viernes, 25 de marzo de 2016

Un Dios caído

        Un Dios caído*

Cayó un Dios de su trono celestial
y al tocar tierra se hizo hombre

Venía a cumplir la más terrible profecía
nacer pobre y morir desamparado

Soportó los flagelos más humillantes
que ningún infeliz podría tolerar

Se tragó amarga la propia verdad
el verdugo higiénico se lavó las manos

el antiguo rito del sacrificio humano
volvió por última vez según los fariseos

a Moloch siempre le gustaron los niños
ahora le llaman a secas el cordero de Dios

Cristo hizo esta vez del chivo expiatorio
murió hombre y volvió a su trono como Dios

*Versos que pertenecen a libro "Poemas de hoy en día" de GRS.

sábado, 19 de marzo de 2016

El Arte de Perder según Matsuo Bashô

libros
PAGINA/12, DOMINGO, 13 DE MARZO DE 2016
MATSUO BASHÔ

EL ARTE DE PERDER

Fue el gran poeta nacional de Japón, maestro del haiku, peregrino y caminante. Matsuo Bashô, mezcla de linyera y monje, fue un personaje tan legendario como real del siglo XVII. Ahora se publican en un solo tomo sus Diarios de viaje, traducidos al castellano por el especialista en cultura nipona y zen Alberto Silva, y Masateru Ito. Es un libro que tiene ya varias traducciones, entre ellas la de Octavio Paz, y que más allá de su valor literario, abre las puertas de un mundo donde la captación del instante y la experiencia revelada rebalsan la comprensión racional o emotiva.
Por Mercedes Halfon

La lectura de un diario siempre guarda la promesa de encontrarse con un material que relevando lo cotidiano, descubra circunstancias desconocidas, azarosas y particulares en la vida íntima de alguien. En el caso de Matsuo Bashô, cuya obra tiene el signo de trasuntar la experiencia, de que la escritura sea una forma de detenerse en la vida, el diario, lejos de ser el descubrimiento de una dimensión ignorada, ilumina y profundiza en lo central de su órbita literaria. Bashô es el gran poeta de Japón, el maestro del haiku, el que pasó gran parte de su vida en los caminos, una mezcla de bohemio, linyera y monje, creando con sus escritos una imagen cultural y simbólica de Japón que perdura hasta nuestros días.
Parece difícil acercarse a este enclave espacial y temporal tan lejano. ¿Cómo era la cotidianidad en el campo y las ciudades de Japón a mediados del siglo XVII? La aparición en un tomo de los Diarios de viaje de Bashô es una estación fundamental en este acercamiento. Porque parece difícil y lo es. Octavio Paz, en su famosa y discutida traducción de Sendas de Oku, el más extenso de estos cuadernos de peregrinaje, aconsejaba leerlos con la mirada distraída, como quien mira una “sucesión de paisajes”.
Pero la lejanía no es solo cultural, sino también lingüística. En ese sentido se han sucedido las traducciones de Bashô, tanto de sus bellísimos haikus, como de sus célebres diarios, dejando la sensación de que nunca hay una versión que pueda considerarse definitiva. Son conocidas las traducciones al español del mencionado Paz y Eikichi Hayashiya –publicada por Fondo de Cultura Económica y considerada por algunos como de “excesiva impronta paciana”– la de Antonio Cabezas –editada por Hiperión–, a la que se suma ésta, elaborada por Alberto Silva y Masateru Ito. Sucesivas etapas de la siempre renovada fascinación por Japón y esa figura tan central en su cultura, que no hay templo, oficina pública o plaza, que no tenga alguna imagen que lo recuerde.

