lunes, 29 de septiembre de 2014

¡Vamos todos al cumple de Mafalda...!

QUINO POR MAFALDA

Redes

Sábado 14 de junio se inaugura la exposición Quino por Mafalda en homenaje a los 60 años de la primera publicación de Humor de Quino, a las 14 horas en el MuHu. La muestra podrá visitarse hasta el 31 de octubre, en la sede del MuHu, el Edificio de la Munich, Av. de los Italianos 851, Costanera Sur, de lunes a viernes de 11 a 18 hs.; sábados y domingos de 10 a 20 hs.; feriados de 12 a 20 hs.

MAFALDA CUMPLE AÑOS EN 2014

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El día de su primera publicación fue el 29 de septiembre de 1964 en la revista Primera Plana. Para Quino es el día del nacimiento de Mafalda como personaje de historieta.
Cualquier otro cálculo de cumpleaños es incorrecto.
El mal entendido se debe a que en una tira del propio Quino publicada (el 15 de marzo de 1966 ) en el diario El Mundo habría nacido en 1960 y a que en la biografía publicada (el 2 de junio de 1968) en la revista Siete Días dice que nació “en la vida real” el 15 de marzo del 62. Ni una ni otra fecha son de tener en cuenta
Pensar en una cronología para un personaje de historieta es difícil, Mafalda sigue siendo niña y siempre será así, por eso Quino considera que el día de cumpleaños de Mafalda es el día de su primera publicación en medios gráficos, 29 de septiembre de 1964.
Festejaremos dentro de dos años.


domingo, 28 de septiembre de 2014

¡Migrar: difícil irse, difícil volver...!

Diario abc, asuncion, 26 DE SETIEMBRE DE 2014



Migrar: difícil irse, difícil volver
Por muchos factores, históricamente Paraguay experimentó más emigración que inmigración, y el rostro de la mayoría de los emigrantes paraguayos es joven y femenino; quizás por eso, la mayoría de los que hoy son repatriados son mujeres o familias enteras.
Foto ilustración. Cientos de paraguayos han retornado al país en los últimos meses.
Foto ilustración. Cientos de paraguayos han retornado al país en los últimos meses. / ABC Color
Entre el 2000 y el 2010 Paraguay fue uno de los cuatro países -los otros fueron Estados Unidos, Japón y Bolivia- de donde más procedían los emigrantes, de acuerdo con el Informe Sobre las Migraciones en el Mundo del año 2013. Para el 2011, el perfil migratorio de Paraguay, estimaba que para ese año unos 777.000 compatriotas -alrededor del 12 por ciento de la población- estaban fuera del país. 
Entre las personas que abandonaron el país en la década del 2000 se encuentran Margarita Ojeda Amarilla y Juan Carlos Leite Ferreira; él, un joven treintañero natural de Tobatí, proveniente de una familia de oleros, partió en invierno de 2006 hacia España, dejando atrás a su hijo de 7 años, que quedó con la abuela, para ir a trabajar como constructor, mientras que su esposa, quien viajó al mismo destino un tiempo antes, era limpiadora.
Margarita, oriunda de Ciudad del Este, es el rostro joven y femenino de la migración paraguaya. En el 2008 había perdido su trabajo, se acababa de separar y tenía que criar una hija de solo dos años. “Una amiga de acá (Ciudad del Este) que ya estaba allá (España) se comprometió a prestarme la plata y además ya tenía parientes allá, por eso me arriesgué y me fui buscando una mejor vida y me quedé durante dos años”, contó en una conversación telefónica.
Ya en España “fue un poquito duro” al principio, contó Juan Carlos. En su caso, encontró apoyo en los religiosos de una Iglesia que lo recomendaron para poder conseguir trabajo. En referencia al acceso a servicios básicos, en su opinión en España “se tiene todo a mano”. En el caso de Margarita, le tocó hacer desde limpiadora hasta de niñera, que son los trabajos que más hay para los inmigrantes.
“Es un poco difícil, es otra cultura, otro estilo de vida, un cambio total y para empezar allá si uno no trabaja no come, acá de repente tu mamá, tu tío, alguien te pasa una comida, allá el que no trabaja no come. Tenés que trabajar, sacrificarte, estando enfermo, no estando enfermo... es muy difícil y no es muy grande el pago porque los gastos son muchos”, explica, pero resalta y valora el hecho de que salir afuera le brindó otra visión del mundo, una cultura diferente.
En ambas historias, los hijos fueron un factor determinante para el regreso. Juan Carlos y su esposa estaban preocupados porque su hijo estaba entrando en la adolescencia y veían en las noticias que “ahora la juventud se está descomponiendo” y por eso debían volver para cuidar de su hijo. Margarita se daba cuenta de que a su hija, su ausencia “psicológicamente le estaba afectando”, porque se comunicaban solo por teléfono y por internet. También en ambos casos, regresaron por su cuenta. 

DIFÍCIL IRSE, DIFÍCIL VOLVER

Volver significa empezar de nuevo, así como empezaron cuando pisaron suelo español por primera vez. Volver significa una nueva migración y existen aspectos sociales, económicos y psicológicos que deben ser atendidos. Si bien Juan Carlos y Margarita pudieron volver por su cuenta, existen muchos compatriotas que recurrieron a la Secretaría de Repatriados para regresar.
Entre octubre de 2013 y agosto de este año, la Secretaría de Repatriados gestionó y se hizo cargo económicamente del regreso de casi 300 compatriotas, según el ministro Luis Poisson. Cada semana, grupos de compatriotas regresan desde distintas latitudes, pero la mayoría de los que vuelven -un 70 por ciento- provienen de España, al igual que Juan Carlos y Margarita.
Poisson dijo que en el caso de la gente que proviene de España en los últimos tiempos, el motivo es claro, la crisis económica. La oferta de empleo disminuyó, así como los salarios y muchos de los que consiguen trabajo lo hacen en condiciones precarias, detalló el ministro.

