Te acordás de memoria el soneto que escribiste, me
gustaría escuchar, che?”
DESTINO
Sólo quiero escribir cuando amo
pero
cuando amo dejo de escribir,
por
suerte cuento yo con las dos manos
que
al tiempo de amar puedo sentir.
Sólo
quiero vivir enamorado
pero
me enamoro y dejo de vivir,
y
gracias que el amor equivocado
en
vez de matarme me da que decir.
Sólo quisiera escribir y amar
y,
como si eso fuera posible,
poder
vivir un día sin respirar.
Sólo entonces quisiera yo morir,
cruzar
esta vida amando sin parar
y
escribiendo poemas hasta dormir.
“Está
bien eso, che, exacto retrata el existir del poeta y plasma el sentir
del poema”, comentó algo más relajado y me di cuenta de que no
habíamos ni mencionado su enfermedad y que nos olvidamos también
por un rato que estábamos en el hospital. Nos mirábamos atentos
pero sin hablar, parecía que escuchábamos el eco de los versos
declamados que revoloteaban por la habitación como pájaros enjaulados. Sin embargo, quedamos aliviados luego de compartir
el hallazgo poético como un verdadero ¡eureka! para tan inquietante
pregunta, pero al final todo quedaba entre nosotros, como tantos
otros episodios que comentábamos para matar los ratos y así tallar
sobre nuestra dura realidad que a menudo nos sacudía de los ideales
y ensueños.
Sin
percatarnos del horario de visita, el servicio del hospital le trae
al poeta la cena, me informó la enfermera que el tiempo había
concluido y debía retirarme, pero Elvio notó mi incomodidad y trató
de consolarme, me dijo sobre la marcha que “mañana me van a dar de
alta y te espero por casa, así seguimos con nuestro coloquio”.
Yo salí dichoso de haber compartido con él una de las mejores
partidas poéticas a solas, para más dicha, gracias a su insistente
pedido a través de Élida. Pero luego nadie, mucho menos él que
estaba lleno de inspiraciones y proyectos, iba suponer que aquél
mismo día de su alta médica, pasaría a mejor vida como se
acostumbra decir, quedando pendiente nuestro encuentro habitual y
sólo interrumpido nuestro coloquio por ahora, por fuerza mayor que
el afecto y compañerismo se encargarán de subsanar.
Buenos
Aires, junio 2004.
IV
Elvio
Romero brilla por su poesía
Era
el último día de la 37ª Feria del Libro de Buenos Aires,la cita
fue en la Sala Adolfo Bioy Casares, el 9 de mayo al final de la
jornada, se presentaba el excelente libro del compositor y escritor
Enrique Llopis, Cielito
del Paraguay, un
perfil de Elvio Romero,
publicado en Coedición por las editoriales De Aquí a la Vuelta y
CCC(Centro Cultural de la Cooperación),una de las valiosas obras
recientemente editada sobre uno de los mayores poetas del
Paraguay.
Asistimos los amigos, familiares y admiradores de Elvio, con el mismo entusiasmo y placer que nos producía una invitación del poeta a sus encuentros poéticos o a su casa. Llovieron los recuerdos y emociones entre los presentes, el espíritu de Elvio reinaba en la sala, con sus figuras poéticas entrañables del Paraguay profundo de que tanto nos habla en su inmensa obra, tan profundo que horada el universo para envolver a la humanidad con sus sueños de libertad y amor que no claudicó nunca por los pobres que claman su redención, sus innombrables pobres de la tierra.
El acto se abrió con las palabras amenas y oportunas del editor Jorge Testero, valorando el aporte de Elvio Romero no sólo a la poesía paraguaya sino a las letras hispanoamericanas y como tal anunció también la próxima presentación de su Poesía Completa en Buenos Aires, también publicada en Coedición por las editoriales De Aquí a la Vuelta y CCC, cuyos voluminosos ejemplares estaban exhibidos junto al libro de Enrique Llopis. Referido a la obra Cielito del Paraguay dijo que es un trabajo literario de LLopis muy loable, por ser un testimonio directo de alguien que compartió con el poeta sus mejores momentos de creación, también sus lacerantes palpitaciones de hombre militante por los ideales políticos de su tiempo.