LENGUA HAIKU

Alberto Silva es un especialista en cultura nipona, director de Zen Buenos Aires donde se difunden saberes y prácticas. De él conocemos esa hermosa pieza de la poesía japonesa en español que es El libro del haiku. Para esta nueva tarea fue acompañado por el traductor nacido en Osaka Masateru Ito, quien fue además embajador en Latinoamérica. Silva nació en Buenos Aires pero migró mucho, vivió en Chile, España y durante casi quince años en Kioto. Él cuenta sobre su ingreso en todo este universo: “Hacia el 73 descubrí el haiku. Estaba en Chile y lo que me cayó en las manos fueron las traducciones de Torres Agüero de algunos poetas desde el francés y también algunas desde el inglés. Tuve la sensación de que el haiku en el original daba para más que lo que mostraban las traducciones e intenté algunas versiones mías. Después pasaron los años, vivimos con mi familia en Europa, más quince años en Japón. Profundicé mi aprendizaje de la lengua, la cultura y el zen. Antes de volver a Argentina definitivamente, en 2005 publiqué por Bajo la luna el volumen de haikus, que eran una segunda o tercera traducción de los mismos tercetos que había hecho a fines de los setenta”.
Silva viene pensando en la transmigración de esas formas tan livianas, naturales y espontáneas que a veces pareciera que cualquier intento de traducción al español vuelve solemnes, aplana o conduce a un lugar de mayor determinación que en el original. Por eso su llegada a la traducción de los Diarios de viaje de Bashô está guiada por la misma impronta seria y vitalista con que trabajó antes. En este caso se acompañó de un hablante natural de la “lengua de salida” para juntos llegar a las mejores versiones posibles. “Desaconsejo meterse en la traducción del japonés un extranjero solo. Y viceversa. Hace falta una amplitud de registros, sobre todo en una lengua como la de Bashô, que es híper cultivada, muy atenta a las posibilidades semánticas que da un kanji o carácter simbólico. La lengua es un ente vivo, tiene su elasticidad, sus limites, su legalidad, fronteras que muchas veces son menos rígidas de lo que pareciera. Una traducción es otro género que el diccionario bilingüe.”
El libro editado por Silva incluye la totalidad de los textos de viaje de Bashô: Diario de una calavera a la intemperie (1684), Viaje a Kashima (1687), Cuaderno en la mochila (1687), Viaje a Sarashina (1687), Senda hacia Oku (1689) y Diario de saga (1691). Todos cuidadosamente anotados, intentando reconstruir su contexto original de escritura. No solo histórica o geográficamente sino también de manera sensible: notas en referencia a la hermosura del paisaje que el poeta menciona, detalles sobre el tipo de luna que se alza sobre determinado monte, aclaraciones del estado de ánimo que podría estar haciendo alusión. Los textos de Bashô además, están plagados de referencias y chistes a poetas de la tradición japonesa y china. Cita mucho, pero cita estando de viaje y obviamente no lleva consigo su biblioteca. A veces la memoria le falla y hay que acudir a las notas para reponer y vislumbrar el brillo de la constelación poética que traza.

EN EL CAMINO

Obra: Diarios de viaje. Matsuo Bashô Fondo de Cultura Económica, 196 páginas.
Su nombre era Matsuo y lo cambió por Bashô –que significa banano– cuando era un reconocido maestro, inspirado por el árbol que estaba al lado de su casa y bajo cuya sombra seguramente, debe haber escrito, recibido amigos y discípulos. Había nacido en una familia campesina a mediados del siglo XVII, una Japón feudal donde la movilidad entre estamentos era impensable. Sirvió a una familia de samurais y se hizo amigo del menor de sus hijos, con quien aprendió y tomó contacto con el nuevo viento artístico que corría por entonces. La muerte prematura de su amigo y la falta total de perspectivas lo empujaron a abandonar su pueblo natal y lanzarse de lleno al mundo del haiku. En esa búsqueda de perfección que le llevó años, hasta hacerse conocido, eligió un camino de radicalidad, el de poeta itinerante. Demostró que el zen, más que una doctrina, era un modo de mirar. Viajero, despreocupado, caminante con lo puesto que encontraba en esa austeridad el silencio necesario para que la naturaleza se manifestara en sus gestos inesperados, los momentos preferidos del haiku: relampagueantes, llenos de gracia.
En ese peregrinaje Bashô escribió poemas y también diarios. El camino era la ocasión para entrenar su mirada. Como dicen Silva e Ito en el prólogo: observación exterior –los hitos de la tradición y la geografía japonesa– superpuesta con una observación interior. Sus textos transparentan una simpatía por todo lo viviente, una fraternidad en la impermanencia de hombres, animales y plantas. En esta suerte de igualdad universal, el poeta se funde con su entorno en la misma sencillez.
Hay que saber que los diarios son un género antiguo y popular en la cultura japonesa. Son ejemplos del haibun: texto en prosa que rodea, como si fueran islotes, un conjunto de haikus. En los de Bashô los poemas y las prosas se iluminan. Combinan reflexión, humor, melancolía, anécdota y contemplación. Es una mezcla de peregrinación religiosa, visita a lugares célebres y ejercicio poético. Como explica Silva: “En estos diarios hay un deseo de apropiación simbólica de Japón. El pasó sus últimos quince años en el camino, desde los cuarenta y cuatro hasta su muerte. Cuando empezó era un pichón muy brillante de poeta nacional. Y por lo visto no le alcanzaba. Era una persona conocida, que creó escuela, que refundó el haiku y vivía de manera holgada en Edo, la capital del país. Pero quiso irse al monte”.
Los textos están repletos de anécdotas en las que amigos lo buscan en el camino, lo alojan, le dan de comer y sake, o generosos tenderos fans le dan una cama a cambio de poemas. La austeridad de Bashô tenía por objetivo simplificar al máximo su vida para ir en busca de lo vivo, donde él encuentra la poesía. Silva aporta un vínculo interesante en la deriva que fue generando esta escritura: “Los diarios existen en Japón desde el siglo VIII y eran fundamentalmente una literatura femenina. Como las mujeres no estaban autorizadas a aprender el kanji, desarrollaron otro silabario paralelo que es el hiragana, en el que escribían diarios que los caballeros no podían leer. Textos como El libro de la almohada o Genji Monogatari dieron un poco la orientación de cómo era el temple de un diario. Crearon una dimensión donde la poesía y la prosa se entrelazaban. Todo me hace pensar que Bashô había leído historias de Genji o escuchado cuentos que se trasmitieron oralmente vinculados a ese registro. Los viajes de Bashô, podrían ser una excusa para escribir diarios”.