VOLVER Y EMPRENDER

Volver al país no garantiza que se tendrá una mejor calidad de vida. Es importante que las personas que lograron ahorrar algún dinero sepan cómo gastarlo a fin de que les reditue en un ingreso que sirva para la subsistencia de la familia e incluso para generar empleo.
Actualmente la Secretaría de Repatriados tiene en marcha el programa Mipymes, que apoya a compatriotas que tienen la idea y la posibilidad de invertir en un negocio, pero que necesitan ayuda por ejemplo para su capacitación en emprendedurismo, en negocios o en el oficio que quiera desarrollar y que necesite un poco más de aporte, un capital semilla para comenzar.
Poisson explicó que existe una serie de requisitos para otorgar el capital semilla, pero resaltó que no se trata solamente de aportar dinero, sino más bien del acompañamiento a los emprendedores. Indicó que este acompañamiento es en conjunto con Sinafocal, con Industria y Comercio y próximamente estarán firmando un acuerdo con el Banco Central del Paraguay, para que estos emprendedores puedan acceder a créditos, que es una de las cosas más difíciles. Para fin de año, señaló Poisson, quieren llegar a los 110 emprendedores.
Mucha gente vuelve con algún dinero ahorrado pero no sabe qué hacer, cómo invertir, señaló Margarita. Ella, a través del programa Jaikatu de la oenegé Gestión Ambiental (geAm) y con el apoyo de Repatriados, logró obtener capacitación y un aporte de capital semilla para abrir -hace un mes y medio- una confitería en Ciudad del Este.
En el caso de Juan Carlos, también consiguió comenzar un negocio de olería en Tobatí y tiene a dos personas trabajando con él de forma directa, y dos de forma indirecta, comentó. Dijo que fue capacitado sobre cómo hacer negocios y que el negocio, aunque depende mucho del clima, está bien.

viernes, 26 de septiembre de 2014

¡MIlia Gayoso Manzur y su novela en clave de ríos...!

A propósito de “Donde el río me lleve”
de Milia Gayoso Manzur

Las ideas poéticas más difundidas y aceptadas para definir al Paraguay son aquellas que nos hablan de una “Isla rodeada de tierra”, en una metáfora de Augusto Roa Bastos, y “La isla sin mar”, en el título de una novela de Juan Bautista Rivarola Matto, además de la historiografía en general que nos reseña al Paraguay aislado, primero en los siglos XVII y XVIII por las revoluciones intermitentes de los comuneros; pero yo diría más bien en este caso, el Paraguay arrinconado  por el pujante y avasallante poder religioso, político y económico de las Misiones Jesuíticas; luego de la Independencia Nacional de 1811 y con los gobiernos de Rodríguez de Francia y los López el Paraguay, por su radical defensa de la soberanía, su modelo de desarrollo económico  sui generis y la socialización de sus tierras y riquezas, llevados a cabo contra la corriente de la revolución liberal que recorría el mundo entonces, por cuyas características extraordinarias el Paraguay sería considerado como un país auto aislado por política  de defensa y llevarían a los célebres viajeros que lo visitaron sostener una teoría desfavorable al describirlo como “la incógnita del Paraguay”, como resultado de una incomprensión absoluta de la razón de ser de una pequeña nación y su desarrollo ejemplar contra viento y marea de su tiempo político.
Sin embargo, como dijera aquel poeta “los ríos son caminos que andan”, el mismo nombre Paraguay, remite su etimología en guaraní, igual que el Paraná, a “aguas que van al mar” o ”aguas que llevan al mar”, de ahí la asociación inmediata con la novela de Milia Gayoso Manzur, “Donde el río me lleve”, el río como camino que anda y que es capaz de llevarnos  tan lejos como a nuestro propio destino. Y como dijera tan bellamente el poeta y dramaturgo Julio Correa, en su libro “Cuerpo y Alma”:
                 El río es un gran poeta 
                 que va cantando su ensueño
                 de amor y de libertad
                 en la guitarra del viento.
                 El río es un gran poeta
                 que dice un poema inmenso
                 en el lenguaje de Dios.

Pero éste mismo río había traído a dos contingentes de 500 criollos paraguayos cada uno, como voluntarios combatientes, durante las dos invasiones inglesas, pocos años antes de la Revolución de Mayo de 1810, de entre los cuales había salido el soldado libertador junto al general San Martín el coronel José Félix Bogado. Asimismo, desde finales de la Guerra del Paraguay contra la Triple Alianza en 1870 y hasta la fecha, por motivos políticos o económicos en general, este mismo río sigue llevando y trayendo como un verdadero camino que anda a cientos de miles de paraguayos en busca del mar o mejores horizontes para su destino. Configurando para el paraguayo el destierro como una verdadera tragedia para su ser y su identidad, que muchos extranjeros notaron el apego existencial a su tierra de los paraguayos y dejaron escrito en su crónicas de viaje. Incluso ubo alguien que, al parecer fue Félix de Azara, arriesgó la idea de que “el paraguayo no sobrevive fuera de su tierra, porque su sangre está compuesta de la misma sustancia de la tierra”. Pero el poeta Hérib Campos Cervera describió su doloroso exilio y desconsuelo en el poema “Un puñado de tierra” como:
            Un puñado de tierra,
            con el cariño simple de sus sales
            y su desamparada dulzura de raíces.
            Estás en mí con todas tus banderas,
            con tus honestas manos labradoras
            y tu pequeña luna irremediable.
            Un puñado de tierra:
            Eso quise de Ti
            y eso tengo de Ti.