Acto seguido, tomó la palabra Ariel Romero, hijo de Elvio y Elida quien asistía también junto a su hija Zulma, para agradecer por el permanente homenaje que recibe su padre por las personas que siempre valoraron y valoran su legado poético, especialmente Enrique Llopis y otros compañeros que bregan por su memoria. Asimismo, resaltò el esfuerzo de la editorial y la apuesta poética que hace por la obra de su padre que ha vivido y desvivido por sostener con dignidad su poesía como una antorcha de esperanza para las generaciones venideras.
Coincidimos con el editor y Ariel Romero, sobre el inmejorable aporte literario de Enrique LLopis, trayéndonos un conceptuoso ensayo sobre nuestro admirado poeta Elvio Romero, presentando sucinta y maravillosamente el contexto histórico en que se desarrolló el Paraguay y su cultura, el itinerario de lucha del pueblo paraguayo y del propio poeta que nunca fue ajeno al dolor de su tierra y menos de sus quemantes sueños de libertad. El libro Cielito del Paraguay, un perfil de Elvio Romero, nos trae, además de la reseña històrica y semblanza biogràfica brillante, un disco conteniendo las mejores canciones compuestas y editadas por Enrique LLopis sobre los versos màs memorables del poeta.
Con un reflejo admirable, Enrique Llopis invitò a leer unos poemas a la periodista Judith Vera, actual directora de Radio Nacional del Paraguay, amiga entrañable y promotora incansable de la obra de Elvio Romero, salpicando al acto con agua bendita de los sueños del poeta, recitando el poema Los innombrables "verso a verso" como un manifiesto poético y "golpe a golpe" como un martillo a la conciencia que aún tolera la realidad de los pobres, realidad contra la que tanto el poeta ha tallado.
Cuando parecía que el acto había llegado a su nivel máximo de exaltación de la figura de Elvio Romero y los recuerdos ya nos habían soltado en el tobogán de las emociones, alguien acercó un grabador con la voz del poeta en punta, una forma ya recurrente que encuentra Elvio para estar presente siempre, a través de sus confabulaciones e innumerables duendes de la poesía: "No siempre el poeta debe sostener los puños cerrados y en alto, a veces debe bajar y abrir esos puños, para que esas manos recuperen su oficio de sembrar, tomar una guitarra, ofrecerce en un apretón de manos o acariciar el cuerpo de una mujer...La poesía sin amor es fallida o no existe. La poesía si no rescata al hombre de su condición opresiva por naturaleza y causas históricas resulta estéril o se vuelve un mero suspiro en medio del torbellino de la realidad. Ya lo dijo aquel gigante de la poesía, Walt Whitman, el que camina una sola legua sin amor camina amortajado hacia su propio funeral. Y el que toca esta obra, no toca el libro, toca al hombre."
Asistimos los amigos, familiares y admiradores de Elvio, con el mismo entusiasmo y placer que nos producía una invitación del poeta a sus encuentros poéticos o a su casa. Llovieron los recuerdos y emociones entre los presentes, el espíritu de Elvio reinaba en la sala, con sus figuras poéticas entrañables del Paraguay profundo de que tanto nos habla en su inmensa obra, tan profundo que horada el universo para envolver a la humanidad con sus sueños de libertad y amor que no claudicó nunca por los pobres que claman su redención, sus innombrables pobres de la tierra.
El acto se abrió con las palabras amenas y oportunas del editor Jorge Testero, valorando el aporte de Elvio Romero no sólo a la poesía paraguaya sino a las letras hispanoamericanas y como tal anunció también la próxima presentación de su Poesía Completa en Buenos Aires, también publicada en Coedición por las editoriales De Aquí a la Vuelta y CCC, cuyos voluminosos ejemplares estaban exhibidos junto al libro de Enrique Llopis. Referido a la obra Cielito del Paraguay dijo que es un trabajo literario de LLopis muy loable, por ser un testimonio directo de alguien que compartió con el poeta sus mejores momentos de creación, también sus lacerantes palpitaciones de hombre militante por los ideales políticos de su tiempo.
Acto seguido, tomó la palabra Ariel Romero, hijo de Elvio y Elida quien asistía también junto a su hija Zulma, para agradecer por el permanente homenaje que recibe su padre por las personas que siempre valoraron y valoran su legado poético, especialmente Enrique Llopis y otros compañeros que bregan por su memoria. Asimismo, resaltò el esfuerzo de la editorial y la apuesta poética que hace por la obra de su padre que ha vivido y desvivido por sostener con dignidad su poesía como una antorcha de esperanza para las generaciones venideras.