LO QUE ES UN INSTANTE

Hay entonces en esta escritura de la experiencia un lazo que la une con tiempos muy antiguos. La literatura oral está cerca, muchos de los haikus de Bashô fueron escritos al dictado por amigos con los que compartía un viaje, una noche, una celebración. Silva dice “Hay un carácter espontáneo, pero también una profunda reflexión sobre los sonidos, la música de las palabras, que puede llevar esa espontaneidad. La espontaneidad del arte es cultivada. Se llega a lo natural con mucho aprendizaje, se conquista lo natural. Y en eso Bashô es un ejemplo extraordinario ¿A qué se dedicó toda su vida? Pulir, pulir, pulir, escuchar, escuchar, escuchar. Predisponer la memoria y la imaginación a que cuando se produzcan ciertas circunstancias uno pueda soltar cierta cosa, quizás un haiku que se va a trasformar en central de su propia obra, pero que está encadenado a ese proceso de escucha y expresión que es propio de toda la poesía”.
Así como estas diarios tienen su fundación en géneros antiguos, al leerlos pareciera que vuelven a nacer en el presente. Hay algo en ese modo de uso de la lengua que parece muchísimo más cercano a nuestro oído que la poesía escrita en el mismo período, en español. Como si esa cercanía con lo oral en Bashô tomara nuevo significado e impulso hoy, cuando muchas de las escrituras vigentes parecen apoyarse en un registro inspirado en la oralidad. Para Silva esto estuvo preparado por el paso del tiempo y las escuelas poéticas que siguieron: “La lectura contemporánea de Bashô ha sido preparada por la poesía moderna occidental, como Ezra Pound o más cercanamente los beatniks. Me refiero a la forma compositiva y al espacio que propone: como si el material poético fuera de contextura nubosa y de lo que se tratara es de dejar aire entre medio de las palabras. La nube puede ser grande o pequeñita, pero se trata de que tenga una respiración importante. Otra poética que me hace acordar es Yves Bonnefoy, por su sentido del clímax de la poesía como abandono. Es una idea muy del haiku el abandono, hasta fónico”.
Pero la idea más fuerte de estos diarios de viaje, la que más resuena en el presente, es lo que Paz describía como “perderse en lo cotidiano para encontrar lo extraordinario”, el registro del instante. Como cierra Silva: “La idea de la experiencia es central. El flechazo de una palabra puesta en su lugar exacto. Parece que en nuestra sensibilidad está esa especie de veracidad de la palabra, fuera de toda ampulosidad, de toda segunda intención. Bashô no carga su escritura con su saber previo, por el contrario la despoja, la convierte en un momento del tiempo. Es muy difícil poder entender y trasmitir lo que es un instante. Pero el arte del haiku, que está en estos diarios, es llevar toda la densidad de lo vivo a un instante. Es lógico que nos interese, porque es lo vivo”
BASHÔ Y SORA