En el mismo sentido, el Roa Bastos poeta dice en sus versos denominados “Los hombres”: “Tan tierra son los hombres de mi tierra… Tan tierra son que son ellos la tierra…”  Pero los embates del destino arrancan a los hombres y mujeres de cuajo de su tierra, los echan a andar como camalotes y jangadas por “Donde el río los lleve”. Para luego escalar en esta generosa tierra que nos permitió no solo sobrevivir a la tragedia del destierro sino, además de fortalecer nuestro fraternal vínculo con la tierra añorada, ayudamos con el trabajo y sueños irrenunciables a engrandecerla como nación. A esta altura de la historia de las inmigraciones en la Argentina, los paraguayos constituyen la colectividad más numerosa de entre los extranjeros que residen legalmente. Conformamos para el Paraguay, como se dice siempre, en Buenos Aires la ciudad más poblada de paraguayos, que Milia Gayoso Manzur en su paso por la Feria del Libro del 2011 y recorrida por el centro de Buenso Aires, aquella vez en su condición de periodista retrató a los compatriotas y sus descendientes que vivimos en la Argentina como “Los hijos del techaga’u”, “Los hijos de la añoranza”, con una caracterización impecable que quiero compartir con ustedes: “¿Es paraguaya?”, preguntó un joven cartonero en la avenida Florida. “Mi madre también”, dijo, agregando un gentil piropo. Por las calles, en los centros comerciales, en el subte a la hora del regreso a la casa, luego de largas horas trabajando en las obras, en los comercios, en las casas particulares… miles de paraguayos reconocen la tonada de los visitantes y se hacen conocer. En cualquier parte del mundo, es maravilloso encontrar un compatriota que te traiga el aroma de la tierra, porque el techaga`u es la peor enfermedad que ataca a los paraguayos que han emigrado.”

Gilberto Ramírez Santacruz
Buenos Aires, 29 de agosto de 2014.-

miércoles, 24 de septiembre de 2014

BIBLIOTECA NACIONAL: Libro sobre Antequera lanzan en Buenos Aires

Diario LA NACION, 

BIBLIOTECA NACIONAL: 

Libro sobre Antequera lanzan en Buenos Aires

La obra El Grito de Antequera de Gilberto Ramírez Santacruz, editada por la Editorial Arandurâ se presenta hoy, a las 19:00.


El escritor Gilberto Ramírez Santacruz presenta los dos tomos de su novela “El grito de Antequera” hoy, a las 19:00, en el auditorio Jorge Luis Borges de la Biblioteca Nacional de Buenos Aires (Agüero 2502 CABA).
Se referirán a la obra, el Embajador del Paraguay, Nicanor Duarte Frutos; el director de la Biblioteca Nacional, Horacio González; la doctora en Letras, con especialidad en literatura latinoamericana y paraguaya, Roxana Gardes y el autor.
El libro,editado por Arandurá, reporta las tres revoluciones comuneras del Paraguay, principalmente la de Antequera (1717-1735), como también las de Tupac Amaru del Perú y José Antonio Galán de Nueva Granada (1780-1781), que reivindican la imposición del poder común, el del pueblo, como de valor superior a cualquier otro.
El movimiento que no tuvo pausa, había aglutinado a campesinos, a regidores del Cabildo, a medianos propietarios, al pobrerío en general y hasta terratenientes de la provincia del Paraguay, contra la hegemonía de la Compañía de Jesús y los encomenderos, por beneficiarse con el monopolio de las fuerza productiva de indígenas.
Ramírez Santacruz nació en Abai, Caazapá, el 17 de julio de 1959. Es poeta, narrador y periodista. Es autor de poemas testimoniales y reivindicador de los derechos humanos y sociales de su pueblo.

domingo, 21 de septiembre de 2014

“Mi trabajo literario es mi lucha por reivindicar al Paraguay “

LA NACION, DIARIO IMPRESO | ESPECTACULOS
 ASUNCION, 21 DE SEPTIEMBRE DE 2014

Gilberto Ramírez Santacruz, escritor

“Mi trabajo literario es mi lucha por reivindicar al Paraguay “

El autor de “El Grito de Antequera” presenta su último trabajo en la Biblioteca Nacional de Buenos Aires, el próximo miércoles 24 de septiembre a las 19 hs, en Auditorio J. L.Borges.
Por Milia Gayoso Manzur - miliagm@yahoo.com

Con cuatro décadas de residencia en Buenos Aires, Argentina, el escritor paraguayo Gilberto Ramírez Santacruz se encuentra cada vez más ligado a su país, a través de sus obras. En mayo pasado vino Paraguay a presentar su última novela “El grito de Antequera I ” (Memorial de la causa comunera), editado por Arandurá, en el marco de la Libroferia Asunción. El próximo miércoles 24 de setiembre, lanza dicho trabajo y el ensayo “El grito de Antequera II” (Documentos históricos literario), en el Auditorio Jorge Luis Borges de la Biblioteca Nacional de Buenos Aires. La presentación estará a cargo del del director de la Biblioteca Horacio González, el embajador Nicanor Duarte Frutos y Roxana Gardes, catedrática especializada en literatura latinoamericana y paraguaya.
Gilberto Ramírez Santacruz recorrió un largo camino desde Abaí hasta las calles de Buenos Aires, trabajando con su mejor arma: la palabra.

-¿Cómo nace la idea de “zambullirte en las aguas torrentosas” de “El grito de Antequera?

-La idea me acompañó desde la infancia, de escuchar a mis mayores una historia tremenda que arrastramos, y luego de recibir en la escuela la supuesta “verdadera historia”. Es decir, la oficial, que nada tenía que ver con los relatos que usaban nuestras abuelas para hamacarnos y, sin proponerse, aterrorizarnos con los relatos de matanzas de indios, campesinos y pueblos enteros como fue en las épocas de la conquista, en los remotos recuerdos de las luchas comuneras, el genocidio sufrido en la Guerra contra la Triple Alianza, los cientos y miles de combatientes campesinos que no volvieron de la Guerra del Chaco, el torbellino de la Revolución del 47 que envolvió y desangró a todo el Paraguay. Y la misma brutal represión que estaba en nuestras narices en aquel entonces, en la década del 60 sobre los movimientos guerrilleros y campesinos que luchaban contra la dictadura, comandada por el temible general Patricio Colmán, principalmente, llevada a cabo en los pueblos de Abaí, San Juan Nepomuceno, Tavaí, Chararâ (Eugenio A. Garay) y otros pueblos aledaños. Estos últimos episodios fueron reflejados en mi novela “Esa hierba que nunca muere”, también en el “El Grito de Antequera”. Pretencioso y desmedido como autor, me propuse desafiar al olvido, la desmemoria, las tergiversaciones mezquinas y cobardes a favor de la opresión sistemática que sufrió y sufre el pueblo de Paraguay y toda Latinoamérica, y, sobre todo, “desescribir” las Cédulas Reales que ordenaron borrar los nombres y hechos de los adalides de nuestro pueblo, que tantos historiadores nacionales y extranjeros, Provinciales jesuitas y mercaderes europeos que no ahorraron paladas de tierra para enterrar nuestra historia profunda, caracterizada y surgida de un carácter guerrero del pueblo guaraní, comunero y paraguayo a través de los siglos.