Coincidimos con el editor y Ariel Romero, sobre el inmejorable aporte literario de Enrique LLopis, trayéndonos un conceptuoso ensayo sobre nuestro admirado poeta Elvio Romero, presentando sucinta y maravillosamente el contexto histórico en que se desarrolló el Paraguay y su cultura, el itinerario de lucha del pueblo paraguayo y del propio poeta que nunca fue ajeno al dolor de su tierra y menos de sus quemantes sueños de libertad. El libro Cielito del Paraguay, un perfil de Elvio Romero, nos trae, además de la reseña històrica y semblanza biogràfica brillante, un disco conteniendo las mejores canciones compuestas y editadas por Enrique LLopis sobre los versos màs memorables del poeta.
Con un reflejo admirable, Enrique Llopis invitò a leer unos poemas a la periodista Judith Vera, actual directora de Radio Nacional del Paraguay, amiga entrañable y promotora incansable de la obra de Elvio Romero, salpicando al acto con agua bendita de los sueños del poeta, recitando el poema Los innombrables "verso a verso" como un manifiesto poético y "golpe a golpe" como un martillo a la conciencia que aún tolera la realidad de los pobres, realidad contra la que tanto el poeta ha tallado.
Cuando parecía que el acto había llegado a su nivel máximo de exaltación de la figura de Elvio Romero y los recuerdos ya nos habían soltado en el tobogán de las emociones, alguien acercó un grabador con la voz del poeta en punta, una forma ya recurrente que encuentra Elvio para estar presente siempre, a través de sus confabulaciones e innumerables duendes de la poesía: "No siempre el poeta debe sostener los puños cerrados y en alto, a veces debe bajar y abrir esos puños, para que esas manos recuperen su oficio de sembrar, tomar una guitarra, ofrecerce en un apretón de manos o acariciar el cuerpo de una mujer...La poesía sin amor es fallida o no existe. La poesía si no rescata al hombre de su condición opresiva por naturaleza y causas históricas resulta estéril o se vuelve un mero suspiro en medio del torbellino de la realidad. Ya lo dijo aquel gigante de la poesía, Walt Whitman, el que camina una sola legua sin amor camina amortajado hacia su propio funeral. Y el que toca esta obra, no toca el libro, toca al hombre."
Buenos
Aires, 15 de mayo de 2011.
VI
Vía
crucis del poeta
Recorrer
las páginas de los libros de Elvio Romero es como desandar su
doloroso y combativo itinerario, donde los libros resultan como
estaciones de su tren de vida. En toda su obra resalta la rebeldía y
el sueño de libertad, conmovido por tan honda inspiración que hallé
en sus libros, le agradecí con un poema(Novio de la libertad). Pero el propio Elvio se encargó de desentrañar los elementos que
nutrieron su portentoso aporte a la poesía paraguaya,
latinoamericana y universal: “Durante
el largo exilio que padecí, mis compatriotas, mis amigos, y algunos
desconocidos también, se acercaron a mi casa de exiliado, trayendo
la fragancia de las cosas lejanas, reconfortando mi retiro. Compartí
la lucha de mi pueblo por su libertad, viví atento a la formidable
gesta protagonizada por los miles de combatientes que, cautelosa y
valerosamente, prepararon el porvenir de la patria, y mi canto se fue
conformando así, entre exaltaciones vibrantes y melancolías, de
esas luces y sombras que, alternativamente, estremecen el alma. No se
ya si pronto, o tarde, comprendí que debía recoger en mi poesía
todos los estados de ánimo que brotaron de esas tristezas fugaces y
de una impresionante e impertinente rebeldía. Entonces abrí todas
mis ventanas para que entrasen los vientos del mundo, y así pude
juntar las desvaídas hojas del decaimiento con la ardiente ramazón
de un fuego combativo. Todos mis sentimientos, todos, se mezclaron,
como en la galera de un prestidigitador los papelitos de colores y
desde donde salió volando una paloma de oro al calor de mis pasiones
y mis imaginerías”.