Dos fragmentos 

de los Diarios de viaje de Bashô








CASA DE MUÑECAS

Los meses y los días son viajeros de la eternidad. Los años van y vienen y también son viajeros. Para aquellos que dejan flotar sus vidas a bordo de barcos o envejecen conduciendo caballos, cada día es un viaje. El viaje mismo se vuelve su hogar. Entre los antiguos, muchos murieron en plena marcha. Incapaz de refrenar pensamientos de vagabundeo –desde hace cuánto tiempo, no lo sé– recorrí la costa igual que un girón de nube se deja llevar por el viento. Al correr el otoño pasao, volví a mi choza a orillas del río y barrí las telarañas.
Gradualmente el año llegó a su término. Entonces me vinieron ganas de cruzar el paso de Shirakawa en primavera, cuando hubiera neblina en el aire, hasta llegar a Oku. Poseído por un duende viajero y con las señas que me hacían los espíritus del camino, no conseguía fijar mi mente ni ocuparme de otra cosa. Remendé mi pantalón rotoso, cambié las cintas al sombrero de bambú y me apliqué moxa en las espinillas, a fin de fortalecer las piernas para el viaje. En ese momento sólo era capaz de pensar en la luna de Matsushima. Cedí mi cabaña y me trasladé a casa de Sampú para permanecer allí hasta la salida de mi viaje, no sin antes colgar de un piñar de mi choza un renga en ocho estrofas, la primera de las cuales dice así:
Con nuevos inquilinos
hasta una choza puede volverse
casa de muñecas
De Senda hacia Oku, 1689

UNA PESADA MOCHILA

De pronto me vinieron unas ganas locas de ver flores. El ansia guió mis pasos hacia Yoshino, a mediados de marzo. En Ise vino a recibirme aquel con quien había decidido marchar cuando estaba en Irago. Quería compartir conmigo los sinsabores del camino y atenderme lo mejor que pudiera. Para la ocasión, se puso como nombre Mangikumaru (“chico de los diez mil crisantemos”). Me encantó este apodo irónicamente infantil. Al ponernos en marcha, garabateamos riendo en los sombreros: “Sin domicilio fijo en este mundo: solo dos caminantes”.
Te mostraré
cerezos en Yoshino
sombrero de ciprés
En Yoshino yo también
te haré ver qué cerezos
sombrero de ciprés
Demasiados bártulos estorban en un viaje. Me deshice de casi todo. Sin embargo, tuve que empacar en un jergón, impermeable, plancha de piedra para fabricar tinta, papel, mis remedios, canasta con comida....Llevaba todo a cuestas, claro, con piernas inseguras bajo mi cuerpo enclenque. Estuve a punto de caer de espaldas. Casi no avanzaba en el camino, me sentí completamente miserable:
Exhausto, al fin encuentro
alojamiento
¡y flores de glicina!
De Cuaderno en la mochila, 1687.


jueves, 10 de marzo de 2016

¡El adiós de Carlos Villagra Marsal...!

POESÍAS DE
(Enlace a datos biográficos y obras
en la GALERÍA DE LETRAS del

**/**
VARIACIONES EN DOS CLAVES
para una música inmediata de Sila Godoy

IAquel humo
. Quemazón azul
de octubre
veladura repujada
estás más cerca
de mi palabra
que del horizonte viejo.

. Pilar de humareda capital
soy tu trasunto
una refracción apenas
de tu empeño:
brasa dispuesta
rojizo lenguaje codicioso
luego morosa vehemencia
niebla seca
ciego ascenso
y al fin disgregación
en el ensimismado
firmamento.
(octubre 1991)

II
Bruma inicial
. Neblina soleada
primera contradanza
de ciertas
mañanas.

. Antigua respiración
cardinal
semen de los dioses
hoy una sencilla fábula
de la vigilia.

. Pasajera porfiada
de noviembre
suelta de naciente
y de máscara
te vas deslizando
de la eminencia agitada
del palmar
a la indecisa
playada
como si fueras en verdad
a nimbar
las próximas madrugadas.
. Y sucedes
sin tomar en cuenta
que eres cifra de quienes te miramos
desde esta abierta balaustrada:
ese aire persuasivo que te empuja
no ha de arrimarte
a la fulguración más ancha
y entonces
cuando progrese la jornada
regresarás a ser
cóncava liviandad
siesta abstracta
nada.
(noviembre 1991)

.A principios de luna

. Allá en un declive del cielo, arquea su espinazo el cachorro de luna, listo para saltar sobre la presa inerme al otro lado del universo. Flameante carnicero nuevo, se acaba de lavar la cara con los aguaceros de diciembre, pensando quitarse las manchas de un pecado venial.