-¿Cuántos años de investigación significó documentarse para iniciar esta travesía?

-Es difícil medir en años concretos pero fue una documentación de los hechos que me insumió toda la vida, y seguramente me faltó mucho más, porque desmontar arqueológicamente las historias sobre el Paraguay es una tarea inacabable, son varias napas de mentiras e infamias que arrancan desde los cronistas de la conquista y hasta nuestros días. Los supuestos historiadores profesionales y académicos que se dedican a reformular la condena de la memoria de nuestros luchadores, “demostrando” que el Cacique Lambaré jamás existió, que los comuneros fueron apenas punta de lanza de los encomenderos y que jamás cuestionaron la autoridad del rey o el origen de su poder monárquico, siendo que abruman los documentos que no pudieron borrar y quedaron también muchos relatos en la tradición oral, como figuran en El Grito de Antequera, pruebas irrefutables en contra de esa tesis de ninguneos y descalificaciones contra nuestros hacedores y héroes de la Patria.

-¿Estás satisfecho con esta obra?

-No sé si satisfecho, pero sí conforme, después de haber agotado tiempo y recursos en lo personal, es lo más próximo a lo que quise contar, donde la apuesta verdadera está centrada en lo literario. El argumento en este caso de los comuneros no pasa de ser un valioso pretexto, aprovechando los artificios de la escritura para traer a cuento y cuenta, como un ajuste histórico, contra las encantadoras fábulas que escribieron a su favor los jesuitas en sus Cartas Annuas o informes de los Padres Provinciales a su Prepósito General de Roma, conocido en los siglos XVII y XVIII como el Papa negro por el gran poder que ejercía en la sombra del Pontífice de turno.

-En la novela se observa que la Compañía de Jesús jugó un papel histórico muy importante en el conflicto con los comuneros. A la distancia ¿en qué se diferencian aquellos jesuitas a los de hoy que tantos servicios prestan en el Paraguay?

-Muy importante distinguir que en todos las menciones y documentos que hacen referencia a los jesuitas se trata de la Compañía de Jesús de los Siglos XVII y XVIII, que había usurpado prácticamente de hecho el Paraguay, al monopolizar la vida social, económica y política bajo el pretexto de la conquista espiritual. Pero que en la década del 60 con Pedro Arrupe la orden hizo un giro de 180 grados y rompió con la vida sectaria e incursionó en la vida de los pueblos más humildes, como los conocemos en la actualidad a los jesuitas asistiendo a los más necesitados y, por primera vez en la historia, la honra de tener a un Pontífice surgido de la Orden de Loyola.

-¿Escribir este memorial de la causa comunera es una forma de continuar trabajando sobre tus grandes preocupaciones sociales?

-Sin duda, conocer nuestra historia es la base para resurgir como pueblo y nación, si hoy andamos desatinados es porque nuestra brújula cultural nos desorienta y nos marca un rumbo equivocado. Entonces, mi trabajo literario es mi lucha por reivindicar cultural y literariamente al Paraguay en tanto pueblo que ha decidido, contra todos los presagios de la historia que condenaban su existencia como nación libre e identidad propia, desafiar la mediterraneidad, la amenaza constante de ser anexado por el Brasil y la Argentina, soportar las intervenciones militares extranjeras, prácticamente, hasta el punto de extinguirse pero derrotados nunca, como ocurrió en 1735 en la Batalla de Tabapy de los comuneros y en Cerro Corá, en 1870, del mariscal Francisco Solano López y sus últimos soldados fantasmas.

-¿Cómo separás al Gilberto poeta, del narrador?

-No separo nunca, aunque reconozca y respete los géneros literarios, pero es el mismo relato de los hechos que conllevan el sueño de libertad y esperanza de nuestro pueblo en los poemas, cuentos y novelas. La literatura, en mi caso, es la transcripción recreada de la oralidad u oratura de nuestro pueblo. Mis obras apuntan a rescatar esa forma colectiva de contar la historia, incluso al narrar lo personal pretendo pluralizar mi yo en cuanto que formo parte de una misma comunidad o nación cultural, en la misma medida que formamos y conformamos la armonía cultural del universo.

ABSOLUTAMENTE NEGATIVO

-¿Cómo procesás internamente el hecho de ser un escritor paraguayo que vive desde hace tantos años en la Argentina? ¿Es positivo para vos?

