Memorial de la Causa Comunera
“Quien controla el pasado controla el futuro.
Quien controla el presente controla el pasado.”
George Orwell
Por Roxana Gardes de Fernández*
El Grito de
Antequera o Memorial de la Causa Comunera– 2014- instala en el marco de la creación
narrativa una nueva forma de novela histórica. Se trata de una proyección
poético-ficcional de discursos históricos: memoriales, crónicas e informes.
La extensa
relación es presentada por un figurado relator actual como la transcripción del
Memorial de Antonio López Carvallo. ex secretario auxiliar del Cabildo de
Asunción y privado del Dr. José de Antequera
y Castro. El texto original si bien se traslada a una versión actualizada,
conserva la forma en el capitulado y el contenido ideológico de un relato
abrumado de citas y transcripciones. Por
otra parte la versión actual se ubica en el contexto del Siglo XVIII y en las
proyecciones de los hechos y en ese trasfondo de la historia de lo esencial humano:
la búsqueda y la expresión de la libertad.
La novedosa estructura –un juego de círculos o de
capas superpuestas- es además una articulación en dialéctica por la confrontación
de aspectos diversos. En efecto, hay relatos de acontecimientos y relatos de
discursos: se narran los hechos y lo que se dijo sobre los hechos. Se dispone entonces un juego de puntos de
vista y multiplicidad de voces, discursos sobre discursos en alternancia de
niveles que instalan una metáfora o parábola del memorial de base- hipotexto-
estructura profunda y motivación primera.
La articulación externa esboza los marcos del relato:
un juego de círculos dentro de círculos, en un ir de lo externo a lo interno.
El marco más amplio- el discurso del relator actual, define un receptor desde la dedicatoria, dirigida “A
los que dieron y ofrecen su vida por la libertad.” Ese marco se inicia en el “Pretexto”,
que discurre sobre la transcripción del memorial, y culmina o se cierra en el “Colofón”,
un metadiscurso de emisores
intercambiables.
El “Pretexto” instala también una segunda dialéctica: el
juego en el plano semántico de dos ejes:
1) el de la lucha comunera como pasión inquebrantable por la liberación y 2)
el conflicto que en las instituciones se
da entre los principios de origen y la tergiversación
posterior de esos mismos principios.
Y en este
discurso inicial, el relator opone también a la dramática situación descripta como
contexto, el mensaje esperanzado acerca de una nueva doctrina que proclama la
fe y la justicia en el eje de la misión de Cristo.
Dentro de este primer marco, un segundo marco discursivo rodea al relato propiamente dicho: “El grito
de Antequera” o “Memorial de la causa comunera”. El emisor López Carvallo, secretario de
Antequera y testigo de los hechos, expone:
1. la “Proclama
de José de Antequera y Castro”, 2. un “Epígrafe”- cita en latín de la Eneida de Virgilio, 3. el “Exordio” con
4. otro “Epígrafe” –una cita, también en latín de la Metamorfosis de Ovidio.
La “Proclama”
ese llamamiento de José de Antequera” al pueblo de Asunción el 12 de Agosto de
1724 instituye el eje semántico del “Memorial” y de la “Relación”: “Ayudadme, nobles paraguayos, ayudadme en
esta facción que emprendo, no por interés propio mío, sino para provecho
vuestro, (…) el (…) veros remediados y libertados de la tiranía de los teatinos
(jesuitas),(…) porque a la defensa de vuestras justas causas he sacrificado mi
propia vida, y si tuviera otras mil todas las perdería gustoso por aseguraros
vuestras conveniencias, movido sólo del justo sentimiento que me causan las
sinrazones de los jesuitas y del amor entrañable que os he cobrado y os
profeso. Por tanto, nobles e invictos héroes, pelead como valerosos, leales y
honrados patriotas contra estos miles de bárbaros e infieles guaraníes de los
jesuitas, y obrad de manera que no dejéis a la posteridad la nota infame de
cobardes y vamos a vencer o morir en defensa de la patria…” (P.15)
El “Exordio” presenta la temática del memorial oponiéndola
en la dialéctica: verdadero/falso. Esta
es la verdadera historia de la revolución
comunera frente a testimonios falsos.
Consideremos algunos rasgos de la original y
acertadísima estructura. ¿Por qué los epígrafes? ¿Qué función cumplen los epígrafes
de Virgilio -poeta latino del S.-I y I? Los
dos epígrafes en latín y traducidos por el relator –el epígrafe que precede al “Pretexto”
y el que antecede al “Memorial”- son citas del libro II de la Eneida
, fragmentos del relato que hace Eneas a
Dido sobre la tragedia de la destrucción de Troya y el posterior peregrinaje de Eneas en ese itinerario para
fundar una nueva Troya. Entonces, los epígrafes instalan para el
lector actual el absurdo tremendo y atemporal de la guerra: ese accionar del
hombre contra sí mismo, del hombre juguete de los dioses o de esas proyecciones
abstractas que se inventan para juzgar sus miserias.