. Y vástago de león azul con tigra de los orígenes, el creciente animal aprende a cazar por su cuenta nocturna: debajo, en el antepecho de la serranía, estamos considerándole -a veces en desvelo y a veces a través del sueño, mestizos de sombra y reverbero como él, como él acechantes, inculpables, tenaces.
(enero 1992)
para Miguel Chase-Sardi

Post meridiem.

Resulta difícil acertar el nombre
cabal
de la azucena morada
que sobrepasó el mediodía.

. Y cuesta restañar la tarde
ajustando
sonidos y añoranza únicamente.

. Más vale entonces
cerrar la voz,
desplegando las sienes
para cobrar la niñez de esta brisa,
con la mano avizora, sí, callada como un guante
en el dorado reflujo de la siesta.

. El silencio,
y acaso después
la cantiga dispersa y casual
de las estrellas.
(marzo 1992)
para Josefina Plá

.La luz es indecible

. No,
no la llames.
Y consiéntele danzar consigo misma,
recónditamente neta,
para ayuntarse
con su propio deslinde.

. No hace falta mentarla.
Tranquilo, acepta
que aun en su infancia
sueñe
un violáceo destino en el Poniente.

. Basta que apuntes
con tu índice súbito
una de sus exactas cortaduras
es el concesivo llano amarillo
o sus chasquidos de plata
en la crestería de los cerros.

. Y en todo caso
comprende
en un gesto capaz, despacioso,
su señorío azul
y el torbellino impasible de los árboles.
(abril 1992)
para Rodrigo Campos Cervera


Insistencia.

 Ya es honda la noche, y las nubes
como lentas memorias precisas
han ganado mi casa.

. O será esa niebla despierta, perdida,
que parece arriar el cielo sellado
hasta la cumbre de esta serranía.

. La casa inmóvil, sin embargo,
rompe a cruzar la oscuridad vacía.

. Ciego como el ventanal
y a la sombra de mi lámpara prendida,
yo también solitario, indago el rumbo
de tu encarnación esquiva.

. Sí, he leído todos los libros,
pero aún no sentí el final de tus melodías.

. Callado una vez más, habré de buscarte
en la virazón de la vigilia,
para alcanzar siquiera tu nombre,
Poesía.
(agosto 1992)
para Ester de Izaguirre
.Adiós.

Un pájaro raspa el cielo equívoco
de la atardecida.

. Retrasado y oscuro
grita hacia el Sur,
rumbo a su viejo dormidero,
mientras bate la luz
resbaladiza
de la altura.

. Allá frío y huyente,
usual en estas lejanías,
es sólo un precario pulso trajinero,
pero con él va borrándose
alguna palabra cierta
y el vasto otoño, en vuelo, se retira.
(junio 1993)
para Evelio Fernández Arévalos


Repetición del paisaje

cette aimable nature dont les
beautés étoient sous mes yeux
ROUSSEAU
Les Confessions I, VI

. Paisaje
exento
quizá invitación trascordada
promesa de sesgado cumplimiento.

. Nos separan
una pátina contigua a la del sueño
y una obligatoria profesión
de silencios.

. Oh desmemoriado
paraje resuelto
oh contemplado aroma
oh denominador del tiempo
oh distancia curtida
oh digitación de cielo
oh vasija de la intemperie
oh cambiante paroxismo desierto.

. Paisaje intáctil
desde mí crece un espejo
de mí sigue manando
tu resplandor ajeno.
(julio 1993)
Para Óscar Ferreiro

.Explicación de una lluvia

Te esperábamos,
pausa esmerilada,
ciudadela instantánea,
muralla tras muralla levantada
de arriba para abajo.

. Con igual desdén
anulas
la llanura rumbosa
y la verde altanería de las piedras.

. Goteadora, te atienden
los cocoteros desatados,
las aves estrictas en el monte.

. Y el joven viento norte
dibuja una canción que te enardece.

. No obstante, enseguida resultas
garúa entrefina,
cerrazón,
soledad movediza.

. Al cabo
escampas.

. ... Ya eres agua anterior, pero me dejas
indemne, cristalino,
y acribillado de ágiles certezas.
(julio 1993)
para J. A Rauskin
**/**
Fuente: EL JÚBILO DIFÍCIL (POESÍA 1986-1995) de CARLOS VILLAGRA MARSAL. Edición, prólogo y notas de RAÚL AMARAL. Editorial Don Bosco,. Asunción-Paraguay, 1995.