-Vivir afuera es solo una circunstancia de fuerza mayor, aunque para nuestro país la emigración es una dolorosa constante desde la culminación de la Guerra contra la Triple Alianza en 1870, “la patria y la guitarra las llevo en mí”, dice Serrat en su canción “Vagabundear”, reflejando plenamente mi situación como escritor del extrañamiento, como llamaban en el Siglo XVIII a los expulsados y desterrados. En cuanto a si es positivo para mí, puedo asegurar que fue absolutamente negativo, es una fantasía que aducen muchos especialistas literarios y musicales a la hora de analizar las obras de Roa Bastos, Elvio Romero, Hérib Campos Cervera y músicos como José Asunción Flores, Agustín Barrios y otros compositores geniales, para justificar su genialidad y éxitos debidos al exilio y destierro como fuentes de inspiración y reconocimientos internacionales, en desmedro de los que no pudieron salir o sufrieron el exilio interno. Muy parecida a la otra fantasía, popularmente difundida, de que los poetas y artistas deben sufrir miseria y dolor para ser buenos, enumerando ejemplos como Ortiz Guerrero, Carlos Miguel Giménez y otros. Alguien puede creer que Roa Bastos, Asunción Flores o Mangoré hubieran sido menos geniales viviendo dentro del Paraguay, estoy seguro de que hubiesen producido mucho más obras memorables que errando por el mundo en busca de subsistencia. Vivir obligado fuera de la tierra de uno no es vivir sino apenas sobrevivir… Pero para mi escándalo he descubierto que muchos escritores que vivieron y viven en Paraguay fueron más afectados por los preceptos y paradigmas de la globalización.

-¿Qué queda en vos del chico nacido en Abaí? ¿Se cumplieron tus sueños?

-Curiosamente, ese chico que nació y vivió en Abaí cada vez ocupa más tiempo y espacio con sus travesuras y sueños impenitentes en mi imaginario creativo, sobre todo porque persisten en Paraguay los mismos límites para el crecimiento personal y colectivo de cuando era mitã'i, durante el recorrido diario de 10 kilómetros para ir al colegio, montado en un inteligente burrito, comenzaba a leer “Platero y yo”, de Juan Ramón Jiménez, y “El mancuello y la perdiz”, de Carlos Villagra Marsal, obras que hicieron estallar en la cabeza de aquel pequeño lector las primeras fantasías de escribir. Luego ya en Buenos Aires pude culminar la secundaria y estudiar periodismo, al tiempo de publicar revistas y escribir artículos periodísticos, comencé a publicar los primeros libros en la década del 80 del siglo pasado. Pero siempre fui un poeta y escritor aficionado, nunca viví de las letras sino por las letras, haciendo cualquier cosa para poder escribir y mantener la familia a cargo, como decía Juan Rulfo al excusarse por no escribir más.

viernes, 5 de septiembre de 2014

¡Nicanor Parra: Un embutido de ángel y bestia!