En el “Memorial” el drama humano se ubica con Antequera legista
en Lima, oidor de la Audiencia de Charcas, pesquisidor en Asunción, Jefe de los
comuneros paraguayos, prisionero en la cárcel del palacio de la Inquisición, y condenado
al cadalso.
El relato, por quien compartió el destino de
persecuciones e injusticias y fue testigo de su fortaleza, adquiere en esta
transcripción por el relator actual, el tono exaltado y la articulación
retórica de oratoria que a la manera de Cicerón y en la necesidad de persuadir
traslada los hechos a la historia universal.
Así hay amplificaciones en los dos planos – el de los acontecimientos y
el de los discursos.
En el plano de los acontecimientos el pensar de
Antequera, su grito y la posterior acción de Fernando de Mompox en Asunción se
proyecta a otras manifestaciones en América: “El Grito de la Vecindad de
Corrientes”, “El Grito de los vegueros de Cuba y de los barrios de Quito”, “El
Grito de los Tupac Amaru”, “El Grito de José Antonio Galán”, “El Grito de Tupac
Catari”, “El Grito de los Centauros del Tucumán”.
En el plano discursivo, si los nombres de
gobernadores oidores y virreyes, son hitos de la realidad histórica del
Paraguay y de América, la articulación reenvía no sólo a crónicas o relatos
sobre los acontecimientos, sino también a la producción literaria: a Virgilio-
Siglo-I /I, a Esquilo –IV, a Platón-V,
y hace retroceder el acontecimiento al mito de Prometeo, el titán que conmovido
por las limitaciones del hombre robó a Hefaistos una chispa de fuego y la dio a
los hombres. El castigo por Zeus a Prometeo- el ser encadenado a la roca de una
montaña y corroído eternamente por un buitre- traza el eje de la injusticia, que se proyecta
a Cristo en su misión de revelar la espiritualidad a los hombres, la libertad
en la trascendencia.
Entonces, del mito a los grandes maestros de la
cristiandad, por un lado y frente al propósito de la magna misión espiritual;
las acciones de destrucción del hombre por el poder. Desde otro tiempo y otra
geografía Nicolás Maquiavelo y sus
consejos de crímenes y asesinatos dados al príncipe para retener el poder.
Sobre esta semántica profunda, el relato de acontecimientos actualiza las
acciones de la conquista: el encuentro de las razas y la reducción de culturas.
Los errores por una óptica limitada como la de José Cardiel en Breve relación de las misiones del Paraguay
y costumbres de los guaraníes o la del Padre José Eusebio Nïeremberg en el
libro: De la diferencia entre lo temporal
y lo eterno impreso en 1705 en la
Reducción de Santa María la mayor. Un accionar configurado también desde la
ironía de Voltaire en Cándido o por la descripción de Schiller en El gobierno jesuítico en Paraguay en ese
juego de universalización que autentifica legitima esta circunstancia
histórica.
En la articulación discursiva de la semántica,
juega, en contraste una página ética: la
“Carta de José de Antequera y Castro” escrita desde la cárcel de Lima al obispo
José de Palos, en 1727 en la soledad e injusticia de un destierro que se
compara con el de Ovidio en Tomos.
“ (…) Y si
endulzar píldoras en lo político no es otra cosa que valerse de la simulación y
del engaño, representando las cosas no como son en sí, sino como conviene
fingirlas para cuando es la falacia el medio de conseguirlo; se ve, que el
endulzarme V.S. Ilustrísima la píldora (como dice) en la conversación de la
Chacarilla, sería querer corresponder a mis cortesanos y obsequiosos
rendimientos, practicando conmigo aquella máxima política de V.S. Ilustrísima
(…) que enseña, que
el Príncipe, o Superior, para acertar en su gobierno ha de faltar en algunos
casos a la verdad. Máxima por cierto que
no se puede gloriar V.S.Ilma de haber sido su inventor porque es tan antigua en
el mundo, (…) Bien antiguo fue Polibio, y ya en su tiempo había no uno, sino
muchos Machiavelos que enseñaban, que el manejo de las cosas públicas era
imposible sin dolo y alevosías (…) El centro de la doctrina de Maquiavelo viene
a estar colocado en esa maldita máxima suya (…): ‘la simulación de la virtud
aprovecha; la misma virtud estorba.’ De este punto sale, por líneas rectas, el
veneno a toda la circunferencia de aquel dañado sistema (…) Aquel depravado
ingenio enseñó en sus escritos lo mismo que él había estudiado en los hombres. El
mundo era el mismo antes de Maquiavelo que es ahora; y se engañan mucho los que
piensan que los siglos se fueron maleando así como se fueron sucediendo.” (Pp.
411-413)
Así se va delineando desde un espacio discursivo
externo- el de las citas: epígrafes y otros textos- y en el juego dialéctico de
los dos ejes, el de la dominación y el de la libertad buscada, un trasfondo del
alto ideario, desde una visión del hombre en lo más excelso del patriotismo,
del heroísmo.