novio
de la libertad*
qué días
roturados los
tuyos
mientras
esperas que despierten
las fogatas
mientras
soportas los resoles
áridos
mientras
sufres el relámpago
herido
que
sangra lágrimas puebleras
qué destino
y poesía el
tuyo
igual
que tu hermano mayor
sí miguel el
del barro
y
qué guitarra
dura la
que desgranas
y
ejecutas para y por los
innombrables
qué
terca tu esperanza,
no
dejó apagar el
viejo fuego de
amor y libertad
que
hará sucumbir tu largo destierro
y atardecer
y
pronto penetrará el
sol bajo las raíces
y
alumbrará el camino al pynandí
e
incendiará de liberación las entrañas de latinoamérica
qué valles
imaginarios los
nuestros
y
qué reales sin embargo
tus fabulaciones que
explican lo increíble
que
ocurre y transcurre en la cotidianidad
y
tus versos
de caminante que
guían al pueblo
ante
encrucijadas y callejones sin salida
pero
qué acertadamente también ¡poeta
alguien
te llamó novio
de la libertad!
(a
elvio romero)
*Poema
publicado en “Golpe de poesía”(1986) de G.R.S.
VII
El
poeta debe cantar
Cuando
tomé conciencia de que no tendría más a tiro a Elvio para
dispararle las dudas del oficio, busque entre todas sus
recomendaciones a los aspirantes de las bellas letras, como una tabla
de salvación para todo el naufragio que nos espera de por vida con
su partida. En aquellos primeros días de su ausencia, recordaba sus
palabras más brillantes que nos servirán de faro en lontananza de
la poesía, al tiempo de homenajearlo y agradecerle por ofrendar y
colocar siempre su flecha en el arco certero de su pueblo.
el
poeta que olvida de cantar…*
decía
el maestro
sin
pretender enseñar
el
poeta que olvida de cantar
olvida
su razón de ser y allá va…
como
el pájaro que olvida de volar
al
pájaro hace el vuelo y el cantar
como
el río que olvida su destino de mar
entre
diques y represas no llegará jamás
el
poeta que olvida de cantar
es
cigarra sin verano que celebrar
decía
el maestro
sin
pretender enseñar
el
poeta que olvida de cantar
olvida
su razón de ser y allá va…
al
caminante que olvida su destino
el
horizonte no le señala el camino
aquel
que tiene fuego de la poesía
vivirá
con la brasa encendida
las
palabras de Darío repetía una a una
el
que lleva fuego soporte la quemadura
decía
el maestro
sin
pretender enseñar
el
poeta que olvida de cantar
olvida
su razón de ser y allá va…
podrá
escribir versos o simples palabras
pero
la poesía es reina y nunca esclava
el
poeta es un hombre cualquiera
suscribía
con tuñón la misma idea
pero
cualquier hombre no es poeta
surge
la poesía como del arco la flecha
sin
pretender enseñar
el
maestro decía tal cual
el
poeta que olvida de cantar
olvida
su razón de ser y allá va…
el
cuchillo que mejor brilla
es
aquel que ama su vaina
la
poesía es al idioma nuestro
lo
que es el relámpago al trueno
el
poeta que olvida de cantar
es
vida que anda sin respirar
(en
memoria de elvio romero)
“él
quería que todo en el esfuerzo de los hombres cantara”
*Poema
extraído del libro “Paraguay canta, Paraguay sueña” (2008) de
G.R.S.
VIII
Testamento
poético
Pero
no cabe duda, el testamento poético de Elvio Romero se resume en
forma insuperable en su poema “De caminante”, donde lega todas
las llamaradas de su pasión y sus pactos de sangre que profesó en
toda su vida con “los innombrables”, que en estos versos los
nombra a cada uno y con mayúscula.
De
caminante
Heme
aquí, con los de mi camino:
el
Justo, el Pobre, el Perseguido
y
el Rebelde. De parte alguna vino
mi
voz, sino de ellos. Fui con ellos
a
elegir mi posada, el desprendido
corazón.
El pan, el vino
me
fueron ofrecidos. Los destellos
de
su ser me encendieron; ahora nada
tengo
más que de un mundo compartido,
el
compartido amor y la mirada.
Se
me fue dado este cantar por ellos.
Heme
aquí, derramado en mi camino.(Elvio Romero)
Gilberto
Ramírez Santacruz
Mayo de 2014.
Mayo de 2014.
Maravillosa entrada, amigo. Un abrazo
ResponderEliminarMuchas gracias,pronto golpeará tu puerta mi demorado correo, apreciado amigo.gilberto rs.
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