eL POETA CHILENO NICANOR PARRA 
CUMPLE CIEN AÑOS

Un embutido de ángel y bestia

Nacido el 5 de septiembre de 1914 en San Fabián de Alico, revolucionó la manera de entender la poesía en el mundo hispanoparlante con Poemas y antipoemas, de 1954. Y no habrá bendición ni institucionalización que extirpe lo subversivo de su “antipoesía”.
 Por Silvina Friera
Cumplir cien años es un acontecimiento. Nicanor Parra, acaso empeñado en prolongar la radicalidad de su obra por otros medios, lo hizo: sigue viviendo “sin apuro por desaparecer del mapa” –como él mismo ironizó cuando tenía 90 y pico– y tal vez perdure su proyecto de resucitar “aunque sea en forma de rana”. La poesía de Parra resistirá a la embestida hagiográfica de homenajes y reconocimientos. A pesar del exceso de comulgantes de un credo que en un pasado no tan lejano cosechaba más disidentes que devotos, no hay bendición ni institucionalización que pueda extirpar lo subversivo de su “antipoesía”. Como si hubiese desarrollado un ácido desacralizador que neutraliza el riesgo de convertir en paradigma de la corrección poética y política una propuesta que nunca sería cabalmente asimilada por el sistema. Refractario a toda esta parafernalia protocolar, el poeta de cabellera despeinada, que bajó a la poesía del pedestal culto y refinado para aproximarla al barro de la palabra hablada, la crónica periodística, el sermón religioso o el pregón de vendedor ambulante, jugará sus barajas entre lo serio y lo carnavalesco, entre la risa del bufón obstinado y la elegante melancolía del príncipe.
“El que sea valiente que siga a Parra –planteó Roberto Bolaño en un texto de 2001 recopilado en Entre paréntesis–. Sólo los jóvenes son valientes, sólo los jóvenes tienen el espíritu puro entre los puros. Pero Parra no escribe una poesía juvenil. Parra no escribe sobre la pureza. Sobre el dolor y la soledad sí que escribe; sobre los de-safíos inútiles y necesarios; sobre las palabras condenadas a disgregarse así como también la tribu está condenada a disgregarse. Parra escribe como si al día siguiente fuera a ser electrocutado.” Una poesía que escucha, que pregunta, que duda, que piensa, que sacude. Su ideólogo nació el 5 de septiembre de 1914 en San Fabián de Alico, hijo de un carismático maestro de escuela y una madre campesina que le inoculó el virus por las coplas. Nicanor estudió Matemática y Física en la Universidad de Chile y en la década del ‘40 decidió viajar a Estados Unidos para estudiar Mecánica Avanzada y después Cosmología en Oxford. Primero influido por Federico García Lorca y Walt Whitman en su exploración hacia una poesía con la oreja puesta en la calle, el itinerario se inició con la publicación de su primer poemario, Cancionero sin nombre (1937). Hubo un silencio de casi dos décadas, hasta que regresó con Poemas y antipoemas (1954), libro donde, además de revolucionar la manera de entender la poesía en todo el mundo hispanoparlante, Parra despotricaba contra “la poesía del pequeño dios./ La poesía de vaca sagrada”. Algunos han interpretado que los dardos afilados están dirigidos al “trío intocable” compuesto por Pablo Neruda, Vicente Huidobro y Pablo De Rokha.
“Me parece que el trabajo de un poeta no consiste en hacer empanadas –repetir una empanada igual a la otra–, sino que siempre tiene que estar buscando algo nuevo. El poeta para mí no es un artesano. En esto disiento profundamente del punto de vista de algunos críticos e incluso de algunos filósofos, que han pretendido reducir el trabajo del escritor a una labor de artesanía”, subraya Parra, admirador de Shakespeare, a quien ha leído y traducido durante años. “Según los doctores de la ley, este libro no debiera publicarse –se lee en Poemas y antipoemas–:/ La palabra arco iris no aparece en él en ninguna parte,/ Menos aún la palabra dolor (...)/ Sillas y mesas sí que figuran a granel,/ ¡Ataúdes! ¡Utiles de escritorio! / Lo que me llena de orgullo/ Porque, a mi modo de ver, el cielo se está cayendo a pedazos.” Su poesía es un contradiscurso lírico de entonaciones más bien urbanas, donde no habla el nerudiano yo heroico, sino el sujeto moderno, irónico y sarcástico, cuyo monólogo fragmentario tiene la desnudez confesional de una sátira de los usos del habla formalizada. Nadie como él ha sabido utilizar el slogan publicitario y político, la inscripción mural, el aviso luminoso, la sentencia fulminante, el proverbio, el axioma científico, la invectiva de sus “artefactos” visuales y poéticos. En “USA”, por ejemplo, dice: “Donde la libertad/ es una estatua”. Hay muchos más: “La palabrita pueblo/ ya me pone la carne de gallina”. “Cultivar un jardín/ es ponerse la soga al pescuezo/ recomiendo vivir en pedregales”. “La derecha y la izquierda unidas jamás serán vencidas”. “Bien, y ahora quién nos liberará de nuestros liberadores”. Su necesidad de desimpostar la voz, de rasguñar el tono del habla, atraviesa las páginas de La cueca larga, Canciones rusas, Artefactos, Sermones y prédicas del Cristo del Elqui y Hojas de Parra. “Durante medio siglo/ la poesía fue/ el paraíso del tonto solemne./ Hasta que vine yo/ y me instalé con mi montaña rusa. /Suban, si les parece. /Claro que yo no respondo si bajan /echando sangre por boca y narices”, se lee en unos versos incluidos en Versos de salón (1962).
“Neruda fue siempre un problema para mí; un desafío, un obstáculo que se ponía en el camino –le dijo Parra a Mario Benedetti, quien lo entrevistó para la revista Marcha en 1969, año en que el poeta chileno obtuvo el Premio Nacional de Literatura–. Entonces había que pensar las cosas en términos de este monstruo. Más tarde la cosa ha cambiado; hay muchos monstruos. Por una parte hay que eludirlos a todos, y por otra, incorporarlos. Si ésta es una poesía anti-Neruda, también es una poesía anti-Vallejo, una poesía anti-Mistral, una poesía anti-todo, pero también resuenan en ella todos estos ecos.” El poeta chileno ganó el Premio Reina Sofía en 2001 y el Cervantes en 2011, pero el Nobel nunca llegó. Algunos pronostican que nunca llegará. En la década del ‘70 se granjeó la antipatía de la izquierda chilena cuando tomó el té con la esposa del entonces presidente norteamericano Richard Nixon. “Yo no soy derechista ni izquierdista/ yo simplemente rompo con todo”, escribió en uno de sus “artefactos”. Hay especulaciones y teorías conspirativas para todos los gustos. Una sostiene que la responsable de clausurar el camino al Nobel de Literatura fue la sueca Sun Axelsson, una amante “despechada” que tuvo Parra, a quien le habría ocultado que estaba casado.
“Parra ha conseguido sobrevivir –agregó Bolaño–. No es gran cosa, pero algo es. No han podido con él ni la izquierda chilena de convicciones profundamente derechistas ni la derecha chilena neonazi y ahora desmemoriada. No han podido con él la izquierda latinoamericana neoestalinista ni la derecha latinoamericana ahora globalizada y hasta hace poco cómplice silenciosa de la represión y el genocidio. No han podido con él ni los mediocres profesores latinoamericanos que pululan por los campus de las universidades norteamericanas ni los zombis que pasean por la aldea de Santiago. Ni siquiera los seguidores de Parra han podido con Parra. Es más, yo diría, llevado seguramente por el entusiasmo, que no sólo Parra, sino también sus hermanos, con Violeta a la cabeza, y sus rabelaisianos padres, han llevado a la práctica una de las máximas ambiciones de la poesía de todos los tiempos: joderle la paciencia al público.”
El propio Nicanor redactó un “Epitafio” posible: “Fui lo que fui: una mezcla/ De vinagre y de aceite de comer/ ¡Un embutido de ángel y bestia!”.

Fuente: PÁGINA/12, VIERNES, 5 DE SEPTIEMBRE DE 2014.

      
antipremio
                     
  a nicanor parra

gran antipoeta de la antipoesía
o poeta de todas las antípodas
recibe éste justipremio
de nombre magnánimo de las letras
del manco del espanto
como decía mi abuela

mejor dicho
recibe el abrazo de un manco
el ruidoso aplauso de cervantes
como un rebuzno de sancho
o una estocada del quijote
con su espada sin mango

descorcha sin asco el champán
usa por única vez el champú
afeite su empelechada figura
plancha tu viejo gabán de fraile
blanquea dientes y muelas que ya sobran
y empilcha de smoking al súbdito
y preséntate disfrazado ante el rey

mientras
nosotros pensaremos que todo fue un sueño
el ratón ahorcó con su cola al león
cervantes recuperó su brazo empeñado en lepanto
fuiste huésped de neruda una noche en isla negra
la lengua española cometió su peor pecado al premiarte
y la poesía ganó su mejor batalla al poder letrado  

                                              diciembre, 2011.-

*Poema perteneciente al libro inédito  POEMAS DE HOY EN DIA de Gilberto Ramírez Santacruz.

jueves, 4 de septiembre de 2014

¡Carlos Federico Abente: un mito viviente cumple 100 años!