Entonces el discurso del Relator incluye el discurso
del testigo y éste a su vez refiere las acciones y argumenta lo narrado con los
discursos del personaje histórico, sus
proclamas, sus cartas, sus arengas. Así,
el pensamiento filosófico - trasfondo del accionar- es reproducido por
citas textuales y narrativizado, transportado al marco de la historia. La suma
de voces adquiere dimensiones diversas. Por un lado se distinguen las
expresiones de Antequera con la marca
precisa de la cursiva, en estilo directo, configurando al ideólogo en la dimensión de su lenguaje, y
actualizando el contexto de su lucha por las citas de cláusulas del Rey, de informes
de los pesquisidores o –en cita textual el discurso de bienvenida pronunciado
por Juan de Mena y Velazco en Asunción para recibir a Antequera. Por otro lado
se proyecta y amplifica el ideal del
común amalgamando una suma de voces en una misma expresión. Ante la
indefinición de emisores surge el planteo: ¿quién piensa, quién expone esta
idea? ¿De quién es este pensamiento? Y la
respuesta, borra los límites, los emisores son intercambiables porque en las expresiones del lenguaje se superponen el
pensar de Antequera, el pensar del testigo, su secretario y escriba en el
contexto del Siglo XVIII y el pensar del Relator actual que transcribe. Se trata de un discurso sin marcas sobre el
emisor. Y al borrarse los límites entre
las fuentes de emisión la expresión es de Antequera transportada al
marco de la historia, la expresión es también del secretario escriba personaje
histórico y figurado en este relato y es
expresión del Relator actual. Son emisores de un mismo ideal humanista.
Entonces, en este juego de marcos en que el relator transcribe el “Memorial”
del secretario que copia los documentos de Antequera -cartas, arengas, etc; se traza un eje de
pensamiento en un discurso que expresa las mismas ideas sumando circunstancias espacios y tiempos.
Y este artilugio de escritura –que en teoría literaria se denomina “discurso
o estilo indirecto libre”- es el mejor
recurso para expresar el movimiento de un pensar que abarca hechos/acontecimientos,
las causas mezquinas los discursos falsos, pero abarca también el ideal del humanismo o las imágenes de
quienes configuraron el mundo cultural en las vicisitudes.
En una articulación peculiar el relator legitima el
universo del “Memorial” configurado –en torno del ideario de Antequera- da
valor de verdad al testimonio del secretario privado y quita autenticidad a otros discursos.
Entonces desde un texto de base que es el “Memorial comunero” y el conjunto de documentos reunidos en el Tomo II; Gilberto Ramírez Santacruz articula magistralmente un acontecimiento actualizando testimonios pasados y presentes en un juego de voces y visiones en perspectiva, el acontecimiento: la historia del Paraguay que se ubica en un tiempo puntual y en un espacio se amplifica universal, absolutamente.
Y si el Relator –Gilberto Ramírez Santacruz -
configura este universo interno, propio del texto, universalizando, mezclando dominios: el mundo
mitológico y el mundo cristiano e inscribe los motivos de la historia de Paraguay
en la del Virreinato y en la historia del mundo, y da coherencia a ese universo
tan heterogéneo en un movimiento en
todas las dimensiones de tiempo; el pensar y el sentir de Antequera se actualizan hoy donde la dominación por el cruce de
poderes no es sólo la del espacio o de las instituciones, sino la del individuo
y del pensar propio.
El “Colofón” cierra el texto. Un discurso en otro
nivel recorre lo escrito. “He escrito –dice el secretario de Antequera - entre
los años 1726/1792 y en Asunción, Córdoba, Chuquisaca, Potosí, Lima; he
escrito-dice el figurado -Relator actual- presente oponiendo a esa literatura del siglo XVIII y su ideal de representar el
mundo en el orden de Arcadia, oponiendo a esa armonía helénica refigurada por
Virgilio, una literatura que expresa desde el sentimiento “el Caos de la vida,
y la accidentada existencia de Gea.” (P. 586)
Este texto de Gilberto Ramírez Santacruz- una metáfora del “Memorial”, una parábola de
la proclama de José de Antequera es un suceso de la historia, es el acontecimiento. El tiempo del
ethos en un hoy rescata el pasado hacia un futuro y el universo descripto en esa suma de tiempos
puede coincidir totalmente con el conflictivo universo real, entonces no habría
salida, pero en esas “Tierras conquistadas (…) por los adelantados (…) la cultura
guaraní envolvió a sus conquistadores y engendró una nación-patria de
legendarios guerreros y de poetas-profetas (…)”.(P.58) Entonces, concluyo, en “el grito –el sentimiento hecho palabra-
convoca, en el ideal, el destino de América”.
*Palabras pronunciadas por la doctora Roxana Gardes en la Biblioteca Nacional, el pasado 24 de septiembre del corriente año, durante la presentación de El Grito de Antequera de Gilberto Ramírez Santacruz. La autora es Catedrática de la Universidad Católica Argentina y especialista en literatura latinoamericana del Centro de Estudios de Narratología(CEN).
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