Parábola del buen sembrador*

   “Por tu obra os conoceréis”, dice un versículo de la Biblia y nos remite de inmediato a la figura emblemática de Don Carlos Federico Abente. Un hombre que no ha hecho otra cosa en la vida que obras y más obras. Obras son amores dice también el refrán popular y nos presenta al doctor Abente como ejemplo de una vida cultivada con trabajo y pasión. Un hombre que ha llevado su condición de campesino paraguayo a su expresión máxima, en cuanto a laboriosidad y solidaridad. Estos atributos que seguramente heredó de sus padres y en especial, de su madre. Porque, además, dichas virtudes conllevan una sensibilidad en grado supremo que hizo de don Carlos, al tiempo de ser un excelente y destacado médico, un poeta de cuño popular muy arraigado en la lengua guaraní y sus maravillosas imágenes, creaciones mágicas y mundos mitológicos.
   Y a Don Carlos lo conocemos fundamentalmente por su Obra, dicho así en singular pero con mayúscula. Lo conocemos de la mejor manera que uno puede conocer a las personas, a través de la gente que dio y sigue dando testimonios de su gran corazón como paraguayo con sus compatriotas y como prójimo o próximo de sus semejantes. Su amistad es tan grande y generosa que ha sido capaz de compartir con figuras tan ilustres de nuestra cultura como, para mencionar a algunos, José Asunción Flores, el creador nada menos que la Guarania, Hérib Campos Cervera, uno de los mayores poetas paraguayos, Félix Pérez Cardozo, el genio que coronó de gloria para siempre el arpa paraguaya, Augusto Roa Bastos, Premio Cervantes de Literatura, el ahijado Oscar Cardozo Ocampo, entre otros, para que la lista de nombres insoslayables no sea infinita.
Pero la semblanza más acabada de Don Carlos la podemos encontrar y disfrutar en los versos inspirados e insuperables de ÑEMITY. Con razón decía José Asunción Flores que “sólo don Carlos podía escribir algo sobre el acto de sembrar, que sólo un campesino tiene la vocación espiritual de sembrar”, según las propias palabras del doctor Abente. Y qué razón tuvo Flores, porque lo mejor que sabe hacer Carlos Federico Abente es sembrar ejemplos de generosidad y solidaridad por doquier. Y nosotros también lo celebramos ese gesto permanente de mano abierta, como lo hiciera a su vez el gran poeta español León Felipe en uno de sus poemas, “canto el gesto del sembrador, mientras una mano se cierra para contener la semilla, la otra se abre para esparcir las simientes...” Asimismo, Ernesto Báez, el renombrado actor paraguayo, dedicó unos versos a Don Carlos en señal de amistad y gratitud:
Este médico poeta es arquetipo / De mano abierta hacia el necesitado / En el idioma nativo se refugia / Como el caracol lleva su patria a cuestas / Conocemos sus anhelos más perennes / Volver a la tierra roja de su infancia / Y observar a las semillas que en los surcos / Darán pan y libertad a sus hermanos.”
   Corría aquél año de 1947, año que atravesó el Paraguay con una espada clavada en el alma, porque su tierra colorada se tiñó doblemente de la roja sangre de sus hijos y el éxodo de otros tantos, muchos para no volver nunca más. Entre ellos, Hérib Campos Cervera, escribió entonces con la sal en la herida su célebre “Un Puñado de Tierra”, con dedicatoria que dice “Con afecto y confraternidad, para su amigo projimista Carlos Abente”, poema donde clama en el desierto de exiliado: “Patria de mi alegría y de mi duelo; eso quise de Ti. /.../ Ni los cuervos ni el odio / me pueden cercenar de tu cintura: yo sé que estoy llevando la raíz y tu suma; sobre la cordillera de mis hombros.” En el mismo sentido, el laureado escritor Augusto Roa Bastos, haciendo gala de su pluma y la amistad de Don Carlos, también en el año doloroso de 1947, estampó en su poema “Saludo a Carlos Federico Abente”:
“Yo te conozco en todos los amigos / Porque el color de tu amistad les diste / Y en todos ellos tu presencia existe / como el color del sol sobre los trigos.”
Todas estas palabras escritas y pronunciadas por tan encumbradas figuras de nuestra 
cultura no son otras cosas que la cosecha que devuelve la vida y el tiempo a ese incansable Ñemity de Don Abente, esa labor mística de la siembra como acto de vida y valor espiritual del noble agricultor campesino. Otro eco que resuena en su nombre encontramos en el poema “Aregua Memby Tee”, de Zenón Bogado Rolón, que dice “Tembiypy ika’aguýva / Yvyrapepê apyte; Ka’avo torýicha pohâva / Ijopói remime’ê.”  Y retumba en otros versos de otro gran poeta paraguayo, más conocido como periodista entre nosotros, el compatriota Mario Rubén Alvarez, que retrata a Don Carlos así: “Guarani ryepýpe ha’e oike / ohejava’ekuégui oñemo’âguive / ipirútava’ekue hokypa jevy.” 
   No nos olvidamos en ningún momento que estamos asistiendo a la presentación del último libro editado por el doctor Abente, SAPUKAI SUNU, que forma parte de una suerte de trilogía poética con los dos libros anteriores, CHE KIRIRÎ SAPUKAI HAGUÂ y KIRIRÎ SAPUKAI. Nombres de libros que cualquier lector u oyente desprevenido pensaría que son reiterativos o bien, un simple juego de palabras. Sin embargo, estamos escuchando todas palabras sagradas y consagradas en la cosmogonía guaraní, como fundamentos de la creación del mundo y el lenguaje como sinónimo del ser o el alma misma. Al respecto traemos los conceptos esclarecedores de Rudi Torga que escribiera a propósito del libro SAPÙKAI SUNU: “La vida de Carlos Federico Abente es el libro más valioso que tiene la cultura paraguaya. Los libros que sucesivamente llegó a publicar son apenas señales que indican donde está oculto el tesoro de su mba’ekuaa’apyre’ÿ. El sapukái que le nace de la profundidad del ser, no se nutre en el odio, ni se fundamenta en la protesta. Mucho menos es el sapukái del pusilánime que se entrega al servilismo, ni el sapukái del traidor que así espanta su humillación. Tampoco es el sapukái mercenario que vocifera su abyección, ni el spukái del opresor que con el grito silencia su miedo a la revolución. Carlos Federico Abente tiene un sapukái que resplandece como la bondad del sol, espanta la frialdad del alma y enciende la ternura humana como fiel centinela de la Creación. En su alma habita el aborigen con su sabiduría, para evangelizar a la civilización occidental. Y en su ciencia de médico habita la projimidad de Don Quijote de la Mancha que se prodiga en solidaridad con el ñane retayguá.
 El mismísimo Carlos Federico Abente en su libro que hoy presentamos arriesga una 
definición, después de tensar la cuerda en el arco, dispara su flecha como buen tirador de la tribu en estos versos: “Sapukái sunu.../ Rehatapynáva mborayhu rata, / Néina ore rendu, / nde rata rendýpe tokaipa oharúva, / Ha akói nde sunúme ñamombay okéva,...” En este sentido, podemos agregar por nuestra parte, el sapukái sunu que ofrece el libro de Don Carlos remite al estallido tronador de la creación misma, coincidente con los descubrimientos más avanzados de la ciencia que nos hablan de la Gran Explosión como origen del Universo. Como se puede ver, a la verdad se llega por muchos caminos, como también a Roma según sostiene el dicho popular, pero la sabiduría de los pueblos siempre conduce a un destino de paz y fraternidad. Paz y fraternidad, precisamente, son las estrellas que iluminan la vida y obra de don Carlos Federico Abente, hombre que tiene  como garante de toda su grandeza, una mujer de incalculables kilates y un corazón de oro, Doña Eva de Abente.
   Y para terminar, vuelvo al principio que decía que lo que celebramos siempre en don Carlos es su vocación que, sin pretenderlo quizá, se autoretrató en Ñemity, como un gran sembrador de vida, amistad, poesía y pasión por la libertad. Pero seguramente, Carlos Federico Abente, es la síntesis más armoniosa entre la rebelde lengua del poeta guaraní Etiguará y la enseñanza perdurable del aquel Cristo maestro, que no sólo enseñó a ser buen pescador sino también a ser buen sembrador; cuando habló de que las simientes no se debían tirar en la arena sino, para que broten y crezcan, en buena tierra preparada. Y Don Carlos Federico Abente, sin duda alguna, primero carpió largamente para el kokué, luego aró y desde entonces, hasta hoy, no termina de sembrar, para que todos nosotros podamos aprovechar la milagrosa cosecha del Gran Maestro y Buen Sembrador.

      GILBERTO RAMIREZ SANTACRUZ
                  Buenos Aires, Octubre de 2003.-  

*Palabras pronunciadas en ocasión del lanzamiento del libro SAPUKAI SUNU de Carlos Federico Abente, en el C. A. Deportivo Paraguayo de Buenos Aires, en el mes de octubre de 2003.

    IKATU VA´ERÃPA

Ikatuva´erãpa ku che kepeguápe
ipoty kurúva hi´ãite guive,
apáy javemívo oguahë hi´ára
ha ijapyra endyma mborayhu rata.

Ikatuva´erãpa ñande pyporépe
jahecha katu jajavyva´ekue
ha torypa´üme arandukuaápe
ko ñane retã ñamomba´ete.

Ñemyrõ ohasárõ tape ipotimbáne
jaipyapy vy´ápe toguahë arete
ko´ë pytangy ku iguata katúva
porayvosetégui péina itenonde

ñañembyatypána ñane retãmíme
ha py´a guasúpe ñamombarete
toguahë jasyndie kerasy ipaháva
ha kuarahyetépe jajohesape.


Letra: Carlos Federico Abente
Música: Alejo Benítez y Adolfo Arregui

   ¿será posible un día?*
¿Será posible que mi sueño un día
su capullo comience a florecer,
despertar cantando de alegría
y el fuego del amor empiece a arder?
¿Será posible desandar caminos
que las huellas guardan odios del ayer,
con sabia pasión forjar el destino
de la Patria Grande decimos querer?

Sin el odio queda libre el sendero
que nos llevará al día señalado
y el rojo amanecer con su lucero
nos anunciará un porvenir soñado.

Cuando estemos todos en la patria,
con gran coraje la hagamos crecer,
en paz con la luna y su luminaria
y que sea el sol nuestra luz y fe.


* Traducción de los versos en guaraní de “Ikatu vaeräpa”, de Carlos Federico Abente, realizada a pèdido del autor por Gilberto ramírez Santacruz y publicada en su libro "Paraguay canta, Paraguay sueña"(2008).


          el silencio y las palabras*
(a carlos federico abente

hijo universal de isla valle de areguá)


según nos cuentan
primero fue el silencio
la nada vestida de nebulosa
como una diosa antigua venida a menos
vagando por el universo en busca de una señal
pero fue imposible hallar un eco siquiera

hasta que el verbo estalló en luces
el aliento primario disparó su remoto latido
el vaho de la creación cubrió el horizonte
el aire y el cielo se abrieron por fin
el mar y la vegetación brotaron como magia
y se derramaron colores por doquier

pero faltaba lo mejor de la creación
el sonido y la palabra quedaron para el final
estaban reservados para seres superiores
los gestos al principio eran suficientes
luego las modulaciones guturales
y los afectos que se gestaban con el tiempo

luego el verbo parió la palabra
y la palabra echó a andar los caminos
los milenios y los siglos no bastaron
apenas fueron resquebrajados puentes
a la hora de honrar la humana especie
y acompañar la divina evolución

la nada quedó en un hueco concepto
el eco originario llegó a ser sonido
el verbo prosperó hasta la cumbre del lenguaje
la palabra alcanzó la imposible poesía
el hombre se superó a sí mismo
superó los límites naturales
y fue capaz de convertirse en poeta

*Versos extraídos de "Poemas entre el amor y el olvido", de Gilberto Ramírez Santacruz, publicado en 2003 en Asunción Paraguay.